En sólo dos meses fueron reportadas ocho muertes sospechosas de estadounidenses en Medellín
La embajada de Estados Unidos en Bogotá alertó sobre delincuentes que usan aplicaciones de citas para atraer a sus víctimas, acciones que han resultado en robos y asesinatos
La semana pasada, la policía detuvo e imputó a cuatro personas por el secuestro y asesinato de Tou Ger. La suya fue una de las al menos ocho “muertes sospechosas” de ciudadanos estadounidenses ocurridas en noviembre y diciembre de 2023 en Medellín, un destino popular entre los turistas que visitan Colombia. La embajada de Estados Unidos en Bogotá dijo que los incidentes no parecían estar relacionados, pero que varios de ellos se habían producido en circunstancias similares.
“Los delincuentes utilizan las aplicaciones de citas para atraer a las víctimas a encontrarse en lugares públicos como hoteles, restaurantes y bares, para luego asaltarlas y robarles”, advirtió la embajada en un comunicado. “Numerosos ciudadanos estadounidenses en Colombia han sido drogados, robados e incluso asesinados por sus citas colombianas”.
El turismo en este país suramericano ha crecido constantemente desde la firma en 2016 de los acuerdos de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, también conocidas como las FARC. El país empezó a promocionar zonas que antes eran demasiado peligrosas para visitar, y los extranjeros no tardaron en ir al país. El gobierno también ha ofrecido nuevos visados de “nómada digital” para animar a estadounidenses y otros extranjeros a vivir en la nación.
El renacimiento de la industria del secuestro en Colombia
En el pasado, Colombia era famosa por su industria del secuestro. Las FARC, entonces el mayor grupo rebelde de izquierdas del país, utilizaban esta táctica para obtener ingresos y ventajas políticas. Entre 1996 y 2006, 23.144 personas fueron secuestradas por este grupo armado ilegal y otras organizaciones criminales, según la policía nacional colombiana, una media de 5,7 personas al día.
Sin embargo, ahora que otros grupos armados se han hecho con el control de los lugares donde se retiraron las FARC, los secuestros han vuelto a aumentar. El año pasado, el número de personas secuestradas se disparó a 287, según datos de la policía, una cifra que el país no había visto desde 2014. Uno de los secuestros más sonados fue el del padre del futbolista del Liverpool Luis Díaz, durante más de una semana por la guerrilla del ELN.
Elizabeth Dickinson, analista senior de International Crisis Group, afirmó que los grupos criminales armados de Colombia extorsionan a familias y empresas con “impuestos” de protección como forma de diversificar sus carteras de ingresos e infundir miedo en la comunidad. A veces, estos grupos secuestran a familiares y los mantienen como rehenes hasta que se paga la extorsión.
El mes pasado, en un intento de avanzar en las conversaciones de paz con el gobierno del presidente Gustavo Petro, el ELN anunció que dejaría de pedir rescates, siempre y cuando el gobierno financiara proyectos que ofrecieran fuentes de ingresos alternativas.
Incluso en los entornos urbanos, los secuestros no se producen al azar, afirma Dickinson. A menudo, forman parte de una red organizada de control, ya que los grupos criminales urbanos pretenden reclutar más miembros y generar más ingresos. “Este tipo de sucesos afectan desproporcionadamente a la percepción de seguridad que tienen los ciudadanos, porque es una práctica que Colombia creía haber superado”, dijo Dickinson, “pero está claro que ha vuelto”.
El caso de Tou Ger Xiong
Tou Ger Xiong llegó a Colombia como turista a finales de noviembre y alquiló un apartamento en El Poblado, uno de los barrios más populares entre los extranjeros en Medellín.
En la zona de las Ciudades Gemelas, donde vive la mayor población hmong de Estados Unidos, era una celebridad, un artista que utilizaba la comedia, la narración y el rap para enfrentarse a los estereotipos y forjar vínculos. Contó al público cómo su padre luchó con las fuerzas apoyadas por Estados Unidos durante la guerra de Vietnam, cómo su familia tuvo que huir de Laos a causa de esa asociación y cómo aprendió a desenvolverse en la cultura estadounidense aferrándose a su herencia.
Tou Ger, un viajero entusiasta, había visitado Colombia media docena de veces. En este viaje, le dijo a su hermano, planeaba estudiar comercio y bolsa por las mañanas y pasar las tardes con amigos. También iba a aprender español. El 10 de diciembre, Eh acababa de subir a un avión en Seattle cuando vio aparecer el nombre de su hermano menor en la pantalla de su móvil. “¿Puedes enviarme un par de miles de dólares?”. preguntó Tou Ger. “Estoy en apuros, pero todo va bien”.
No era la primera vez que le pedía a su hermano que le transfiriera dinero, así que a Eh no le pareció extraña la petición. Tou Ger pidió el dinero a través de PayPal, pero Eh no utilizaba la plataforma, así que Tou Ger le dio en su lugar un número de cuenta bancaria. El avión despegó mientras la transacción estaba pendiente.
La mañana del 11 de diciembre, el compañero de piso de Tou Ger vio su cama vacía y denunció su desaparición. Entonces, una llamada anónima alertó a la policía de la presencia de un cadáver junto al arroyo. La fiscalía reconstruyó que lo habían atado y torturado en un apartamento antes de llevarlo a una zona boscosa y arrojarlo por el acantilado. Tenía heridas de arma blanca en el pecho y la cara, y le habían aplastado el cráneo con una roca.
Resultó que Tou Ger había hecho otra llamada esa misma noche para pedir dinero. En ese intercambio, con un amigo de Minnesota, dijo que estaba retenido contra su voluntad. Su amigo le envió 3.140 dólares por PayPal y los investigadores rastrearon la cuenta del destinatario hasta Sharit Gisela Mejía, de 19 años.
Los investigadores creen que Tou Ger y Mejía se conocieron por Internet. Habían ido a un concierto de Karol G a principios de diciembre -se les puede ver juntos en un video- y también estuvieron juntos el 10 de diciembre, según la fiscalía. Los fiscales creen que Mejía había estado saliendo con Tou Ger con el objetivo de robar dinero. Pero cuando su novio se enteró, se puso celoso, alegan los fiscales.
El novio, un menor de 17 años, se declaró culpable de los cargos de secuestro y asesinato. Mejía. se declaró inocente, al igual que otros dos hombres: un estudiante de Derecho de 34 años y otro de 24 que pertenece a un grupo criminal que dirige un negocio de drogas en el barrio, según las autoridades. Ambos habían sido condenados anteriormente por tráfico de drogas.
Tou Ger no mencionó una posible cita a su compañero de piso antes de abandonar el apartamento. “Sólo dijo: ‘Quizá no vuelva a casa esta noche’”, explicó su compañero de piso, que habló bajo condición de anonimato por motivos de seguridad. “Era demasiado bueno y confiaba en todo el mundo. Le dije que tuviera cuidado en Colombia”. Semanas después, Eh viajó a Colombia y se reunió con el fiscal encargado de la investigación. Hizo los preparativos para enviar el cuerpo de su hermano de vuelta a Minnesota y llevó a cabo el ritual para despedirse del espíritu de su hermano.