100 días de cautiverio: ¿a dónde nos sitúa esto?

No hay lugar para el antisemitismo. Nunca más

Una casa incendiada en Be'eri, Israel (Archivo)
Una casa incendiada en Be'eri, Israel (Archivo)

El humanismo actual no es justicia. Pedir justicia es reclamar el retorno de los rehenes secuestrados por Hamas, es cuidar a las familias de los 1500 asesinados y de aquellos que permanecen en cautiverio. Reclamar a Israel que envíe ayuda humanitaria a Gaza o pedir un alto al fuego de Israel, sin exigir la devolución inmediata y sin condiciones de los rehenes, es antisemitismo y cinismo puro. ¡Basta de dobles estandartes!

Es inaceptable que permitamos a los antisemitas circular por nuestras instituciones, como si su presencia en sí misma fuese una forma de educación. Tal actitud es un error grave. Somos testigos de cómo las universidades americanas más prestigiosas permiten la proliferación del discurso de odio y también vemos a dónde nos ha llevado eso. El mundo actual en el que vivimos aceptó el antisemitismo y el apoyo al terrorismo, disfrazándolo en una falsa libertad de expresión. Estamos sufriendo los frutos del progresismo sembrado en el mundo occidental durante las últimas dos décadas.

En la Parasha Bo –porción de la Torá– de esta semana, Dios nos insta a dejar atrás Egipto, a liberarnos de las cadenas que nos atan y nos impiden ser verdaderamente libres. A través de las ocho plagas, Dios demostró su poder, nos alentó a creer en Él y a liberarnos. Nos recuerda que tenemos valía y que poseemos los valores necesarios para ser una luz entre las naciones. Salir de Egipto significa dejar atrás lo que internamente nos esclaviza, nuestra estrechez, nuestra zona de confort. ¡Es hora de salir de nuestro propio Egipto!

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