Boca se despertó en los últimos 15 minutos, pero no le alcanzó: Platense le tomó el pulso y lo invita a cambiar
En Vicente López, igualó sin goles en el debut oficial del DT Diego Martínez; activo estreno de Kevin Zenón, un Frank Fabra peligroso en el ataque y un Edinson Cavani falto de confianza
El ciclo de Jorge Almirón resultó un suplicio en el juego, perdió los dos superclásicos y no logró la clasificación para la Copa Libertadores, la ambición de siempre. Sin embargo, alcanzó la finalísima de esa competencia e incluyó algunas decisiones que marcaron el camino, como la confirmación del Colo Valentín Barco, hoy en el Preolímpico y mañana en la Premier League. No salió campeón, una frustración que parece imperdonable en nuestro medio. Pero hubo algo más inquietante en la travesía de 2023: el DT traicionó sus propias convicciones. Muy de vez en cuando Boca fue un equipo agresivo, audaz.
Martínez, el primer DT de la era de Juan Román Riquelme como presidente, debutó en un escenario diferente. Empezó con el año, sin Barco ni Libertadores, con cracks que tienen unas cuantas láminas del almanaque en el aire puestos en el ojo de la tormenta (Cavani, Darío Benedetto, Frank Fabra) y una idea noble, clara. Intentarlo. Ser prolijo, intenso, fomentar la prepotencia de los volantes; un delantero por fuera, uno por adentro. Con varios intérpretes ocupados en la competencia para llegar a París 2024, es cierto (Cristian Medina, Ezequiel Fernández, Nicolás Valentini), todavía no arranca. Se trata de la primera fecha de la Copa de la Liga, también es cierto. Sin embargo, ya en los ensayos de verano elaboró actuaciones grises, sin el calor y el color de una camiseta pesada.
Luca Langoni y Miguel Merentiel no se citaron en el área. Pol Fernández se perdió, Jorman Campuzano solió caer en la trampa, Ezequiel Bullaude es toda una incomodidad como enganche. Frank Fabra ataca como un profesional –sus últimos 15, muy buenos– y defiende como un amateur, como en toda su carrera, más allá de lo que pasó en la final del Maracaná (absurdo y expulsión). Boca es una continuidad, en el vuelo bajo y la tibieza, de casi todo 2023. Pero tiene nombres, cuenta con jerarquía. Y en cualquier momento actualiza el marcador.
Un entusiasta y ordenado Platense lo mareó en buena parte del desarrollo. Ahora, con Sebastián Grazzini como entrenador en lugar de Martín Palermo, con medio equipo nuevo (como la mayoría de los conjuntos que participan en el torneo, víctimas del desorden y de la crisis económica infinita), le puso el pecho a la coyuntura. Lucas Ocampo es guapo y sabe con la pelota, Iván Gómez nunca deja de correr y Braian Rivero trabaja como si estuviera en el campo. Suda la gota gorda. Platense da la cara sin plata ni apellidos. Boca es una ilusión. Cosa tan bonita como peligrosa.
“Estoy feliz con el mercado de pases. Sumamos al técnico Martínez, que tiene mucha ilusión. Tenemos el mismo plantel de hace 30 días. Si me pongo a pensar, hace una semana se iban Equi Fernández, Rojo, Medina, y así nombro 34 jugadores. Se fue Barco y tenemos a Zenón. Llegó [Cristian] Lema. El desafío era mantener el nivel del plantel que llegó a la final de la Copa Libertadores”, afirmó el presidente. Mantener el nivel no alcanza, verdaderamente. Se nota.
Todavía se refleja en Boca el efecto de la etapa anterior, la de Almirón. Un equipo deshilvanado, sin mucha orientación respecto a lo que pretende hacer con la pelota y sin ella. Parece querer resguardarse, pero convive con el temor y las sensaciones de inestabilidad defensiva. Se siente en peligro muy a menudo.
Sin respuestas nobles sobre el campo, envuelto su conjunto en la intrascendencia, Martínez dispuso los ingresos de Cavani y Zenón. Algo mejoró Boca en la parte final, con algunos avances del zurdo y un orden general más sustentable. Una corrida-centro de Fabra (en modo atacante) derivó en un centro largo que Cavani no pudo conectar. Al rato, en posición adelantada, el uruguayo ejecutó un cabezazo que picó cerca.
Boca tenía a tiro el triunfo, ya con Dario Benedetto también en la cancha. Con Cavani y Lucas Janson se formaba un torbellino al ataque. Respaldado en Zenón, Fabra se convirtió en un delantero más. El joven nuevo, al final, fue lo luminoso de un gris espectáculo por parte del cuadro xeneize. Sellado el apático 0-0, quedaron unas cuantas cuentas pendientes. Y cuatro interrogantes puntuales.
¿Quién va a ser el generador de juego? Bullaude, aunque bienintencionado, no parece tener el don. Tal vez Cristian Medina... ¿La presencia de Zenón puede aportar algo en ese sentido? Tal vez movilidad, pero no contenido. De todos modos, entre la medianía, fue el más activo.
¿Qué pasará con Cavani? Fue al banco de suplentes el uruguayo. Después de la pretemporada, en la consideración quedó detrás de Merentiel y Langoni, que tampoco tuvieron peso esta vez. Jugó unos 35 minutos e hizo poco, verdaderamente.
¿Sólo el laboratorio, el juego aéreo? La presencia de Cristian Lema, al límite de la tarjeta en cada cruce, le ofrece al menos una posibilidad de tomar ventaja en la pelota parada. Está claro que es un valor en el fútbol de hoy. Pero ésa no puede ser la mayor herramienta ofensiva. Algo más habrá que gestar.
¿Qué sucederá con Fabra? Una cosa es la condición de visitante, sin público azul y oro. Otra será en el próximo encuentro, con Sarmiento, cuando la gente se exprese después de aquel desconcierto del colombiano (”cometí un error”, reconoció este sábado) en la final de la Libertadores frente a Fluminense. En lo futbolístico, fue un ciclón en el ataque, pero sufrió bastante cuando Platense lo atacó por ese lado con Ciro Rius, Gómez y Ocampo.
Compacto de Platense 0 vs. Boca 0
¿Y si Boca juega así todo el partido? En los últimos 15, 20 minutos, se vio lo mejor. Punzante, creativo, con ganas. Fabra-Zenón, por la izquierda. Pipa Benedetto, Janson y Cavani en las alturas. Pudo ganar, pero habría sido una ilusión óptica. Un engaño a futuro.