River y el riesgo del semestre de la marmota

 Contra Instituto se repitieron las dudas de partidos anteriores: ¿quiénes son los laterales?, ¿quién es el delantero?, ¿por qué algunos futbolistas pasan de titulares a no jugar? La superioridad del plantel no se traslada al equipo.

El 0 a 0 en Independiente tras un aceptable primer tiempo -River debió ganarlo- y un segundo tiempo que no fue lo peor del semestre porque estuvo el partido con Vélez -Instituto debió ganarlo- sumó nuevas dudas a una Copa de la Liga en la que River convenció más desde la tabla de posiciones que desde el juego. El segundo puesto y la clasificación a los cuartos de final no debe ser despreciado, como tampoco olvidado que este equipo ganó con lujo la Liga Profesional y se llevó los dos clásicos del año con Boca.

Comparados con las urgencias de otros equipos, los problemas de River parecen menores, pero la grandeza no se alimenta de derrotas ni de especulaciones ajenas. Tras un gran comienzo de año, Martín Demichelis perdió el centro del ring en los últimos meses, en especial desde el off the record con los periodistas, cuando su liderazgo ante el plantel quedó condicionado.

Desde entonces, el equipo no terminó de fluir, como si el mensaje del técnico no pudiera llegarles a los jugadores, o como si éstos no terminaran de decodificarlo. Hay planteles que juegan movilizados por ese chispazo mágico que muy cada tanto ocurre entre futbolistas y entrenador y, si esa alquimia sí había ocurrido en los primeros meses del River 2023, después de agosto se diluyó: la superioridad del plantel dejó de trasladarse al campo de juego.

River

En el 0-0 con Instituto volvió a pasar: River parece vivir el semestre de la marmota, aquella película de Bill Murray que dejaba en evidencia una situación algo monótona, anodina y repetitiva, en la que siempre pasaba lo mismo. Partido a partido, las indefiniciones se repiten. No se sabe cuáles son los laterales titulares, ni el derecho ni el izquierdo. Por qué los jugadores entran o desaparecen, como Rodrigo Aliendro o Marcelo Herrera. Por qué un día es titular Salomón Rondón y al otro Miguel Borja. Por qué Manuel Lanzini no termina de ser lo que se esperaba, aunque, aún así, ayer salió -tras haber jugado un primer tiempo sin grandes aportes- y el equipo perdió juego. Por cierto: ¿Lanzini no debería jugar de doble cinco en 2024 si se aleja Enzo Pérez?

A River le quedan entre dos y cuatro partidos para terminar el año. Al Trofeo de Campeones, programado para el 18 de diciembre, y los cuartos de final de la Copa de la Liga –hoy sabremos el rival-, se le pueden sumar las eventuales semifinales y finales de la actual competición. Es decir, River puede sumar dos títulos más en el año.

Es un montón, y Demichelis les ganaría a todas las dudas con tres estrellas y dos clásicos en su primer año para proyectar un 2024 con menos desconfianza de los hinchas, pero a la vez hace falta un River con más juego, con más convicción y con un mínimo de más aventura, como la que sentimos los hinchas cada vez que tenemos que visitar otros estadios. Si no, queda el riesgo de estar viendo la misma película todo el semestre.


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