Las activistas que arrojaron sopa a la “Mona Lisa” escaparían del procesamiento

Las manifestantes del grupo ‘Riposte Alimentaire’, que fueron arrestadas tras atentar contra la famosa pintura de Leonardo da Vinci en el Museo del Louvre, podrían hacer una “contribución ciudadana” en lugar de enfrentar un proceso

Un grupo llamado Riposte Alimentaire (“Contraataque alimentario”) se atribuyó la responsabilidad del hecho. Los dos activistas fueron arrestadas y puestas temporalmente bajo custodia policial.

La fiscalía dijo que los activistas fueron acusadas de entrar ilegalmente en la zona segura alrededor del cuadro, un delito que conlleva una multa máxima de 1.500 euros (1.620 dólares).

En esta imagen tomada de un video, dos activistas climáticas de pie luego de arrojar sopa al vidrio que protege la obra de la Mona Lisa, en el Museo del Louvre, en París, el domingo 28 de enero de 2024. (AP Foto/Clement Lanot)
En esta imagen tomada de un video, dos activistas climáticas de pie luego de arrojar sopa al vidrio que protege la obra de la Mona Lisa, en el Museo del Louvre, en París, el domingo 28 de enero de 2024. (AP Foto/Clement Lanot)

Ambas comparecerán ante los fiscales el lunes por la tarde con el fin de hacer una “contribución ciudadana” en lugar de enfrentar un proceso, según informó la fiscalía.

Según el sistema francés, hacer una donación de este tipo a una asociación de víctimas es una alternativa al procesamiento. La cuantía la determinan los fiscales hasta un máximo de 3.000 euros.

El museo del Louvre dijo que la pintura no había sufrido ningún daño y agregó que las mujeres habían escondido la sopa de calabaza en un termo.

“La Gioconda”, considerado el lienzo más famoso del mundo y también conocido como la Mona Lisa, fue recientemente objeto de otro acto vandálico cuando en mayo de 2022 le arrojaron una torta de crema, pero el grueso cristal que la protege evitó que sufriera daños.

En mayo de 2022, a la obra le arrojaron una torta de crema, pero el grueso cristal que la protege evitó que sufriera daños

Una historia de ataques con La Gioconda

Los cristales en las obras de arte del Louvre comenzaron a aplicarse en 1907, luego de que una mujer acuchilló un lienzo de Ingres en nombre del anarquismo. Así, desde entonces, las grandes piezas del espacio parisino son protegidos por “vidrios de diamante” de la casa Saint-Gobain, la misma que desarrolló los cristales de la famosa pirámide inaugurada en 1988.

Desde ese mismo año el cuadro se encuentra alojado en el Salón de los Estados, donde tiene una pared para ella sola, junto otras pinturas venecianas notables como “Las bodas de Caná” de Veronese. Está separada del público por estrictos protocolos de seguridad, por lo que nadie nota el medio millón de craquelures, pequeñas grietas, que surcan la pintura. Llegó allí tras haber pasado por la Sala Rosa y la sobrecargada Sala Carré, donde estuvo ausente durante dos años tras el famoso robo, ocurrido el 21 de agosto de 1911, del italiano Vicenzo Peruggia.

Sin dudas, “La Gioconda” debe su fama no tanto a su composición pictórica, porque incluso Leonardo ha realizado retratos superiores como “La dama y el armiño”, sino a la publicidad que alcanzó tras el robo de Peruggia.

Funcionarios se reúnen en torno a la 'Mona Lisa' de Leonardo da Vinci (también conocida como 'La Gioconda' o 'La Joconde') a su regreso a París, el 4 de enero de 1914 tras su robo en 1911 (Paul Thompson/FPG/Archive Photos/Getty Images)
Funcionarios se reúnen en torno a la 'Mona Lisa' de Leonardo da Vinci (también conocida como 'La Gioconda' o 'La Joconde') a su regreso a París, el 4 de enero de 1914 tras su robo en 1911 (Paul Thompson/FPG/Archive Photos/Getty Images)

Durante los dos años que desapareció, la obra salió un sinfín de veces en los principales medios del mundo, los periódicos ofrecieron recompensas y recibieron miles de cartas con supuestos sospechosos. Incluso, se llegó a arrestar a Pablo Picasso por el robo. Peruggia cayó cuando quiso vender la obra en Florencia y el regreso de la pintura fue todo un acontecimiento. Durante su ausencia, los visitantes inundaron los pasillos del Louvre para ver el hueco que había dejado la pintura.

En otros ataques, en 1956, un hombre lanzó ácido al cuadro dañando la parte inferior del mismo y a finales de ese mismo año, un pintor procedente de Bolivia, llamado Ugo Ungaza Villegas, tiró una piedra contra el óleo, lo que también provocó un ligero daño.

En el ‘74, en un viaje al Museo Nacional de Tokio, una mujer le arrojó pintura roja, como protesta por la ausencia de accesos al museo para personas discapacitadas, y en 2009, una mujer rusa, enfurecida por la denegación de su solicitud de ciudadanía francesa, le arrojó una taza de cerámica comprada en la tienda del Louvre.


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