Diego Martínez DT de Boca: así piensa y dirige el técnico que vuelve al Xeneize después de casi 8 años
Había estado cerca en abril, cuando no logró salir de Tigre; los desafíos futbolísticos en función del plantel que hereda
“No tuve comunicación por parte de Boca y tampoco llamaron al club”, había dicho Martínez al ser consultado en conferencia de prensa luego de la victoria sobre Lanús por 2-1 en Victoria, cuando más en jaque parecía en su puesto en Tigre. Sin embargo, el entrenador había admitido que estar en una lista de posibles candidatos a dirigir a Boca lo enaltecía: “Ese posible interés me genera orgullo y satisfacción porque todos sabemos lo que genera Boca”, reconoció quien tuvo un paso por las divisiones inferiores del Xeneize como jugador y entrenador. “Hace 7 años me fui de Boca, donde me formé como entrenador y también un año como futbolista. Hoy me encuentro en Tigre y en Primera División, después de pasar por todas las categorías. Me siento feliz y valorado en Tigre”, había dicho. Pero el fútbol va tan rápido que ahora pegó el portazo en Huracán para dirigir a Boca. En el Globo hizo un buen trabajo y lo salvó del descenso, pero apenas estuvo en 23 partidos, con 12 victorias, 2 empates y 9 derrotas. No dejó pasar el tren.
En el medio, se fue masticando bronca por perder por penales ante Platense en la Copa de la Liga 2023, pero había clasificado a Huracán como primero de la Zona A, por delante de River e Independiente. En los últimos partidos, se la jugó con el esquema 4-4-2, con algunos rasgos que lo identifican: laterales que se proyectan al ataque (Lucas Souto o Torrent e Ibáñez), volantes externos con perfiles invertidos (Alan Soñora –zurdo- partiendo desde la derecha y Héctor Fértoli –diestro- sobre la izquierda) y dos delanteros, uno con mayor desequilibrio de gambeta y velocidad (Walter Mazzantti) y un 9 (Ignacio Pussetto o Cóccaro). En la línea de volantes, una de las claves fue cómo le agregó combate al equipo con el doble 5 compuesto por Echeverría y Alarcón, aunque también supo ubicar allí a Lucas Carrizo, como mediocampista interior y más vertical, adelantado.
Para ver que no se ata a ningún dibujo o características, suele hacer retoques según el contexto: frente a River, por ejemplo, en el triunfo por 2-1 en el Monumental, mantuvo el 4-4-2 pero ubicó a Echeverría como volante derecho y sumó un triple 5 con Fattori al lado de Alarcón. En su estadía en el Globo, logró que el equipo tuviera mayor solidez defensiva y más agresividad en ataque, aunque nunca fue un equipo que generara muchas situaciones de riesgo. Ordenó a un plantel que tenía variantes para estar más arriba y también hubo momentos que jugó con los dibujos 4-2-3-1, 4-3-3 y 4-3-1-2.
En el Tigre que jugó la final de la Copa de la Liga 2022 ante el Boca de Battaglia, mostró características parecidas. Jugó en el partido previo ante Argentinos con la misma formación que había hecho un gran primer tiempo en el Monumental ante River: 4-4-2 con Equi Fernández y Prediger como doble 5, Alexis Castro y Zabala por los costados (también a perfiles invertidos) y la dupla delantera compuesta por Mateo Retegui y Facundo Colidio, el boom de ese plantel. Abajo, con laterales veloces y con buen desequilibrio ofensivo como Blondel y Prieto.
Las salidas desde el fondo son un sello a intentar. Y lo hizo en ambos conjuntos. Por eso le gusta tener arqueros que se destaquen con los pies, como Marinelli en Tigre y Chaves en el Globo. Ambos cometieron fallas que le pudieron dar dolores de cabeza mayores.
“Cuando veo que hacen combinaciones a un toque, es emoción pura. Y también me emociona defender la ventaja. Somos muy pasionales los argentinos. Jugar a una velocidad y sentir que tenés el control de juego es hermoso”, reconoció en una entrevista con Goal el año pasado. Y agregó cuando explicó que le gusta mantener el orden defensivo: “Si no estás bien parado para las transiciones en el fútbol argentino, empezás a correrlos de atrás. No nos gusta nada cuando el equipo queda mal parado a la hora de la pérdida, porque se van a producir pérdidas, todos los equipos la pierden”.
