Espejo de River: Independiente tampoco sabe qué hacer con una joya de 17 años que no quiere renovar el contrato
La problemática con los juveniles que quieren irse crece entre presiones familiares y de representantes
La “bomba” que lanzó Claudio Diablito Echeverri (17 años la semana pasada, al afirmar que no renovará su contrato con River) ya empezó a mostrar sus efectos colaterales. En este caso, con epicentro en Independiente. Santi López, el punzante extremo que también brilló en el último Mundial Sub17, se niega a renovar el contrato que lo une al Rojo hasta diciembre de 2024, entró en conflicto con el club y el tema amenaza con afectar las relaciones entre los diferentes estamentos de la institución.
Los representantes del jugador cordobés comenzaron hace algunas semanas las conversaciones con los dirigentes para estirar el vínculo, pero las enormes diferencias entre la oferta y la demanda parecen por el momento insalvables. Así las cosas, la comisión directiva decidió “bajar” a López de la pretemporada que el plantel realizará en Miami a partir de la semana próxima y amenaza con mantenerlo inactivo durante todo 2024 (la misma decisión que en su día se tomó con Sergio Barreto y que terminó acelerando su venta al fútbol mexicano).
¿Quién es Santi López?
Horas más tarde, y en conferencia de prensa, Carlos Tevez aseguró que nadie le había informado de dicha determinación. “”Santi está en la lista para viajar. Si la dirigencia toma otra decisión me lo tendrán que informar rápido porque ya nos estamos subiendo al avión”, disparó el entrenador.
Nacido en la localidad de Nono el 9 de febrero de 2006, López rubricó su primer contrato el día que cumplió los 16 años, tal como lo establecen las leyes y convenios internacionales sobre trabajo infantil, y el club le puso una cláusula de rescisión de 15 millones de dólares. El habilidoso puntero derecho apenas jugó cinco minutos en Primera, contra Central Córdoba de Santiago del Estero en la Liga Profesional, pero sus virtudes ganaron mucha notoriedad durante el Mundial disputado en Indonesia y, como era de esperar, ya despertaron la atención de los clubes europeos. Las conocidas dificultades económicas de Independiente, que le reducen el margen de maniobra para apostar de manera decidida por un proyecto de futuro, completaron el combo para complicar y enfriar las negociaciones.
Carlos Tevez y la situación de Santi López
La indefensión de los clubes argentinos ante las millonarias ofertas desde el exterior que reciben representantes y familiares de las “joyas” de las categorías inferiores no es nueva, y ni siquiera las sucesivas reglas que fue imponiendo la FIFA para limitar las transferencias de menores de edad han logrado impedir que los jóvenes migren en cuanto cumplen los 18 años.
Menos promocionado que otros casos, la situación de Gerónimo Spina, marcador central de la reserva de Estudiantes que cuando acabó su primer contrato se fue con el pase libre al Atlético de Madrid, mereció en julio de este año el apoyo de varias entidades de nuestro fútbol. La entidad Pincha dio a conocer en su día una dura declaración calificando de “arrebato” la actuación del club español, y de “ingrata” la decisión del jugador. El mismo Independiente sumó su condena: “Llegó el momento de que todos los clubes argentinos enfrentemos estas situaciones, en las cuales nos vemos visiblemente perjudicados por el accionar de algunos inescrupulosos que atentan contra el patrimonio más preciado de una institución”, decía el comunicado del Rojo. La realidad, sin embargo, indica que la queja y el enojo son las únicas armas que puede esgrimir el fútbol local en este tipo de situaciones.
El viejo Estatuto del Futbolista Profesional, sancionado en 1973, establecía en su artículo 12, inciso c): “El club puede contratar a jugadores menores de 21 años de edad inscriptos en su favor en el registro, o incorporados por transferencia, formalizándose contrato por un año con opción del club para prorrogarlo por 2 años más”.
El paso de los años y los sucesivos cambios que introdujo la FIFA en lo que concierne a la situación de los menores de edad redujo en la práctica ese plazo a un par de temporadas. Las reglas de la FIFA permiten las transferencias internacionales a partir de que un jugador cumpla los 18 años, y son muy pocos los que aceptan sobrepasar esa frontera y tener que esperar más tiempo para partir al exterior, si es que su evolución futbolística lo permite.
Las escandalosas diferencias de músculo financiero que separan hoy a la Argentina de las principales ligas del mundo anulan cualquier posibilidad de defensa. Nuestro país produce materia prima joven de alta calidad y por lo general procedente de familias que ven en la migración temprana el modo de asegurar su futuro económico. A Europa, y en menor medida a la MLS norteamericana, les sobran euros y dólares. No hay freno posible.
Brasil padece los mismos problemas. Los casos de Vinicius Jr., Rodrygo, Endrick o Vitor Roque son los más conocidos de los últimos años. El único factor diferencial con lo que ocurre en Argentina es que el mayor valor real del real respecto al peso obliga a los compradores a una mayor erogación. Si el Manchester City parece dispuestos a pagar 25 millones de dólares por Echeverri, Barcelona abonó 40 millones por Vitor Roque, y el Real Madrid, 45 por Endrick.
A la situación creada en torno a Santi López le quedan sin duda varios capítulos por delante. Tevez quiere contar con él este año y habrá que ver hasta dónde el jugador cordobés le servirá tensar la cuerda si eso significa pasarse doce meses alejado de la vidriera futbolística. La actual directiva de Independiente, a su vez, puede usar el caso como ejemplo aleccionador o aprendizaje. El delantero Santiago Hidalgo (18 años) también tiene pendiente renovar su vínculo, sin acuerdo por el momento. Y Tomás Parmo (15 años), un enganche que es la gran gema que esconde la cantera del Rojo, estará en condiciones de firmar su primer contrato el 8 de enero.
El destino de ellos, como el de tantos otros pibes que crecen y se forman en los clubes argentinos, se jugará en el delicado balance entre la habilidad negociadora de un lado y los intereses y ambiciones personales y familiares del otro. Pero mientras la situación general del país siga siendo la que es, nuestro fútbol deberá aceptar que enfrenta una pelea desigual, una batalla casi, casi perdida de antemano.