NBA | LAKERS 109 - 127 SUNS / Lo de los Lakers era un espejismo

Derrota sin paliativos de los angelinos ante unos Suns que recuperan su big three y la mejor versión de Bradley Beal al mismo tiempo: 37 puntos.

Alberto Clemente
As
No hay manera. Los Lakers, tras dos victorias consecutivas, vuelven a las andadas tan pronto como reflotó cierta esperanza y se convierten de nuevo en un equipo incapaz e ineficaz, muy lejos de los vientos de promesa que prometía la victoria en el In-Season Tournament y casado con la mediocridad. Las alarmas vuelven a saltar, algo que va de la mano de un equipo que históricamente ha permitido pocos errores y que ahora está en muchas portadas por la cuestionada gestión del entrenador, Darvin Ham, que se encarga de poner demasiadas excusas y muy pocas soluciones, además de rotar de forma ilógica en muchos momentos y directamente preocupante en otros. Ganar a Clippers y Raptors con sensaciones dispares y mucho sufrimiento no ha permitido a los Lakers sumar ante los Suns (109-127), equipo al que habían ganado en tres ocasiones esta temporada, incluidos los cuartos de final de la Copa NBA. Y se vuelve a hablar de movimientos, despidos, posibles traspasos y cambios de orientación de aquí a poco tiempo, con el mercado de febrero cada vez más próximo, igual que el All Star, y el récord angelino resentido y sin capacidad aparente de cambio.

La derrota ante los Suns supone además caer ante un rival directo en la mitad de la tabla de la Conferencia Oeste, estableciéndose los de Arizona en el octavo puesto (20-18) y saliendo los Lakers del play in (18-19) y de ese 50% que superaban con creces hace un mes y se ha convertido ahora en una tortura inaccesible. Rockets y Jazz pululan por ahí y parecen tener más piernas, fuerzas y ganas que los angelinos, que acompañan a los Warriors en una particular caída a los infiernos que sería poética de confirmarse. Al fin y al cabo, junto a ellos están los Warriors, ese equipo con el que LeBron James protagonizó batallas encarnizadas en el pasado, lejano y no tanto, cuando unos eran una dinastía y el otro daba el anillo prometido a los Cavaliers, Akron, Cleveland y Ohio. La temporada pasada se vivió el duelo final de una rivalidad extraordinaria, en el contexto del fin de una era. Ahora, la figura de uno y el proyecto de los otros decaen en un Oeste que cada vez tiene que rebuscar más en el pozo para mirar a los ojos a las hazañas que han quedado muy lejos, en un recuerdo que nunca se enterrará del todo, pero que no deja de ser más que eso. Al menos que las cosas cambien mucho de aquí a final de curso, claro.

Volviendo al Crypto Arena, hay poco donde rascar en estos Lakers, una sombra decaída, una luz que no ilumina. Parecían fatigados, sin capacidad de reacción, como si las dos últimas victorias hubieran costado mucho y las energías brillaran ya por su ausencia. Como una batería renqueante, un muñeco apaleado, destruido y sin vidas dentro de un videojuego. Uno de esos que se mueve por inercia. LeBron se quedó en 10 puntos (su marca más baja de la temporada), 5 rebotes y 9 asistencias, además de 0 de 4 en triples. Anthony Davis en 13. Y hasta siete jugadores igualaron o superaron los dobles dígitos en anotación, pero ninguno llegó a la veintena, siendo D’Angelo Russell (un síntoma equívoco) el máximo anotador con 19. Los Lakers, que perdieron hasta 18 balones (otra de sus señas de identidad negativas este curso), ya iban mal al descanso (52-66) y lo tenían todo perdido al final del tercer cuarto (105-78). Lo bueno fue que LeBron pudo descansar y sumó tan solo 24 minutos. Lo malo fue, claro, todo lo demás.

Los Suns, por su parte, sonríen. Recuperaron al big three y a Bradley Beal al mismo tiempo, siendo lo segundo consecuencia de lo primero pero con un significado especial dado el nivel mostrado, que recordó al de sus mejores días: 37 puntos, con 14 de 21 en tiros de campo y un espectacular 8 de 10 en triples. Los de Arizona volvieron a la senda de la victoria tras dos derrotas consecutivas, una muy clara ante los Clippers que fue también dolorosa. Contaron, además de con Beal, con un gran Devin Booker (31, con 5 rebotes y 5 asistencias, además de un 11 de 22 en el lanzamiento) y no necesitaron grandes alardes de Kevin Durant, que a pesar de todo hizo un partido más que correcto (18+5+5, con 7 de 12 en tiros). Frank Vogel consigue juntar poco a poco piezas que no van totalmente acorde a su estilo sin saturar a Durant y a Booker. Y si Beal vuelve con regularidad, podremos ver el nivel real de una plantilla que se formó en el ensueño y la irrealidad. Una de esas de Play Station que busca ahora su lugar definitivo, sumando mucho y cediendo en poco. Es por lo que hay que empezar si se quiere mirar a cotas más altas. No queda otra.


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