Holocausto: una fecha que se resignifica de modo atroz
Otra conmemoración del día en que el Ejército Rojo se topó con Auschwitz. Las Naciones Unidas eligieron ese día, 27 de enero de 1945, para honrar a las víctimas. El 8 de octubre de 2023, el día siguiente del ataque terrorista de Hamas, el mundo se topó con el horror
La sorpresa fue igual.
La desazón fue igual.
El golpe en el plexo, igual.
La pregunta por la condición humana, igual.
Sorprende nuestra sorpresa. ¿Es que -¿ilusos, ingenuos, estúpidos?- habíamos creído a la Shoá como vacuna eficaz generadora de resistencias e inmunidades en nuestra piel social y en nuestra condición humana? Como los soviéticos, que en su avance para derrotar al nazismo se toparon con la podredumbre más maloliente, nos topamos con la noción de que lo que creíamos que había cambiado no sólo no cambió sino que empeoró. Entonces, aunque pretendieron ocultarlo, los nazis no tuvieron tiempo para esconder todo. Ahora, con un espanto renovado, vemos que, lejos de pretender ocultarlo, lo filmaron y lo publicaron ¡orgullosos!
Los negadores del holocausto ponen en duda lo que pasó. Los que apoyan al islamismo radical hacen lo mismo. Las evidencias no les son evidentes. No las quieren ver. Y se convencen de que no están.
La derrota del nazismo derribó en el siglo XX la idea de un humanismo racional. La respuesta al ataque de Hamás hirió en el siglo XXI la noción de que la educación sobre el holocausto había reducido el antisemitismo. Por el contrario nos explotó como una pústula purulenta y sus esquirlas laceran nuestra piel desnuda, frágil y vulnerable. No solo la piel de los judíos. La de toda la humanidad. Nadie es ajeno al antisemitismo. Lo sufrís, lo generás o creés que no es con vos. Si creés que no es con vos, es hora de que te sientes a pensar y te prepares. Hoy no es con vos. Solo hoy. Es cosa de las ideologías totalitarias con pretensiones universales. El nazismo del “Reich de los mil años” terminaría con los “impuros”, la yihad islámica, si triunfa e instala el califato universal, terminará con los “infieles”. Nadie está exento. Infieles somos todos los que no somos musulmanes. Es desgarrador advertir que las futuras víctimas no lo ven y, lo que es aterradoramente peor, no ven que no ven.
Derrotar al nazismo detuvo la masacre. El único camino, hoy, es derrotar el plan hegemónico y terrorista islámico.
Si teníamos alguna ilusión de progreso, ya sabemos que no, que habrá que guardarla hasta que escampe. Hoy como entonces el peligro nos fuerza a mezclar y dar de nuevo. Hoy como entonces recordemos que no somos los judíos los que debemos dar una respuesta. Somos las víctimas, no los responsables. Hoy como entonces es mandatorio comprender que se trata de la sociedad humana, de nuestro futuro y el del mundo que les dejaremos a nuestros descendientes.
Si el perpetrador es justificado, admitido y resulta impune, la órbita de sus ataques se extenderá. Si los estados islámicos tiránicos, autocráticos y absolutistas continúan regando con petrodólares las conciencias de Occidente, el jardín de la civilización se cubrirá con malas hierbas. Si no frenamos el avance destructivo y arrasador del terrorismo la tierra nutricia del humanismo se volverá un desierto seco y estéril.
Claro que si quedara algún judío, probablemente, como ya sucedió con el milagro en Israel, volvería a inventar el riego por goteo para que vuelva a renacer la vida.