El
acuerdo comercial UE-Mercosur debe concluirse lo antes posible. De lo
contrario, Europa quedará en ridículo y China tendrá vía libre para su
geopolítica en América Latina
Karl-Heinz Paqué, InfobaeEs
una pena. Esta semana, en Río de Janeiro, finalmente parecía que iban a
cerrarse las negociaciones del acuerdo comercial entre la Unión Europea
(UE) y el Mercado Común del Sur (Mercosur,) después de una década y
media de negociaciones. El acuerdo de asociación fue prácticamente
finalizado hace cuatro años, pero fue rechazado nuevamente por la Unión
Europea en 2019. Los europeos demandaron una declaración adicional
motivados por la política climática adicional con el fin de proteger
parte de la Amazonia. Esto se debió principalmente a la presión del
grupo parlamentario de los Verdes en Bruselas. Su narrativa
aparentemente llegó a oídos de la presidenta de la Comisión, Ursula von
der Leyen, quien, al ser parte del grupo político Demócrata Cristiano,
está muy abierta a las propuestas verdes.
El
Partido Verde de Alemania siempre ha estado en contra de este acuerdo
de libre comercio entre la UE y Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay,
el cual crearía la mayor zona comercial del mundo al otro lado del
Atlántico. Sin embargo, los cambios geoestratégicos de los últimos años
han desplazado el debate hacia un mayor pragmatismo. Muchos políticos
del centro democrático se han preguntado si el purismo de la política
climática debería realmente obstaculizar una mayor presencia europea
como socio comercial e inversor en Sudamérica. Esta región ha
desarrollado una tradición democrática estable, e históricamente ha sido
muy cercana a Europa desde el punto de vista cultural, y poco a poco
está empezando a marcar el rumbo en algunos países hacia una economía de
mercado. ¿Por qué dejar a esta región tan prometedora y rica en
recursos en manos del capitalismo de Estado imperialista de China, o
incluso de Rusia, quienes están cada vez más presentes en ella? Además,
un fracaso del acuerdo sería poco beneficioso para el Amazonas. Incluso
el Ministro Federal de Economía, Habeck, se ha dado cuenta de esto y
está instando a su partido a mostrar moderación, aunque esto ha tenido
poco efecto hasta ahora, al menos en lo que respecta a las decisiones
tomadas en la convención del Partido Verde.
La
actual situación política en Argentina, el segundo país más grande del
Mercosur, ofrece a los escépticos otra oportunidad de ganar tiempo e
influencia. El presidente libertario recién elegido, Javier Milei, que
se había manifestado en contra del acuerdo comercial durante la campaña
electoral, ha tenido un cambio de tono. Sus declaraciones y las de sus
integrantes de gabinete han sido claramente a favor del acuerdo.
La
postergación es peligrosa. Amenaza con perder una oportunidad única,
sobre todo teniendo en cuenta que el presidente brasileño, Lula da
Silva, está haciendo todo lo posible para ultimar el acuerdo. Sin
embargo, cuanto más tiempo pase, más podría cerrarse de nuevo la ventana
de oportunidad.
Este
peligro es especialmente contagioso y latente, porque en Europa podría
revivir una alianza impía entre los intereses proteccionistas agrícolas y
las preocupaciones en materia de política climática. Los grandes
productores agrícolas, como Francia, Irlanda y Austria, siguen temiendo
la competencia de América Latina y podrían bloquear o postergar
indefinidamente la conclusión del acuerdo en los próximos seis meses,
durante la Presidencia del Consejo Europeo de Bélgica, con posiciones
cercanas a Francia.
Ya
es hora de que Alemania haga campaña y trabaje con toda claridad por la
rápida conclusión del acuerdo, junto con la clara mayoría de naciones
de la UE que tienen un gran interés en reforzar la posición geopolítica
de la Unión Europea en todo el mundo. Junto con España y Portugal, que
se consideran como “grupos de presión” de América Latina en la UE,
Alemania podría volver a impulsar el acuerdo. Sin embargo, es importante
que los Verdes dejen de lado sus reservas y apoyen al Gobierno alemán,
en lugar de ponerle el pie. En realidad, también hay razones ecológicas
para ello: Uruguay es un pionero mundial en materia de transformación
ecológica, pues ya cubre el 98% de sus necesidades energéticas con
energías renovables. Y en Brasil, la proporción correspondiente es ya
del 85 por ciento. Ninguno de los países europeos puede presumir de algo
similar.
En
resumen: hay momentos en que una política económica bien entendida y
geoestratégicamente sólida domina sobre un dogmatismo ecológico mal
entendido. Este es uno de ellos. El resto hay que dejarlo en manos de la
diplomacia inteligente encargada de los protocolos adicionales.
* Karl-Heinz Paqué es presidente de la Junta Directiva de la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad en Alemania