Filpo Núñez, el único técnico extranjero en la historia de Brasil
Argentino, entrenador mítico en el país rival y tuvo el privilegio de dirigir a la canarinha en un partido hace ya 58 años. Una vida de película.
Núñez comenzó a entrenar con tan solo 28 años en Independiente Rivadavia y prolongó su carrera hasta prácticamente los últimos días de su vida. Durante 49 años fue un entrenador en activo y pasó desde la élite del fútbol brasileño a enseñar, sin recurso alguno, a niñas en situación desfavorecida mientras que él vivía en unas dependencias sociales en Sao Paulo.
Cuando abandonó su país natal pasó por Perú, Bolivia, Venezuela y Ecuador. Fue en 1955 cuando llegó a Brasil y sin hablar una sola palabra de portugués logró convertirse en técnico de Cruzeiro, que pasaba por una crisis de difícil solución. Sin embargo, donde se hizo un nombre importante fue en el estado paulista al frente de equipos modestos que logró convertir en competitivos. Memorable fue el 6-4 le endosó al Santos de un joven Pelé como técnico del Jabaquara. Ahí se ganó el apodo de Don Nelson.
Más allá de sus resultados, Núñez ganó una enorme popularidad por su personalidad extravagante, su forma de vestir y sus gestos tan llamativos -algunos lo comparaban con pasos de baile-. Todo ello le permitía ganarse a los jugadores y convertirse en un motivador y psicólogo que sacaba lo mejor de cada una de sus piezas.
Núñez como seleccionador
Después de pasar por una buena cantidad de clubes, en 1964 llegó a Palmeiras y su debut fue en Vila Belmiro, de nuevo contra Pelé. Y Núñez de nuevo salió vencedor del duelo por 2-3. Tras el partido se mostró pletórico: “Mi táctica es simple: pim, pam, pum, gol. A mí me gusta el juego ofensivo. Mis equipos pueden recibir hasta cinco goles en un partido, pero tienen que ser capaces de meter siete”.
Con una plantilla formidable y un estilo que marcó una época dentro del fútbol paulista, el argentino conquistó el torneo Río-Sao Paulo y por ese motivo la Confederación Brasileña de Fútbol premió a Palmeiras con un partido internacional en el que defenderían los colores de Brasil. Algo que en la actualidad cuesta imaginar, se cumplió en 1965. La plantilla del equipo paulista fue elegida para medirse a Uruguay y Núñez actuó como seleccionador en la inauguración del Mineirao. El resultado fue de 3-0 y ese fue el punto álgido de su carrera. Solo un mes después fue destituido de su cargo en el Verdao.
Precursor del fútbol total
En 1970, después de pasar por muchos clubes sin grandes resultados y prácticamente con episodios cómicos, llegó a Cruzeiro pero su estilo fue del todo incomprendido. “Hace poses, grita mezclando el portugués con el español, interrumpe jugadas, da instrucciones abrazando a los jugadores y lanza frases de efecto: ‘Si no patean al arco, no le van a hacer un gol ni al arco iris’”, recogía Placar en una nota dedicada al argentino.
En la Raposa intentó inculcar lo que el propio Núñez bautizó como “carrusel”, un fútbol en el que los jugadores cambiaban de posición de manera constante, donde la polivalencia y la inteligencia eran indispensables para alcanzar el éxito. Nadie lo tomó en serio y su plan se truncó muy pronto. Cuatro años después Países Bajos maravilló al planeta con algo similar en el Mundial de 1974.
“Le metimos tres a Uruguay. A partir de ahí, sentí que no tenía nada más que hacer en el fútbol”, recoge La Nación sobre lo mencionado por Núñez años atrás. Un técnico adelantado a su tiempo que terminó su vida sin el reconocimiento merecido. Sin embargo, tiene un lugar importante en la historia del fútbol brasileño y su nombre será recordado por siempre como el único seleccionador extranjero en más de 100 años.
