Las 7 formas en las que un perro impulsa la longevidad, según la ciencia
La evidencia científica reciente ilumina los distintos aspectos en los que nuestros amigos de cuatro patas pueden ser auténticos aliados para fortalecer nuestra salud y vivir más. Los detalles
Pero más allá de esa etapa tan dramática, cada vez existen más investigaciones que confirman los efectos positivos, en particular de los perros, para la salud integral de los humanos.
Según expresó a Infobae María Fernanda Rivas, licenciada en Psicología, psicoanalista, especialista en niños y adolescentes, asesora de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), “la interacción con las mascotas puede generar en los adultos sanas ‘regresiones’ temporarias, es decir, vueltas atrás en la fantasía, a la etapa de la infancia, rescatando momentos gratificantes de la historia”.
Y añadió: “El contacto con animales de compañía suele tener un efecto calmante. Despiertan afectos -que son curativos en sí mismos-, como la ternura y sensaciones táctiles y olfativas que evocan vivencias primarias relacionadas con el apego. Pueden llegar a cumplir funciones de sostén y apuntalamiento en la vida emocional. Para los niños, los animales pueden funcionar como amigos o hermanos con quienes desplegar el juego y la fantasía”.
Además, Rivas agregó que por sus características, “mantienen a sus dueños conectados con su mundo pulsional -instintos, deseos, espontaneidad-, que es un área que puede llegar a correr el riesgo de adormecerse o ‘robotizarse’. Esto ocurrió sobre todo en la pandemia, cuando se generó en torno a las mascotas un clima de juego que contribuía a distenderse y -aunque sea de a ratos- a dejar de lado la realidad externa tan angustiante”.
Los 7 efectos positivos de la compañía canina
1. Tener un perro favorece la buena salud del corazón. Muchas investigaciones han estudiado el impacto de tener un can en la salud cardiovascular. Un metaanálisis publicado en la revista científica Circulation encontró que tener un perro se asocia con “una reducción del riesgo de muerte cardiovascular del 31%”.
Además, “informes recientes han sugerido una asociación entre la compañía canina y niveles más bajos de presión arterial, un mejor perfil lipídico y una disminución de las respuestas simpáticas al estrés”, refiere el estudio.
Este aumento de actividad ayuda a las personas a alcanzar el objetivo de 150 minutos semanales de actividad física moderada (30 minutos al día, 5 días a la semana), recomendados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Incluso, la necesidad de agacharse para recoger juguetes (y excrementos) ayuda a desarrollar la movilidad y la fuerza de piernas, lo que puede fortalecer miembros inferiores y el core, el centro del cuerpo.
3. Los perros disminuyen el estrés. Interactuar con un perro, ya sea jugando o acariciándolo, activa el sistema nervioso parasimpático y aumenta la sensación de relajación, dicen los estudios.
Dijo Rivas: “El cuidado y el respeto por los animales se transmite de generación en generación, es decir, se hereda. Los animales se muestran muy receptivos a los estados anímicos de aquellos con quienes conviven. Se los suele “humanizar”: se les atribuyen pensamientos, sentimientos y deseos propios de los humanos a los que ellos responden con facilidad. Tienen sus lugares y roles asignados dentro de la casa. Es muy frecuente comprobar que se parecen mucho a sus dueños ya que copian con los años su carácter, sus horarios, sus rutinas, etc. Sabemos de muchas historias de animales que son considerados ‘héroes’ por salvar personas, que han recorrido cientos de kilómetros para reunirse con sus dueños o han arriesgado su vida protegiendo a sus seres queridos”.
4. Favorecen los hábitos saludables. Las rutinas diarias de cuidado del perro, que incluyen alimentarlo, pasearlo e higienizarlo, proporcionan un sentido de propósito, lo cual es importante para el bienestar mental, especialmente a medida que se envejece. El sentido de responsabilidad que sentimos hacia nuestras mascotas puede inspirarnos a cuidarnos mejor, animándonos a adoptar hábitos más saludables como fumar menos, bajar de peso e ir al médico para hacernos chequeos.
Expresó Rivas: “El ocuparse de bañar, alimentar o pasear a una mascota puede contribuir a ordenar y mantener rutinas que resultan fundamentales. La responsabilidad que implica ocuparse de un animal, para un niño o adolescente, puede convertirse en un buen ejercicio para aprender a cuidar de otros”.
5. Propician una mejor salud cognitiva. Un estudio que siguió el bienestar de un grupo de dueños de mascotas durante varios años encontró un vínculo entre tener un perro y una mejor cognición. Si bien para la mayoría de las personas la función cognitiva se deteriora con la edad, los dueños de perros tenían mejor estas capacidades que quienes no los tenían.
6. Promueven la vida social. Pasear perros abre la puerta a una mayor interacción con los demás y conduce a abandonar el aislamiento, según estudios. En un experimento británico de 10 días, una participante del estudio tuvo 3 veces más interacciones sociales los días que estuvo acompañada por un perro en comparación con los días que realizó sus actividades sola. Y a la hora de entablar conversaciones con desconocidos la presencia del perro produjo 65 interacciones en cinco días, ¡en comparación con solo tres sin el perro
Agregó Rivas: “En el caso de las personas que viven solas, la presencia de animales mitiga la sensación de soledad. Son considerados verdaderos compañeros”.
7. Ayudan a la resiliencia. Dijo Rivas que en algunos casos, la existencia de animales de compañía puede ayudar a transitar y elaborar vivencias del crecimiento, dificultades del entorno familiar, etc. “O pueden apuntalar al niño en el momento de ensayar pequeñas ‘separaciones’ de los padres, como ocurre al comienzo del jardín de infantes, temor a dormir solos, llegada de un hermano a la familia, etc.”.
“Los beneficios de tener un animal de compañía son indudables. Sólo recomiendo que su adopción sea realizada con responsabilidad, con conciencia de la importancia de este acto y pensando no solo en su aspecto ‘utilitario’ sino como un integrante de la familia que requerirá mucho afecto y con quien se compartirán muchos años de vida”, concluyó la psicoanalista.