ATLÉTICO 2 - RAYO VALLECANO 1 / Memphis parte al Rayo

El neerlandés marca el gol de la victoria en el 90′ ante el equipo vallecano, que jugó un buen partido. Reinildo adelantó primero al Atleti, pero Álvaro empató.

Patricia Cazón
As
La noche que terminó en alto con los Memphis-Grizi comenzó con sorpresa. Porque en el fútbol no hay demasiado pronto y Vermeeren, tres entrenamientos después, estaba en el círculo central del Metropolitano listo para jugar. El calendario aprieta con tanto partido y finales en febrero, sin tiempo para milis. Con Paulista ya en el banquillo, el belga de 18 años era titular ante el Rayo. Siete eran los cambios del Cholo en un partido de rotaciones y caras B que se necesitan A. Hermoso y Reinildo, juntos. Correa y Memphis, arriba. Ese centro del campo inédito, con Barrios de pivote y el nuevo en el interior derecho intentando que la camiseta, y el partido, no le quedasen demasiado grandes.

Se presentaba el Rayo con las heridas de aquella noche de agosto en Vallecas, el 0-7, curada y remendada, y Francisco buscando la del Bernabéu: Ratiu para hacer de Roro un mero alboroto sin tino, como aquella noche a Vinicius. Los primeros minutos fueron de un Rayo que tenía el balón, la velocidad y los robos. El Atleti salió frío como la noche de enero. Aturullado en pases y entregas, como si los jugadores del Cholo fuesen solo carámbanos repartidos por el césped, sin movilidad alguna.

El Rayo, cómodo, hacía senda hasta Oblak. Álvaro marcaba el camino hasta llegar a Reinildo, que ponía el candado como si nunca hubiese faltado al final de todas las jugadas. Y mientras Vermeeren se iba ajustando el traje (al campo, sus dimensiones y gente, desubicado y sin destacar pero también sin esconderse), Barrios bailaba con el balón, con ruleta, giro y regate para irse de tres y subirle el volumen al estadio. Y dar de una vez calor a su equipo. Color. Saúl resultaba insípido y Correa parecía no querer marcar. Dos veces llegó ante Dimitriesvki y, si en la primera le ganó el portero, en la segunda, tras regatearlo y que Lejeune le sacara en la línea una pelota que pareció entrar del todo, el VAR levantó el banderín: fuera de juego. El Rayo seguía sin pellizcar de verdad. Contagiado por el frío llegaba al área y nada más.

Pellizcar como hizo Reinildo cuando se cambió de área para demostrar que es jefe en la suya y la contraria. Roro lanzó tenso una falta al barullo, allí donde estaba éste abriéndose paso entre Lejeune y Kike para cabecear a la red. Lo hizo agarrando, claro, la camiseta del primero. Claro que, a la vez, también le agarraban a él. Ten con ten. El 1-0 subió al marcador con rosario de VAR, que tardó en validar, tirando líneas y midiendo en Newtons la fuerza de dedos tirando de la tela. Valía. La ventaja le duró poco al Cholo.

Apenas siete minutos después, el que bailaba era el Rayo. Isi encontraba a Chavarría en la izquierda y Chavarría, a Álvaro libre de marca en la frontal. El balón tenía destino: un zapatazo del futbolista que había sembrado todo el peligro del Rayo a la red, imparable para Oblak. 1-1. Hasta detenido, Álvaro parece estar corriendo. Descanso. A Francisco empezó a sobrarle el abrigo.

Vermeeren se quedó en la ducha, Nahuel entró al lateral y Llorente pasó al medio, una composición rojiblanca más reconocible pero con la misma tensión: ninguna. Como si los puntos del domingo valieran menos que los del miércoles aunque sean lo mismo. Cuando en el partido lo único que pasaba era el tiempo, Simeone dio por finalizado el reposo de Lino, De Paul y Grizi para dejar de ser permafrost. Adelantaría líneas, empezaría a rascar por las bandas. Pero Álvaro seguía cortando como un filo para presentarse ante Oblak ululando, el Rayo pedía penalti por una pelota en la nariz de Reinildo y Francisco hacía debutar a Crespo con la franja sin un entrenamiento siquiera porque, lo escrito ya, en el fútbol nunca es demasiado pronto.

Su nuevo debutó con velocidad, entusiasmo y la bota como una red para cazar al Atleti. Corría con redoble de tambores hacia Oblak y rozó el Rayo el gol pero Trejo no llegó a rematar su centro chut. Memphis respondía en el área contraria. Marcó una vez pero el VAR anuló por fuera de juego de un pelo. Cuando lo hizo la segunda ya quedó de verdad. Era el 90′. Koke abrió a la banda, Grizi tendió a Nahuel, Nahuel devolvió y el francés se sopló la bota para enviársela a Memphis, que apareció como un coloso entre los centrales, vivo y rápido. Poniéndole la pajarita al frío, en un día de pájara. Y al Bernabéu.


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