La Justicia austríaca estudia la excarcelación de Josef Fritzl, el “monstruo de Amstetten”
En 1984, encerró a su hija de 18 años en los bajos de la vivienda familiar. Durante más de dos décadas, la violó de manera incesante y la joven dio a luz a siete niños, uno de los cuales falleció, mientras el resto de la familia no tenía constancia de los abusos
Un portavoz de una corte regional de Krems, al oeste Viena, ha confirmado que tres magistrados examinarán opiniones de expertos con vistas a modificar la actual situación de Fritzl, que puede ser internado en el sistema penitenciario normal, ahora está en un centro especializado, o, más probablemente, quedar en libertad provisional.
“Los expertos sostienen que ya no es peligroso sólo por razones de salud”, ha declarado este portavoz, Ferdinand Schuster, a la agencia de noticias DPA.
Fritzl tiene ahora 88 años y ha cubierto ya 15 años de condena, lo que facilita una revisión de su caso.
En 1984, Fritzl encerró a su hija de 18 años en un zulo insonorizado en los bajos de la vivienda familiar. Durante más de dos décadas, la violó de manera incesante y la joven dio a luz a siete niños, uno de los cuales falleció, mientras el resto de la familia no tenía constancia de los abusos.
Los cálculos de los investigadores indicaron que Fritzl violó unas 3 mil veces a su hija durante el cautiverio a la que la sometió. En abril de 2008, uno de ellos se enfermó y debió ser hospitalizado. Los responsables del centro médico querían conocer a la madre, de quien no había noticia. Finalmente, Fritzl le permitió que fuera a visitarlo, pero esto llamó la atención de la policía, que comenzó a investigar más en profundidad.
Según los periodistas del diario alemán Bild, con quien Fritzl realizó una entrevista en 2017, no siente remordimientos por lo que hizo, ni ha reflexionado sobre la atrocidad que realizó.
Fritzl solo habla abiertamente de su mujer, Rosemary, a la que todavía ama: “Le he escrito ocho cartas, pero nunca me contestó. Sueño con que algún día salga vivo de aquí. Quiero volver a cuidar a mi mujer, porque ella siempre me ha sido fiel”.
Fritzl está convencido de que ella también lo ama todavía.
Su mujer, Rosemary, se divorció de él poco después de su encarcelamiento, y ha comenzado una nueva vida junto a sus hijos en un lugar secreto, cercano a su antiguo domicilio de Amstetten. También se sabe que mantiene una relación sentimental con uno de los guardas de seguridad encargados de proteger a la familia.
Ninguno de los 13 hijos de Fritzl, incluidos los seis que vivían con su hija en el sótano, quisieron ir a visitarlo a la cárcel. La explicación que él encuentra tiene tintes conspirativos, y culpa al Estado austríaco de ello.