VALENCIA 1-BARCELONA 1 / El Barça pierde la final de Mestalla

Tercer partido consecutivo sin ganar de un Barcelona que perdonó en las áreas en un encuentro señalado como decisivo por su técnico contra un rival muy mermado.

Santi Giménez
As
El Barcelona suma su tercer partido consecutivo sin ganar en una semana terrible que empezó con la derrota ante el Girona en Montjuïc por 2-4, siguió con el esperpento de Amberes con el 3-2 y acabó con un empate a uno contra un Valencia mermado que mantiene al Barça en su pozo particular. La reacción tan anunciada por Xavi en el Barcelona no llega. Los hechos juegan en contra del entrenador del equipo catalán porque la irrealidad que denunció que se pregona desde la prensa parece que no es tal y que el equipo sigue enterrado y escarbando hacia abajo. Si lo de Valencia era una final, se perdió a pesar del empate.

La debilidad defensiva del Barcelona sigue siendo preocupante, los jugadores señalados como Lewandowski, Balde o Koundé no dieron un paso adelante y otros como Raphinha o João Félix lo intentaron, pero no fue bastante. Xavi puede seguir defendiendo la teoría de que su equipo sigue vivo en todas las competiciones, pero habría que matizar el argumento. Dos de las competiciones (Supercopa y Copa del Rey) aún no se han jugado, en laLiga la distancia puede hacerse al final de esta jornada ya muy ancha ante Real Madrid y Girona si ambos equipos hacen los deberes y en la Champions se depende del sorteo del lunes, pero las sensaciones finales son preocupantes.

Xavi había definido el partido como una final y ya se sabe lo que pasa con las finales: que acostumbran a ser un peñazo importante y difícil de digerir. Ambos equipos salieron a jugar con miedo. Los valencianistas porque tenían unas bajas determinantes. No hay que olvidar que les faltaba su mejor central (Gabriel Paulista) su mejor lateral y referente (Gayà) y su mejor centrocampista (Javi Guerra). Los blaugrana porque llegaban de una semana sísmica después de perder en su estadio ante el Girona y en Amberes. Dos malos resultados aliñados con el lío de la convocatoria europea y las ruedas de prensa de Xavi.

De salida, Xavi volvió a confiar en el librillo de Toshack, los once de siempre para salvar una situación que empezó siendo la habitual. Al minuto y medio de partido Iñaki Peña ya tuvo que salvar una clara ocasión Yaremchuk tras un despiste generalizado de la defensa blaugrana tras un saque de banda del Sevilla. Aferrados a las paradas de Iñaki Peña, el Barcelona era voluntarioso pero torpe. Lewandowski trataba de maquillar la sesión de cardio que perpetró en Amberes, donde no remató ni una vez, moviéndose mucho y acabando mal las jugadas.

Esta vez, el polaco no era la diana de la críticas y podía tener razón en que le faltaban socios. João Félix y Gündogan apenas tenían influencia en el juego y De Jong parecía seguir teniendo los síntomas de la fiebre que le apartó del partido de Amberes que selló el glorioso pase del equipo blaugrana como primero de grupo a los octavos de final de la Champions y que no ha sido suficientemente reconocido por la prensa.

El Barcelona vivía cómodo en el partido , pero no se lo estaba tomando como una final. Se lo estaba tomando con todas las precauciones del mundo ante un Valencia que daba la sensación de estar sujetado con alambres. Y aún así, la mejor parada de la primera parte la tuvo que hacer Iñaki Peña. Chutó más el Barcelona, dominó más el Barcelona y ocupó más el Barcelona. Pero el Valencia fue el que tuvo la ocasión más clara del partido. Un síntoma que denotaba que se estaba jugando más a lo que quería Baraja que a lo que deseaba Xavi.

En la segunda parte, Xavi siguió apostando por los mismos y a los diez minutos obtuvo su premio: buen pase de De Jong hacía Raphinha, que puso un caramelo para que João Félix la empujara a la red. Un gol importantísimo que sorprendió por lo poco celebrado que fue por parte del autor. Parecía que lo difícil estaba hecho por parte del Barcelona y que el camino hacía bajada ara los barcelonistas, pero la debilidad y parálisis defensiva del Barcelona volvió a aparecer en una jugada en la que la defensa catalana contemporizó por dos veces una serie de balones colgados al área al tun-tun por el Valencia que nadie acertaba a rechazar hasta que llegó Hugo Guillamón, que bajó la pelota, se la acomodó, superó la invisible presión de la defensa blaugrana como cuchillo en mantequilla caliente y puso la pelota en la escuadra de Iñaki Peña. Empate a uno y veinte minutos por delante. La capacidad del Barça para complicarse la vida no conoce límites. Xavi trató de agitar al equipo dando entrada a Lamine Yamal mientras mantenía a Marc Guiu en el banquillo mientras Lewandowski seguía apagándose en el campo junto a un Raphinha que proponía mucho pero no acababa nada.

El final de partido del Barcelona fue un ejercicio de impotencia que el Valencia, jugando con lo justo pudo controlar sin hacer demasiados alardes. El Barcelona se dio de bruces de nuevo en un partido que su entrenador señaló como una final y que el equipo blaugrana, a pesar de empatar, perdió.


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