ATLÉTICO 1 - SEVILLA 0 / El Atleti sobrevive al fin de año

Los rojiblancos ganan al Sevilla con diez en los últimos 20 minutos por roja a Söyüncü. Marcó Llorente nada más entrar. Reinildo vuelve a jugar diez meses después

Patricia Cazón
As
El partido aplazado por la lluvia se jugaba en diciembre bajo un sol anticiclónico. La fecha, siempre especial, que en 2011 este es el día que cambió la historia porque llegó el Cholo, ayer era un sábado arrancado a las vacaciones, con un Sevilla distinto al que en septiembre viajaba a Madrid para solo cogerse un AVE de vuelta con los móviles irradiando alarmas de la AEMET. Un Sevilla con Ramos y Quique, tercer entrenador desde agosto y quien el martes le había devuelto el pulso y el volver a ganar. En la grada crecían gorros de papa noéles, los aviones hacia lugares lejanos y el reposo a solo 90 minutos, pero antes los futbolistas de ambos equipos debían intentar subirse a unos trenes. El Sevilla, en uno hacia la tranquilidad. El Atleti hacia la mejor versión del Atleti, apagada en sus últimos cuatro partidos, con una victoria solo. El balón comienza a rodar.


Saltaron los rojiblancos con Azpilicueta haciendo de Hermoso (sancionado) y Giménez de regreso por Savic (ibidem), y Lino de interior zurdo por delante de Roro. Griezmann había llegado al estadio con una camiseta de Luis, empatado ya a goles en la tabla histórica. El delantero de Quique, con En Nesyri en el banco, era Suso como falso 9 y Ocampos por detrás. Su plan sonaba sencillo: esperar una contra. Pero todo es fácil sobre el papel, lo que cuesta es llevarlo a la piel. Pronto se vio obligado Dimitrovic a estrenar sus guantes, en un mano a mano frente a Morata tras una pared con un De Paul que sigue buscando su look, peinado a peinado. Su estado de forma en la hierba hace tiempo que lo ha encontrado. Totémico, con gran despliegue físico y mejor pie. Y el pelo trenzado.

Arrinconaba el Atleti al Sevilla y apretaba pero sin morder. Grizi remataba cada balón cerca sobre todo de lejos como si buscase desempatar con Luis con un gol de apellido azo. Pero todos se fueron fuera, altos. Suso, mientras, era una isla, demasiado solo entre Azpilicueta, Witsel y Giménez. Ocampos corría pero como sin tener muy claro qué debía hacer, si esperar, madurar o contragolpear. El Atleti no sufría en defensa. El Sevilla resistía atrás, Gudelj tapando agujeros. A la hora de la siesta, en el Metropolitano solo parecían despiertos Riquelme y De Paul. Desactivado Grizi. Off Rakitic. Los papa noéles recibiendo de regalo fútbol-carbón.

Hasta que el fútbol regresó del reposo y el Cholo sopló las velas de sus doce años de Atleti con los cambios: Roro y Nahuel, con amarilla, se quedaban en la ducha y al verde saltaban Correa y Llorente. Cuarenta segundos, justo cuarenta, fue lo que tardó el último en desenvolver el gol. Pedrosa se durmió y Koke, que es respirar al Sevilla e hinchársele el pecho como un superhéroe de Marvel pero nacido en Vallecas, le sirvió un balón a su espalda que Llorente primero centró. Ramos se entrometió para evitar el remate de Morata, pero en realidad lo que hizo fue ponerle celofán: su despeje fue casi un pase para Llorente que, solo, remachó a portería. Quique respondió a los cambios del Cholo (En Nesyri y Sow) y todo se aceleró.

El Sevilla dejó los bostezos y los miedos atrás. Subió la presión, recuperó la pelota y se lanzó en oleadas hacia esa portería que hasta entonces había sido un punto a lo lejos. Al Atleti empezaron a pesarle toneladas las piernas, obligado a jugar la última media hora solo a sobrevivir. Sin Morata. Encerrado en su campo. Oblak tenía trabajo. El portero atajaba por bajo un disparo de Ocampos cuando, para más inri, Söyüncü se vestía de grinch. Dos minutos y 56 segundos llevaba de juego cuando le clavaba los tacos por detrás a Ocampos. La amarilla que vio el VAR avisó de que era roja. El Atleti, como en un déjà vu del Getafe, debía jugar con diez veinte minutos. Obligado a sobrevivirse a sí mismo otra vez y acumulando hombres a los pies de Oblak como si fuesen ladrillos.

El cambio arrancó del partido a un Grizi que se fue cabreado y devolvía a Reinildo al fútbol. El Sevilla se abalanzó sobre el cansancio del Atleti. Pero Lino y Llorente tiraron de piernas y Dimitrovic evitaba el gol del último en un mano a mano mientras Simeone alzaba sus brazos en molinillo y los gorros se convertían en bufandas para defender esos tres puntos que cierran 2023 con la mira hacia arriba. Y un 1-0, poesía cholista, en un homenaje a estos años. Y que venga 2024. Feliz Navidad.


Entradas populares