Empieza el ajuste, un paquete de medidas que fueron siempre la bandera de Milei

En el corto plazo se espera una fuerte presión inflacionaria, una caída del poder adquisitivo del salario y un freno, aún mayor, de la economía; después, se podrían estabilizar los precios

Básicamente, hubo tres hemisferios en las medidas. El recorte fiscal, la suba de 100% del tipo de cambio oficial para fijarlo en $800, más algunas reformas cambiarias, y finalmente, el auxilio a los sectores más necesitados con la duplicación del monto de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y del 50% de la tarjeta Alimentar.

Con el correr de la tarde, las precisiones empezaron a surgir desde usinas oficiales. Para ese entonces, las dudas de los principales agentes económicos se sucedían. Faltaba letra chica y no tan chica; también algunos títulos principales.

Se conoció entonces que se buscará eliminar la fórmula jubilatoria, que volverán atrás algunos cambios en el impuesto a las ganancias, y que las percepciones que se cobran al dólar dejarán el dólar tarjeta, que es el que paga la gente al consumir en el exterior o cuando compra un paquete turístico para viajar fronteras afuera, en alrededor de $1350.

Es decir, se infiere que se modificarán los anabólicos que se sedimentan sobre el valor del oficial, especialmente los últimos que incorporó el exministro Sergio Massa en el último tramo de su gestión.

El camino de ajuste que inició ayer Javier Milei no es otra cosa que lo que repitió durante toda su vida política. Cualquier asesor o seguidor podría decir, con justa razón, que por qué no lo iba a hacer si es el paquete de ideas más sometido a plebiscito de los últimos tiempos.

Ese eje fundacional del paradigma del Presidente ganó las PASO, salió segundo en primera vuelta, fue arrollador en el balotaje y, para completar su paso triunfal, aclamado en las escalinatas del Congreso. Esas ideas, que son el credo del libertario, es el corazón del paquete que escuetamente presentó Luis Caputo en su discurso regrabado.

Quizá lo más llamativo de este paquete es el abrupto abandono del otro de los andariveles por donde transitaron los dichos de Milei como candidato.

Entonces, repitió siempre que pudo, que no iba a ser un gobierno que suba impuestos. Pero la gestión suele complicar los sueños de campaña. Dos días después de asumir, fuentes oficiales confirmaban, cuando terminaba la noche, que volverá atrás el régimen del impuesto a las ganancias que dejó a la gran mayoría de los trabajadores fuera del alcance del tributo.

En aquellos días de debate en el Congreso, Milei, entonces diputado, junto a la bancada kirchnerista que apoyaba al candidato Sergio Massa, gran parte de los gobernadores y algunos radicales, aprobaron la solución en pleno camino electoral.

Pero esa quita generó una inmediata caída de las coparticipación de las provincias. Los gobernadores, ahora plantados en otro lugar, se arrepintieron rápido y reclamaron el regreso de aquella fórmula.

Por ahora nada se sabe respecto de cómo será la solución. Pero más trabajadores pagarán. De hecho, los números que circularon anoche proyectaban que con la reversión de Ganancias, el Gobierno apunta a mejorar las cuentas en 0,4% del producto bruto interno.

En el capítulo “aumento de impuestos” también se anota el PAIS, que, según fuentes oficiales, pasaría a 17,5% para todas las importaciones por 12 meses, con lo que llevaría el dólar de importación a 940 pesos.

La medida no es menor. Sucede que, más allá de que aquel dólar de $400 era una ilusión para la gente común, algunos bienes tenían esa referencia en el precio ya que varios sectores accedían a ese tipo de cambio. Las automotrices, por caso, o los productos relacionados con la salud, eran dos de esos casos, más allá que en el último mes el camino a ese dólar barato prácticamente se cerró. Los precios mostrarán el impacto del nuevo tipo de cambio.

Hay una suba de impuestos más: las retenciones para los productos no industriales subirán a 15%. El mismo porcentaje deberán pagar ahora el maíz, el trigo, los lácteos y las economías regionales, entre otros. Este impuestazo al comercio exterior, según los números del Gobierno, le implicará una recaudación extra de 1,3% del PBI.

El ajuste del gasto

“Los anuncios de no renovación de contrataciones de menos de un año; reducción de organigrama; suspensión de la obra pública nueva y la no iniciada; la eliminación de pauta publicitaria, y la reducción de las transferencias discrecionales a las provincias podrían alcanzar en el mejor de los casos, un ahorro de 1,5% del PBI”, dijo Luis Secco, economista de Perspectivas.

