La Iglesia Católica en Uruguay atraviesa problemas económicos y lanza iniciativas para atraer fieles

La institución apela a dos mecanismos colectivos para fondearse, pero no son suficientes para cubrir las necesidades que tiene

“Es frágil en cuanto a que los gastos fijos que se deben afrontar se solventan fundamentalmente a través del Fondo Común Diocesano y de Iglesia de Todos”, dice el documento. Estos son dos mecanismos de colecta de dinero de parte de los fieles, pero que no alcanzan a cubrir las necesidades que tiene la institución.

El arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla, fue nombrado en 2014 por el Papa Francisco. A casi diez años de asumir ese rol, le pidió a los párrocos de las distintas comunidades de la iglesia a identificar oportunidades, dificultades y amenazas que presentan la realidad del país.

“El objetivo es ser una iglesia ubicada en la sociedad plural en la que vivimos, que diga su palabra sin pretensiones hegemónicas, capaz de escucha y diálogo, pero sí anunciando a Jesucristo y las implicancias éticas de su seguimiento, con humildad y sin complejos”, pidió como una meta para el sexenio 2024-2030. “El objetivo es ser una iglesia capaz de hablar en un lenguaje comprensible”, agrega el texto.

El arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla (Iglesia Católica de Uruguay)
El arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla (Iglesia Católica de Uruguay)

En Montevideo hay 83 parroquias y alrededor de 100 entre iglesias públicas y capillas. El clero lo integran 80 sacerdotes del clero secular, 15 de la prelatura Opus Dei y 100 religiosos. A nivel terciario, hay tres institutos privados vinculados a la Iglesia –la Universidad Católica, la de Montevideo y el Instituto Universitario Mariano Soler–, además de 76 colegios católicos, de los cuales nueve se ubican en zonas de contexto socioeconómico vulnerable.

En septiembre de 2021, en una carta publicada por el mismo medio uruguayo, Sturla había criticado el descenso de los fieles y del personal.

El arzobispo identificaba varios motivos para la reducción de los creyentes. Explicó que hay una “ignorancia religiosa” que está “generalizada” y sostuvo que los elementos básicos de la fe católica no forman parte de la “cultura general de la población”. A su vez, los creyentes católicos tienen un “escaso conocimiento de las verdades fundamentales de la fe”, opinó Sturla.

Sturla señaló que muchas parroquias no tienen niños en catequesis y menos aún grupos de adolescentes o de jóvenes. Los colegios católicos, además, tienen problemas para evangelizar y hay dificultades para encontrar personal para las obras católicas y educativas.

Una misa de la Iglesia Católica de Uruguay con legisladores (Iglesia Católica de Uruguay)
Una misa de la Iglesia Católica de Uruguay con legisladores (Iglesia Católica de Uruguay)

Los problemas económicos de la Iglesia Católica no son recientes. En 2014, cuando Sturla asumió como arzobispo, el déficit de la institución era de más de USD 400.000 al año, según informó El País. Los ingresos no daban para cubrir un tercio de los gastos, aunque al cabo de un año se logró reducir ese rojo a la mitad.

Sturla pidió al sacerdote y contador Pablo Coimbra que fuera su secretario personal y lo ayude en el área económica. El profesional hizo una auditoría interna sobre los números de la curia montevideana, que arrojaron el déficit de USD 400.000 en un presupuesto anual de USD 1,2 millones.

La brecha históricamente se cubría con donaciones de organismos internacionales como Cáritas, Ayuda a la Iglesia que sufre o Adveniat, el brazo solidario de la iglesia alemana. Pero con la mejor situación económica del Uruguay estas organizaciones priorizaron destinos más carenciados, lo que provocó que el déficit se acrecentara.


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