“Agua, hielo... casi me da un infarto”
“No sabía si iba a ser una noche especial, tal vez después de meter 41 en la primera parte, pero en el calentamiento había fallado muchos tiros”, aseguró después de sus 73 puntos.
Así es una NBA en la que, en toda su historia (desde 1946), solo Wilt Chamberlain y Kobe Bryant han anotado, desde ahora, más puntos en un partido que él. David Thompson, el ídolo de Michael Jordan, también llegó a 73. Como Doncic: “Son nombres de jugadores especiales, es increíble estar ahí también. Me hace sentir especial, pero ahora tengo que prepararme para el partido de mañana”, dijo un jugador que alcanzó su techo anotador en el día en el que se cumplían cuatro años de la muerte de Kobe Bryant, el mito que anotó 81 (solo por detrás de los ¿intocables? 100 de Wilt Chamberlain) en 2006: “Es muy especial. Todos adorábamos a Kobe… hacer esto el mismo día sí, es especial. Obviamente, sería maravilloso que todavía estuviera con nosotros”.
Doncic llevó su récord de anotación de 60 a 73 puntos. Y su media de la temporada, en una sola noche, de 33,6 a 34,6 (añade, por cierto, 9,2 rebotes y 8,6 asistencias). Va a ser all star por quinta vez (cuarta titular) en sus seis temporadas en la NBA y también pulverizó el récord de los Mavs en una parte (41, en la primera), el del State Farm Arena (lo tenía Kevin Durant: 55) y el de cualquier rival contra los Hawks (Wilt Chamberlain les metió 67 puntos en 1962). Superó el 91% de true shooting percentage, el dato que mide todos los lanzamientos realizados, también los de tres. Hasta ahora la anotación más alta con al menos un 90% en esa estadística eran 56 puntos de James Harden en 2017. Doncic produjo 100 puntos entre sus 73 y los que salieron de sus 7 asistencias y firmó un 8/13 en triples, un 9/11 en tiros cerca del aro y un 25/33 total, con su máximo de canastas anotadas en un partido también derribado. Y sus Mavs ganaron a pesar de que los Hawks tuvieron a cuatro jugadores por encima de veinte puntos.
“Me estaban tirando agua pero entonces Tim (Hardaway Jr) me lanzó el cubo de hielos y casi me da un infarto”, dijo sobre la celebración en el vestuario del pabellón de los Hawks, el equipo que lo drafteó (número 3, 2018) y lo envió al momento a Dallas a cambio de Trae Young (pick 5 de ese draft) y una primera ronda futura que se invirtió (con nulo éxito) en Cam Reddish. Como en cada visita desde entonces a Atlanta, hubo ovaciones (esta vez, hasta algunos cánticos de ‘M-V-P’ en los instantes finales), alguna camiseta de los Hawks con su nombre y su número 77 en la grada (lo que pudo haber sido y no fue) y también, en el reverso de la moneda, abucheos y cánticos ofensivos. El ‘you are fat’ (estás gordo) del año pasado se cambió por un ‘hit the treadmill’ (súbete a la cinta de correr), lo que supuestamente la había gritado, hace unos días, un aficionado de los Suns al que Doncic pidió que sacaran del pabellón en su último partido.
“La reacción de la gente fue genial. Podría haber jugado aquí, pero creo que lo que se hizo fue bueno para las dos partes. Hasta he visto a alguien con una camiseta de los Hawks y el 77, y me ha dado la risa. Ha estado muy bien”.
Durante muchos minutos, los Hawks optaron por mantener una defensa del pick and roll convencional, sin lanzar el blitz sobre Doncic para obligarle a tener menos la bola en las manos. Eso es lo que suelen hacer casi todos los rivales de los Mavs, y más sin Kyrie Irving (volvió a ser baja). El equipo de Georgia intentó que los compañeros del esloveno no entraran en calor desde la línea de tres, pero fue finalmente fulminado por un Doncic muy cómodo hasta el último cuarto, cuando sí llegaron más marcajes dobles. Trae Young (30 puntos y 11 asistencias), el jugador por el que lo Hawks traspasaron a un Doncic con el que tiene una excelente relación, aseguró que, sencillamente, todo se resume al talento que hay enfrente: “A veces tienes que elegir qué veneno te mata. Cuando llevaba yo que sé, ¿60 puntos?, empezaron a lanzar más marcajes dobles contra él, pero entonces metieron más triples los demás. Es duro, es un jugador tan increíble por algo. Estaba en racha y, mierda, lo intentamos todo. Probamos muchas cosas en defensa...”.
“Lo que quería era que ganáramos el partido”, terminó un Doncic que sabía que necesitaban el triunfo después de tres derrotas seguidas y unos días de mal ambiente alrededor del equipo: “No se trataba de meter más o menos puntos. Cuando empezaron a mandar más de un jugador contra mí, tenía que hacer la jugada correcta y confiar en mis compañeros. ¿Si noté en algún momento que podía ser una noche especial? Pues no sé, quizá cuando metí 41 puntos en solo en la primera parte. Pero es algo que nunca sabes. A veces te sientes de maravilla antes de jugar, y otras veces no. Hoy, por ejemplo, en el calentamiento fallé muchos tiros”.