El triunfo del Globo ante River
Hace casi 8 años trabajaba en las divisiones inferiores del Xeneize con Jorge Coqui Raffo (“Yo había sido dirigido por Raffo, me formé con él”, explicó más de una vez) pero un día tomó la decisión de buscar otro rumbo como DT. “Cuando lo planteé estando en Boca, en el fútbol infantil y juvenil, muchos me decían que quizás estaba loco, que era arriesgado, porque Boca te da todo en el día a día, te da exigencia. Pero yo decidí seguir el motor que son los sueños, quise vivir la vida de esta manera... Lo hablé con mi familia, me apoyaron. Y bueno, arranqué con ese desafío de entrenar en Primera División, arranqué en Primera D. Se puede decir que irme de Boca no fue una mala decisión. Soy un agradecido que vivo de lo que me gusta en esta profesión. Lo pensé y lo hice con mucha convicción”, contó tiempo atrás.
Y se marchó a la Primera D: Ituzaingó en 2015. Durante su paso por las juveniles de Boca, dirigió a chicos que ya debutaron en Primera. Como Valentín Barco, el lateral izquierdo (hoy transformado en mediocampista o wing izquierdo luego del paso de Jorge Almirón) o Equi Fernández, figura de Tigre que estuvo a préstamo del Xeneize. En Tigre hizo explotar a Mateo Retegui y Facundo Colidio y seguía pidiendo futbolistas de la cantera de la Ribera: pidió a Aaron Molinas, enganche que había sido considerado por Battaglia y que el propio Martínez había conducido de juvenil. Otros casos: Marcelo Weigandt, Cristian Medina, Exequiel Zeballos y Vicente Taborda. Y ahora también tendrá como ‘viejo conocido’ a Lucas Blondel, exlateral derecho del conjunto de Victoria que llegó al Xeneize por pedido de Jorge Almirón.
Uno de los principales desafíos como DT de Boca será replicar lo que hizo en Huracán con pocos entrenamientos. ¿En qué sentido? Necesitará darle un mayor orden defensivo y, al mismo tiempo, potenciar la calidad de sus ataques. Tiene laterales ofensivos –y con gol- como Advíncula, Blondel y Weigandt en la derecha y a Saracchi y Fabra por la izquierda; también a Barco, aunque es posible que Valentín se vaya a Europa. Con el colombiano deberá tener una charla porque quedó muy bajoneado luego de su expulsión ante Fluminense, en la Copa Libertadores. No volvió a jugar en Boca.
Martínez jugó una final ante Boca: fue en Córdoba, por la Copa de la Liga 2022, en la que el Xeneize se impuso por 3-0. En ese equipo que igual tuvo mucho mérito por el juego desplegado, más allá del subcampeonato, tenía su corazón en el doble 5 compuesto por Prediger y –justamente- Equi Fernández. Uno de los grandes inconvenientes que tuvo Boca en 2023 fue que, tras la partida de Alan Varela a Portugal (y con él siendo titular en un nivel regular, discreto), el puesto de volante central fue rotando sin encontrar un dueño confiable: Pol Fernández, Equi Fernández, Campuzano… Ahí tiene trabajo, ya sea para pedir un refuerzo en la zona o para desarrollar desde lo táctico una combinación que le de solidez y juego. Hasta ahora, ninguna funcionó.
Otro de los déficits que debe solucionar el nuevo DT es la falta de gol de todos los mediocampistas y hacer convivir a Miguel Merentiel con Edinson Cavani con la mejor estructura posible, al mismo tiempo de lograr poner en la mejor forma al exValencia, que hasta ahora demostró más esfuerzo y despliegue que “realismo” –eficacia- en las redes rivales. Pero serán “problemas de los lindos”, según los pensamientos de los entrenadores. Al mismo tiempo, sabe que debe lograr algo que hasta ahora muy pocas veces lograron Miguel Angel Russo, Sebastián Battaglia, Hugo Ibarra y Jorge Almirón: lograr enamorar con el juego del equipo a Riquelme más allá de un puñado de partidos. No es un detalle menor: todos sus predecesores terminaron echados incluso siendo campeones, como los tres primeros.
Sólo Martínez sabe si pensaba que iba a volver antes o más adelante a Boca, el regreso le tocó casi ocho años después de irse. Lo llamó la ilusión, y él se subió.