A ese número le falta conocer la magnitud del ajuste tarifario al transporte y la energía que, según trascendió, sería en febrero. Los cálculos del Gobierno muestran que en este rubro aportaría un ahorro fiscal de 0,7% del PBI.

Sin embargo, estas medidas de recorte del gasto quedaron a medio camino. Caputo no dijo nada respecto de una reorganización general del Estado, del futuro de las empresas públicas o de la modernización, desregulación y simplificación tributaria, previsional y laboral que también fueron ejes de campaña.

Es verdad que tiene tiempo, pero un plan económico requiere que estos detalles, que para nada son cosméticos, estén sobre la mesa. Ayudan a dar certidumbre sobre el camino. Pero, como se dijo, se trata de un paquete de medidas. Por ahora, el Gobierno tiene tiempo de completar un plan integral con otras iniciativas.

La noticia sobre la eliminación del las SIRA, que funcionan como un sistema discrecional de acceso al dólar, fue festejada por todos. La duda persiste en qué pasará cuando se libere la importación, tal como dijo el ministro Caputo. Sucede que, en la práctica, el importador compra en el exterior, paga en pesos al tipo de cambio, ahora de 940 –que se compone de 800 más impuesto PAIS de 17,5%– y el Banco Central envía los dólares al vendedor en el exterior.

Este es el punto que aún resta conocer, al menos como sostuvo en el inicio del discurso el ministro: cómo hará el Banco Central para satisfacer la demanda. Se podrá decir, y es la verdad, que con este nuevo precio de la moneda, hay un incentivo para exportar y que eso generará las divisas necesarias. Milei cree en las reglas del mercado, la demanda y la oferta. Y entonces, habrá que esperar cómo se mueven estas dos fuerzas y si son capaces de igualarse al punto de que se neutralicen una con otra.

Las consecuencias de lo que empezó a diagramar Milei en su camino para derrotar la inflación se pueden vislumbrar. La gran mayoría de la sociedad vivirá el impacto del ajuste. Como se esperaba, con ajustar a la política no se llegan podar a esos números que rebalsan de ceros.

En los primeros tiempos, los precios subirán y, como dijo el Presidente en el Congreso cuando asumió, la inflación será alta en los meses venideros. Ese efecto es irremediable.

Para atender esa coyuntura, entre tanto ajuste, Milei abrió la billetera para reforzar los planes sociales. Ese es el remedio para atemperar los efectos de la suba de precios y la baja del poder adquisitivo.

Los sectores medios y los jubilados, que no tienen esta ayuda, sufrirán el impacto. Nadie podrá decir que no lo anticipó. Pero claro, una cosa es aplaudir en la plaza y otra es experimentar cómo se estiran las semanas y el fin de mes se aleja.

Como se le escuchó decir al Presidente, la alternativa es la hiperinflación. Ahora bien, el camino que se empezó a desandar, tiene un objetivo: bajar la demanda de bienes de una manera violenta. Con menos dinero en el bolsillo, las familias repetirán de a miles la fórmula que repitió Milei en las escalinatas del Congreso y repitió Caputo: “No hay plata”.

Sin plata, demás está decirlo, no hay consumo. Y sin consumo, sin obra pública, sin incentivos a la demanda, pues la economía se frena. Ese será el momento de la estanflación que también refirió el Presidente: inflación con recesión. Entonces, los libros de economía dicen que los precios, al tener una baja demanda, tenderían a estabilizarse, o por lo menos, a romper la dinámica de ir siempre hacia arriba ya que no tendrán demasiados compradores que los validen.

El tiempo difícil pero inexorable que aventuró Milei está a la vuelta de la esquina. Pero el mandatario tiene una enorme carta para superarlo: jamás ocultó su programa. Y semejante obviedad, en una sociedad harta de la mentira y el engaño, es un enorme activo para enfrentarlo.

Caputo dio una cifra conocida pero sorprendente. En la libreta del almacenero que se podría confeccionar con las cuentas públicas de la Argentina, en 113 de los últimos 123 años se anotaron más gastos que ingresos. “El déficit, una adicción del país”, dijo el ministro. No hay ningún tipo de dependencia que pueda abandonarse sin esfuerzo. A veces hasta hay que atravesar el umbral del dolor

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