Lautaro Blanco: el fanático de Rosario Central que perdió a su padre por el covid y llega a Boca

La historia del nuevo refuerzo, de alcanzapelotas en Arroyito a ser convocado por Lionel Scaloni

“Alcanzapelotas”, dice su pechera. La foto muestra a un juvenil Blanco, de apenas 15 años, con el Gigante de fondo. Mientras hacía su camino en las divisiones juveniles, veía los partidos de su club en primera persona, al borde del campo. Todavía no era lateral izquierdo, el puesto en el que se ganó elogios de entrenadores y dirigentes rivales. En el semillero de Central se destacó como carrilero o mediocampista zurdo. Fue Cristian “Kily” González quien le encontró el puesto: lo retrasó en la cancha y le dio toda la banda para que pudiera atacar y marcar. A su talento natural con la pelota y su precisión al patear le agregó despliegue. No tardó en debutar en primera y consolidarse como número 3. Su ADN canalla lo convirtió, casi al instante, en uno de los preferidos de la hinchada. No llegó a la centena de partidos con la camiseta que bien podría ser su sangre. Sumó 96.

Lautaro Blanco, fanático de Rosario Central, jugará en Boca
Lautaro Blanco, fanático de Rosario Central, jugará en Bocainstagram.com/lauti_blanco99

“Olé, olé, olé, Blancoooo, Blancoooo”, lo despidieron los hinchas al concretarse su transferencia. El futbolista, tímido, levantó la mano en gesto de agradecimiento. Las palabras no le salían. Hablaba en la cancha. Estaba a punto de irse a Europa, de hacer realidad su segundo sueño (el primero era debutar con la camiseta de Central) y ya pensaba en el regreso. “Gracias a todos los hinchas, fue hermoso vivir su locura tanto afuera de la cancha como adentro, un sentimiento y una pasión inigualable, los voy a llevar siempre conmigo, nos vemos a la vuelta”, escribió en su perfil de Instagram, Los sentimientos son inexplicables.

En este mercado de pases también lo sondeó Central, a sabiendas de que el lateral buscaba minutos, un lugar en el que consolidarse como titular y, a la vez, estar cerca de la selección. Pero fue Boca el equipo que aceleró y lo repatrió tras una negociación sin dinero. Un trueque: el 50% del pase de Aarón Molinas (que jugará en Defensa y Justicia) a cambio de la mitad de la ficha de Blanco y sus derechos federativos. A falta de la confirmación oficial de ambos pases, los xeneizes terminaron de resolver la salida unilateral de Valentín Barco, emigrado a Brighton, de Inglaterra tras pagar su cláusula de rescisión.

Los 15 pases de gol de Blanco con la camiseta de Rosario Central son suficientes motivos para que cualquier club se interese por su pie zurdo. Por sus centros medidos o, incluso, por sus jugadas preparadas. En el compendio de asistencias hay una que se destaca por su peso específico: el envío que catapultó a Marco Ruben a ser el máximo goleador de la historia canalla. “La satisfacción cuando la pelota entra es bárbara, la verdad, muy feliz estuve. Cuando se cumplió el récord fue algo terrible, algo hermoso y soñado. Cuando hizo el gol me felicitó, me dijo: ‘Muy bien, muy bien’, porque había salido la jugada. Yo voy, lo abrazo por el gol y él me felicita a mí”, contó Blanco en una entrevista con Rosario3. Aquel pase, a la carrera, milimétrico, quedó grabado en las retinas de los hinchas. Fue el “centro de la leyenda”.

Aquella alegría compensa con una gran tristeza para la familia Blanco. El día de su despedida, con el Gigante aclamándolo por su carrera, en el racimo de parientes que lo abrazaban no estaba su papá, Sergio. Había fallecido de coronavirus, una enfermedad que el propio futbolista transitó en 2020. “Viví personalmente la pandemia con mi viejo, fue un año duro, se extraña mucho, la familia lo sintió mucho, pero como digo siempre estando unidos, con mucho amor se hace todo más llevadero, pero fue un golpe duro”, contó Blanco en su momento.

Después del último partido de su hijo Lautaro con la camiseta de Rosario Central -es el menor de cuatro hermanos; los demás se llaman Marisa, Ángel y Damián-, su mamá Claudia portó una bandera con el número 3 y un “Te amo”. Fue un mensaje especial de la mujer, que suele ser una de las máximas críticas del zurdo: “Mis hermanos más que nada me corrigen cosas que hago en la cancha, pero por ahí mi mamá me dice: ‘Nene, te vi mal hoy, no jugaste como el otro partido, estabas mas dormido’. Me ha dicho cosas así. Mis hermanos, para hacerla enojar me dicen: ‘¿Sabés que ella te estuvo criticando?’”, bromeó Blanco en Rosario3.

Sus centros, marca registrada de su juego, motivaron que Lionel Scaloni, entrenador de la selección, lo convocara para los amistosos de marzo pasado contra Panamá y Curazao, que sirvieron para festejar la tercera Copa del Mundo, obtenida en el Mundial de Qatar 2022. Si bien no disputó minutos oficiales, sí pudo entrenarse en el predio de Ezeiza, que ahora lleva el nombre de un tal Lionel Andrés Messi. Y hasta sacarse una foto con La Pulga. El propio futbolista sabe que el lateral izquierdo albiceleste es uno de los pocos puestos sin dueño fijo en el seleccionado albiceleste. La transición de Nicolás Tagliafico y Marcos Acuña está en marcha.

Lautaro Blanco, junto a Lionel Messi
Lautaro Blanco, junto a Lionel Messiinstagram.com/lauti_blanco99

En la familia Blanco está prohibido ser de otro equipo que no sea Rosario Central. O casi, porque hay una excepción que justifica la regla. Uno de sus cinco tíos -hermanos de mamá Marisa- es de la contra: Newell’s Old Boys. Se llama Darío y le dicen “Tato”. “Mi tío es la oveja negra de la familia, que no me quiere ir a ver, dijo cuando cambie de club ahí sí me sigue, pero está firme conmigo y ve todos los partidos”, dijo Blanco en Rosario 3. “Tato” sonríe. Como Blanco jugará en Boca y no en Central podrá verlo en acción. Habrá que ver qué pasa si le hace un gol a su querido Newell’s.


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