La revancha de Facundo Colidio, de eliminar a River hace un año a darle la clasificación ante Belgrano
En Córdoba, el Millonario se impuso sobre el final; de aquel gol con la camiseta de Tigre también por los cuartos de final a este desquite del delantero surgido en Boca
El valor de la historia siempre es materia discutible en el fútbol. En teoría, no debería pesar en exceso, porque en realidad el tiempo va modificando intérpretes, circunstancias y contextos. Sin embargo, cuando por la razón que sea un duelo entre dos equipos tiene algún tipo de marca indeleble en la memoria de clubes e hinchas, esa misma señal se prende como un distintivo en las camisetas de unos y otros para imponerse por encima de cualquier otra cuestión.
Lo mejor del partido
Una tarde de junio de 2011, el Pirata cordobés transformó sus hasta entonces anecdóticos enfrentamientos con River en partidos cargados de una electricidad muy particular. Esta vez, el hecho de ser -como en aquella ocasión- un choque sin revancha y, por supuesto, el hecho de ser una instancia decisiva de un torneo, no hizo más que multiplicar el voltaje. Se notó en el primer minuto, con un par de barridas al límite en acciones que no exigían tanta vehemencia, y así continuó prácticamente hasta el final. Y se repitió en el último, cuando Esequiel Barco y Enzo Díaz fabricaron un 2-1 sobre Juan Barinaga por izquierda, el lateral ex Talleres puso el centro atrás y Facundo Colidio, el mismo futbolista que hace un año jugando para Tigre eliminó a River de cuartos de final de esta Copa, conectó de zurda para ponerla contra el palo derecho.
Guillermo Farré fue protagonista esencial en aquellos partidos de doce años atrás y conoce a la perfección las diferencias entre su Belgrano, sinónimo de sufrimiento y dientes apretados, y el eterno poderío millonario. A nadie extrañó entonces que plantease una estrategia de trinchera para afrontar una película que, a priori, tenía a los suyos desempeñando el papel víctimas.
Su equipo, escenificando el rol de un batallón de combate, se calzó el casco, plantó alambres de púa en torno a su área y sembró de minas el campo propio. En resumen, hizo todo lo posible para convencer a su adversario de que limitaría su partido a resistir hasta donde pudiera, más allá de dejar en la avanzada dos francotiradores -Lucas Passerini y Franco Jara- dispuestos a aprovechar cualquier despiste de la retaguardia rival.
La primera mitad siguió ese guion de manera estricta. River y la pelota, con Rodrigo Aliendro y un estelar Nicolás De la Cruz manejando los hilos; Esequiel Barco y Nacho Fernández cerrándose para dejarles las bandas a Santiago Simón y Enzo Díaz (trascendente en los centros de los dos goles millonarios); y Salomón Rondón ofreciéndose como poste para tocar de espaldas e ir a buscar al área. Belgrano tapando los espacios, acumulando piernas y cabezas alrededor de Nahuel Losada, poniendo el alma en cada cruce.
La consecuencia, habitual en estos casos, fueron 45 minutos friccionados, discutidos dentro y fuera del campo (incluyendo los gritos entre Farré y Martín Demichelis). Un período inicial al que se le puede reprochar escasez de calidad técnica, de creatividad ofensiva y de situaciones de gol; pero también reconocerle vibración, nervio y una cierta dosis de sorpresa, porque la más clara la tuvieron los cordobeses. A los 40, Jara y Passerini levantaron una pared en mitad de cancha, se escapó en soledad el delantero que volvió este año de México y cedió a Esteban Rolón, que llegó fundido y le regaló el balón a Franco Armani.
La segunda parte iba a agregarle a la película todo aquello que le venía faltando. La emoción de los goles, los debates derivados de fallos corregidos desde el VAR y un final de infarto.
Durante un cuarto hora nada cambió desde lo táctico, más allá de que Demichelis decidiera quitar la claridad panorámica de Aliendro (estaba amonestado) por el mayor despliegue de Matías Kranevitter. Belgrano mantuvo su postura férrea, pero en ambos lados aparecieron las flaquezas. A los 20 segundos, Losada le tapó el gol a De la Cruz tras una gran cortada de Rondón. A los 5, el VAR anuló un tanto de Passerini después de una de esas contras con las que siempre amenazó el Pirata. A los 16, por fin, Enzo Díaz despachó el centro, Rondón se anticipó de cabeza, la pelota se desvió en Matías Moreno y se clavó en el ángulo.
Fue entonces que, asombrosamente, Belgrano demostró que tenía un plan B. Salió de la trinchera, adelantó su mediocampo, empezó a descolgar a sus laterales, y aunque De la Cruz pudo sentenciar el encuentro a los 26 (tapó Losada y Alejandro Rébola la sacó cuando entraba), a los 35 Facundo Lencioni lanzó el centro por izquierda, Passerini le ganó a los centrales por arriba y metió el cabezazo goleador, que solo se hizo festejo cuando el VAR corrigió al asistente que había marcado fuera de juego.
El final estuvo a tono con el resto de la película. Frenético e imprevisto. Se fue a buscar el triunfo Belgrano, contraatacó River y con todo el guion dado vuelta, Colidio señaló su primer gol con la banda roja y metió al millonario en la semifinal. “Bronca, tristeza pero ningún reproche”, dijo Luis Fabián Artime, el presidente del Pirata. Otro resumen tan concreto y exacto como el de De la Cruz para un choque que promete nuevas y apasionantes historias en los próximos capítulos.