Djokovic toma distancia en París y por el número uno

El serbio se mete en semifinales tras ganar al vigente campeón, el danés Rune. Ahora ya le saca 850 puntos a Alcaraz en la pelea por el liderato del ranking.

Nacho Albarrán
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En racha de 16 victorias y con la firme voluntad de no perder ni un partido en lo que queda de año, Novak Djokovic avanzó este viernes hasta las semifinales del Masters 1.000 de París. El serbio se tomó la revancha de la derrota ante Holger Rune en la final del año pasado e igualó, de paso, el cara a cara con el danés (2-2 ahora), uno de los pocos negativos que había en su historial. La experiencia (36 años) se impuso a la juventud (20) en un marcador de 7-5, 6-7 (3) y 6-4 para el número uno del mundo, que toma aún más distancia en la pugna con Carlos Alcaraz por mantenerlo hasta el final del año.

Djokovic le saca ya 850 puntos al español, una diferencia considerable antes de las ATP Finals. Y lo peor es que aún podría aumentar, porque Novak está en condiciones de sumar más tantos. Si vence el sábado (no antes de las 16:30, Movistar+) a Andrey Rublev, que ganó a Alex de Miñaur por 4-6, 6-3 y 6-1, pondrá 1.090 entre él y Carlitos.

Los números cantan a favor del balcánico. En relación directa con esos 16 triunfos seguidos, Djokovic ha ganado 29 de sus últimos 30 partidos, desde el inicio de Roland Garros, donde triunfó. El último tenista que le ganó fue Alcaraz, en la final de Wimbledon. En pista dura, este curso acredita un balance de 31-1, con una única derrota ante Daniil Medvedev en las semifinales de Dubái. Todo esto lo ha hecho con cabeza, descansando, aproximadamente, durante 26 semanas.

Un ansia inagotable

El padecimiento que tuvo contra Tallon Griekspoor en octavos, debido a unos problemas estomacales que reveló después (“He pasado más tiempo en el baño que en la pista”, exageró), desapareció ante Rune para dejar paso a la versión implacable de un Djokovic que no da un encuentro ni un torneo por perdido. Lo sufrió el bueno de Holger, pese a los nuevos bríos con los que se maneja tras la llegada de Boris Becker (ex de Nole) a su equipo (”No quería verle en el box contrario, pero sabía que podría pasar ya esta semana y les deseo lo mejor en Turín”, expresó Novak). Jugó un buen tenis, notable, en ocasiones muy valiente, y, aun así, no pudo impedir que su legendario oponente le apartara de la posibilidad del desempate en el primer set ni que le ajusticiara en el tercero tras dejar escapar un punto de partido en el segundo, para después perder su sexto desempate este curso (lleva 27 ganados). “Jugué un tie-break horroroso en el segundo set, probablemente el peor del año”, reconoció después.

‘Alimentado’ por los silbidos del público (en ciertos momentos incomprensibles) y por alguna que otra discutible decisión del juez de silla, el titán de Belgrado impuso su infinita clase de competidor. “A veces hay que estar tranquilo y concentrado en lo que necesitas hacer en el siguiente punto, realmente es lo mejor que puedes hacer siempre. Y otras veces, reaccionas y te alimentas de esa energía”, explicó Djokovic, dueño de un ansia inagotable con la que persigue éxitos uno tras otro. Está a tres semanas de alcanzar las 400 como líder del ranking, un hito único.


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