No cualquiera le empata al subcampeó

El nuevo Boca de Martínez jugó a lo mismo que los últimos Boca: a nada, aunque en el ST estuvo para ganar. ¿Se festeja el empate con el encumbrado Platense?

Hay que ser optimistas, muchachos. Nada de crítica destructiva. Hay que bancar al presidente que recién arranca, aunque lleve cinco años manejando este barco. No, no ese Barco. A ese Barco no lo maneja nadie. Se te planta y se va, sobre todo si no le atendés el teléfono. Y te queda Zenón, que parece que es bueno. Habría que ver qué hubiera hecho el Colo en esa última jugada (delicia de Benedetto en el pase), pero es contrafáctico. Por ahí también la tiraba a la mierda. O por ahí la clavaba en el ángulo y salía a gritarlo serio, haciendo el Topo Gigio.

Pasó el debut de Boca, el esperado debut del nuevo Boca protagonista de Diego Martínez y resulta que no se vieron grandes diferencias. Hay una línea que se sostiene en el tiempo, que es la de jugar mal y la de armar los equipos a pedido de Riquelme. Ni Román hubiera formado un equipo tan riquelmista como éste. Clásico al extremo: 4-3-1-2, el inodoro en el baño, nombres lógicos en sus posiciones... Casi un modelo bianchista. Lo que pasa es que después hay que ver el corazón del equipo. Y el corazón siguen siendo los jugadores. Ni más ni menos. Muy simple. Y ahí nos encontramos con que Ramírez no es el Flaco Cagna ni Pol Fernández -perdió más pelotas de la que tocó- es el Pepe Basualdo, con que Campuzano no puede atarle los botines a su compatriota Chicho, o con que un conductor debe conducir -como hacía Riquelme, con actitud y talento- y no esconderse, como hizo Bullaude casi todo el partido más allá de aquella pelota a Merentiel. Flojísimo el uruguayo, a propósito, se supone que la patada al banco fue porque estaba caliente con él mismo y no porque lo sacaron, porque en realidad hizo todo para que lo sacaran.

Lo paradójico de toda esta historia es que el mejor jugador, el más peligroso, el más claro, el que estuvo en casi todas las jugadas de gol, fue un tipo que iba a ser suplente y que probablemente vaya a ser puteado hasta en arameo cuando pise la Bombonera. Sí, el mejor fue Fabra, quien será recordado el resto de sus días por la estupidez de hacerse echar en la final del Maracaná cuando el equipo más lo necesitaba. Fue el que pasó a dos de prepo y se la dejó a Advíncula en el primer tiempo, el que desbordó para Cavani -se la tocaron justo en la boca del arco-, el que más tarde volvió a asistir a un Edi que ya estaba en offside pero por las dudas se lo perdía. No la rompió, ojo, no jugó más de 6 puntos, pero aun así, no hubo nadie mejor que él. Su jerarquía está tan fuera de discusión como sus siestas y se le hará muy difícil jugar en la Bombonera. Salvo que Román hable con los muchachos para que les expliquen con sus modos a quienes vayan a putearlo que eso no se hace.

Es extraño arrancar un año sin soñar. Pero éste es un año sin sueños. No hay Libertadores a la vista, la Sudamericana es para equipos de otra categoría, pero habrá que ganar todo igual. Los torneos locales, los superclásicos, las copas... Todo. Y será poco, porque todos saben qué queremos los Bosteros. Un sueño que en 2024 será imposible. Hagamos lo mejor que podamos y mucha suerte a Martínez, que dijo que vio "muchas cosas positivas". Se ve que no todos vemos el fútbol del mismo modo. Por las dudas, Román, Klopp ya avisó que se va del Liverpool. Esos son los técnicos que tiene que ir a buscar Boca. Técnicos que hayan hecho méritos para sentarse en nuestro banco. Al alemán le falta, pero viene bastante bien.


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