Sevilla: crónica de un desplome
Crisis institucional, escaso tino en los fichajes, envejecimiento en la plantilla y el bajón en la portería y arriba le ponen cara de ‘segundazo’ al club de Nervión.
Dos semanas atrás, en el último día de 2023, José María del Nido Carrasco sucedía como presidente a José Castro, el mandatario más laureado (cinco Europa Leagues en 10 años) en la historia del club de Nervión. Hacía ya meses que Del Nido Carrasco ejercía ‘de facto’ el poder de la entidad, que no ha dejado de intentar torpedear durante los últimos años su propio padre y poseedor de la mayoría accionarial en el Sevilla. Del Nido Benavente mantiene una encendida lucha judicial con los actuales dirigentes, que se amparan en el pacto de estabilidad firmado hace ya más un lustro. Pero la guerra desgasta, sobre todo a los que mandan, y les despista en muchas ocasiones de ese día a día deportivo y económico que necesita de su máxima atención e inspiración. Resultado de tanto delirio es la silla eléctrica en la que se ha convertido el banquillo sevillista, por el que desde que se marchara Lopetegui, el 5 de octubre de 2022, han pasado ya otros cuatro entrenadores: Sampaoli, Mendilibar, Diego Alonso y Quique Flores. Con el dineral que conlleva en finiquitos a pagar, además. Porque no sólo en el campo se andan desinflando los blanquirrojos. En apenas tres años, la deuda ha crecido hasta superar los 80 millones de euros por no cumplir los objetivos en Champions y vender menos jugadores (y más baratos) de los que acostumbraba hasta ahora Monchi.
Desastre con los fichajes
Monchi se marchó a Birmingham y dejó detrás una estela de gloria y traspasos sonados que no han conseguido borrar, pero sí eclipsan, las dos últimas y desastrosas temporadas del director deportivo gaditano en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Futbolistas que se marcharon a mitad de campaña como Isco o Dolberg, centrales pagados a precio de oro que apenas han jugado por culpa de lesiones casi crónicas, como Nianzou y Marcao (15 millones cada uno), y fichajes presuntamente gratuitos como el de Januzaj, que más que jugar pasan casi un Erasmus en la capital andaluza a razón de varios millones de euros de ficha anual. La lista de errores en estos últimos tiempos supera con mucho a los aciertos y la plantilla no sólo se ha debilitado, sino que también ha envejecido de manera muy importante. Orta, que sucedió a Monchi el pasado verano, trató de darle un cambio de nuevo a la política deportiva pero de momento sus apuestas no están funcionando casi ninguna. Ramos, Mariano o un Nyland casi siempre lesionado no sólo cargan de más años el equipo, sino que o no juegan o no convencen. Y futbolistas a priori revalorizables como Soumaré, Sow y Lukebakio (ahora en la enfermería) tampoco han explotado todavía.
Una plantilla cargada de años
Sevilla-PSV, 29 de noviembre del año pasado. El Sevilla se juega ante el equipo de Eindhoven su permanencia en la Champions y lo hace con el que hasta ese momento ha sido el once inicial más viejo que jugó un encuentro de la máxima competición continental, con una media de edad de 32 años y 19 días. Futbolistas que ya pasaron hace tiempo la treintena como Rakitic, Navas y Sergio Ramos y otra serie de más o menos veteranos como Dmitrovic, Gudelj, Acuña, Suso... Orta trata de fichar juventud en este mercado invernal para remitir el envejecimiento absoluto de una plantilla a la que demasiadas veces se le nota la falta de físico y velocidad. Pero quizá sea tarde para el director deportivo del Sevilla, o le pueda salir el tiro por la culata: no parece que la fórmula de jóvenes cedidos sea la más recomendable para sacar a un equipo del abismo insondable en el que se los de Quique Flores se están metiendo.
Tras Bono, el abismo
Yassine Bono triunfa en el Al Hilal como uno de los fichajes más justificables de la derrochadora liga saudí y mientras, la portería que dejó atrás el marroquí, la del Sevilla, le echa de menos como el campo añora al agua. Marko Dmitrovic se había mostrado como un aceptable suplente, pero de titular deja dudas (o certezas, más bien) un partido sí y otro también. Orjan Nyland, fichado en el lugar de Yassine, mostró buenas maneras lo que el duró el físico. El guardameta sueco lleva de baja ya varias semanas y aunque se le espera más pronto que tarde, confirma la leyenda maldita que le acompañó durante toda su carrera: que cuando empieza a hacerse más o menos con el puesto de titular, alguna desgracia lo acaba mandando a la enfermería y/o al banquillo.