La última vez de la Fórmula 1 en Madrid: se corrió en el Jarama, era 1981 y Fernando Alonso aún no había nacido
El inminente regreso del Gran Circo a la capital española lleva a echar la vista atrás hasta el último Gran Premio de España que se disputó en la capital, en el que la victoria recayó en el malogrado Gilles Villeneuve
El Mundial es otro muy distinto al que dejó de pisar suelo madrileño. Tanto es así que ni un solo integrante actual de la parrilla había nacido cuando se disputó aquel GP español del 81. Ni siquiera lo había hecho el piloto más veterano de la competición. Precisamente, un Fernando Alonso que llegaría al mundo en Oviedo el 29 de julio de ese año, poco más de un mes después de la celebración de la prueba en San Sebastián de los Reyes.
Fue la séptima cita del campeonato, justo a continuación del glamuroso Gran Premio de Mónaco. Se dio la circunstancia de que el futuro poseedor del título, Nelson Piquet, ni siquiera pudo terminar aquel día: se salió de la pista en la vuelta 43 de las 80 que hubo que completar. Otra leyenda que se vio obligada a abandonar fue Alain Prost, por un accidente en la vuelta 28. Casualmente, la primera victoria que obtuvo llegaría en la siguiente entrada del calendario, su Francia natal.
Al podio subieron, por orden de importancia, el canadiense Gilles Villeneuve (Ferrari), el galo Jacques Laffite (Ligier) y el inglés John Watson (McLaren). Entre el primero y el quinto, apenas hubo un segundo de diferencia, y el australiano Alan Jones, al que se le llegó a poner cara de ganador en la primera mitad de la carrera, tuvo que conformarse con ser séptimo: él sí pudo reincorporarse tras una salida de pista. El calor ya veraniego fue un factor a tener en cuenta, porque había 40 grados en el asfalto cuando empezó la acción.
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El triunfo que logró en Madrid, segundo consecutivo que conseguía al haber sido igualmente el más rápido en suelo monegasco, fue significativo para Villeneuve: no volvería a ganar más (lo hizo seis veces en la F1) en lo que le quedaba de vida. Porque, sí, la persona que, hasta nuestros días, cerró en lo más alto del cajón la historia de la F1 en Madrid tuvo un final trágico. Fue así debido al accidente que protagonizó en los entrenamientos del Gran Premio de Bélgica de la siguiente temporada. Un 8 de mayo de 1982, todo acabó para él al chocar con otro coche. El monoplaza voló 100 metros y terminó desintegrándose cuando chocó con la pista. Su ocupante, sin casco y atado al asiento, salió despedido 50 metros y acabó contra la valla de seguridad. Ya en el hospital, falleció.
Pero eso fue casi un año más tarde del momento de gloria que pudo saborear Villeneuve en el Jarama. Quien peor lo pasó allí, nada más acabar, fue el segundo clasificado, Laffite: se quedó sin fuerzas, sus mecánicos tuvieron que sacarle del bólido y hubo que reanimarle con oxígeno para que pudiera recoger el correspondiente galardón.
No hubo presencia española ni se cubrieron los gastos previstos
El Jarama había albergado el Gran Premio de España con anterioridad: 1967, 1968, 1970, 1972, 1974, 1976, 1977, 1978, 1979 y 1980. La primera de estas ediciones no fue puntuable para el Mundial. Tampoco la del 80, en la que un conflicto por los derechos televisivos vigente en aquella época dejó sin puntuación mundialista, que no celebración, el evento. Se lo llevó, a diferencia de lo que sucedió en el 81, Alan Jones.
La polémica entre FOCA (Asociación de Constructores de Fórmula 1) y FISA (Federación Internacional de Deportes de Automovilismo) se había resuelto en lo que respecta a la televisión, pero la despedida de la F1 en Madrid tuvo un sabor agridulce, de nuevo, por la guerra entre organismos. En este caso, con un componente deportivo que afectó al representante español que solía aparecer por el Mundial en esos tiempos: el local Emilio de Villota. Este tuvo que conformarse con participar en los entrenamientos libres del viernes, puesto que el mítico Bernie Ecclestone no quería a equipos privados en sus dominios. Y el del madrileño lo era.
Aquella vez, por De Villota, también fue la última en la que una escudería no oficial tomó parte en los Grandes Premios. “Vergüenza nacional no haber sabido apoyar a nuestro único gran piloto español de F1″, se protestaba vía pancartas en las gradas del Jarama. Que su paso por el recinto fuese un visto y no visto se notó, como no podía ser de otra manera, en la afluencia de público. Otro factor que no contribuyó: las fechas coincidieron con el Corpus Christi, por el que antes se hacía puente en España.
No obstante, lo que más pudo pesar en que no se cumpliese con las expectativas de asistentes fue que Emilio de Villota se ausentase, obligado, el domingo. Así pues, el RACE (Real Automóvil Club de España), dueño del Jarama, no pudo cubrir los gastos de la carrera. Esto fue así porque hubo 70.000 espectadores cuando se necesitaban por lo menos 85.000. Así se cerró el capítulo de Madrid y la Fórmula 1, cuyos caminos van a volver a cruzarse ahora, en pleno resurgir de la ‘Alonsomanía’ y con Carlos Sainz, un corredor de la ciudad, instalado en la élite. Qué caprichoso es el destino: conduce un Ferrari, como Villeneuve en el 81.