BARCELONA 3- VILLARREAL 5 / El Barça se desangra

El Villarreal define las carencias de un Barcelona caótico que logró remontar un 0-2, pero que acabó tirando el partido a la basura en una actuación que deja a la entidad colgada de la brocha.

Santi Giménez
As
El Barça y especialmente Xavi salen muy tocados de su retorno a LaLiga en casa. El equipo blaugrana, después de caer en la Copa por 4-2, perdió por 3-5 ante el Villarreal en un partido loco que empezó triste y acabó taquicárdico con el técnico blaugrana fuera de si tras un supuesto penalti no pitado. En tres días, el Barça ha encajado nueve goles, se despide de dos competiciones y se aboca a un futuro incierto.

Cuando se encuentran dos desesperados que están en un proceso depresivo como pasaba con el Barcelona y el Villarreal, el inicio del encuentro fue absolutamente tedioso, largo y perezoso. Ni los cambios que introdujo Xavi en su alineación, dando reposo a Pedri y Ferran tras el partido de San Mamés y dando entrada a Oriol Romeu, Joāo Félix y Christensen de salida activó a un equipo que pareció darse por satisfecho con no encajar un gol antes del primer minuto.

No obstante, cuando dos tristes se encuentran siempre hay uno que se da cuenta que el otro está peor. Y ese fue el Villarreal, que enseguida detectó que el Barcelona se sostenía con alfileres. Mejor dicho, con un único alfiler llamado Lamine Yamal, un chico de 16 años que asumió por la derecha del ataque barcelonista todo el protagonismo del juego. Por la izquierda, el enésimo intento de rehabilitar a Joāo Félix pinchaba en hueso. El portugués fue un jugador transparente, una vez más, a pesar de que el público de Montjuïc le premia cada detalle inútil que realiza sobre el césped. Demasiado premio para tan poca producción.

Aferrado al Laminesistema, el Barcelona trataba de crear cierto peligro ante un Villarreal que cada vez se sentía más cómodo. No dominaba el partido, pero sus mordiscos iban minando la débil moral de un equipo que vio como el VAR, el árbitro asistente o el Espíriutu Santo le salvaban de encajar el primer gol en una jugada en la que nadie sabe muy bien el motivo por el que se anuló un gol de Gerard. Podría ser por una falta imaginaria de Baena sobre Koundé o por la enésima interpretación del fuera de juego posicional apelando a un movimiento de Sörloth, que nada influyó en la jugada. El escandinavo, además de inaugurar una nueva manera de interpretar los fueras de juego, fue un dolor de muelas para Araújo, que se vio superado en el cuerpo a cuerpo ante el delantero escandinavo.

Así, tacita a tacita, el Barça se fue haciendo más pequeño y el Villarreal viéndose cada vez más guapo. Y fue entonces, cerca del final del primer tiempo cuando tras u saque de banda, el Barça dio un clínic de mala defensa y Sörloth, de nuevo, ganó la posición para regalarle el remate a gol a Gerard mientras Christensen, cómo no, volvía a llegar tardísimo. El danés, junto a Hèctor Fort y Romeu fueron los sacrificados en el descanso para tratar de arreglar la situación. Cubarsí, Cancelo y Pedri salieron al campo ya con las prisas y con el Madrid a diez puntos en la tabla.

Pero, de entrada, fue peor el remedio que la enfermedad. A los 53 minutos, Cancelo, que lucía un aparatoso vendaje en su pierna izquierda y que no corría de manera normal, trató de controlar un balón aparentemente fácil, pero la pifió y facilitó a Ilias Akhomach marcar el segundo tanto. Con el 0-2, Xavi ya retiró a Joāo para dar entrada a Ferran Torres para ir ya a la desesperada.

La carga del Barça funcionó. Gündogan marcó el 1-2 y ocho minutos después, Pedri empataba el partido aprovechando un balón muerto. El Barça se encontró con que, ahora, el deprimido era el Villarreal y aprovechó la ocasión. En un saque de falta lateral, Gündogan colgó un balón que Araújo, a la heroica, intentó rematar de cabeza, el balón tocó en Bailly y se introdujo en la red. En 11 minutos locos, el Barça le había dado la vuelta al partido.

Pero estas reuniones acostumbran a tener desenlaces inesperados y el Barcelona, cuando más seguro se veía, volvió a caerse por el precipicio. En el 84, Guedes empató en una contra, el VAR anuló un posible penalti por manos de Comesaña y a partir de ahí, con las revoluciones a mil, el Villarreal volvió a sentirse poderoso. Sorloth sacó petróleo de una indecisión de Peña y ya a lo loco, Morales acabó dinamitando al Barcelona, marcando el quinto en un partido que deja muy tocado a Xavi.


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