Crearon el primer mapa del microbioma de la vagina, gracias a 3.300 mujeres voluntarias
Infobae dialogó con las investigadoras que llevaron adelante la iniciativa liderada por la Universidad Amberes, en Bélgica. Qué pasa cuando las mujeres tienen relaciones sexuales y cuáles son los desafíos de otro estudio en curso en América Latina
Gracias a 3.345 mujeres ahora se consiguió hacer por primera vez el mapa del microbioma de la vagina. Se trata de una iniciativa de ciencia ciudadana que empezó en Bélgica y ya se publicaron los resultados en la revista Nature Microbiology. También hay un proyecto similar en curso en América Latina.
La iniciativa es llevada a cabo por un grupo de científicos de la Universidad de Amberes. En el equipo se encuentra la científica peruana Sandra Condori.
Le pusieron el nombre de Isala en memoria de Isala Van Diest (1842-1916), quien tuvo que seguir sus estudios de medicina en Suiza, ya que las mujeres no eran admitidas en las universidades belgas. Pero persistió y gracias a ella se aprobó un decreto real en 1884 que permitió que las mujeres belgas estudiaran medicina.
La iniciativa contó con financiamiento del Consejo Europeo de Investigación y Fundación de Investigación de Flandes.
Las mujeres que participaron tenían desde 18 hasta 98 años. Completaron cuestionarios y aceptaron hacerse dos tipos de hisopados en la vagina en su hogar. Luego, los kits fueron recibidos por el equipo de investigadores y se identificaron los tipos más numerosos de bacterias en la vagina de las participantes.
Lo hicieron con análisis de ADN de alta tecnología y así cartografiaron completamente el microbioma vaginal. “La composición general del microbioma vaginal estaba estrechamente ligada a la edad, el parto y la fase del ciclo menstrual”, escribieron en el trabajo. En total, detectaron que 10 bacterias son las más importantes.
Las bacterias lactobacilos predominaban en el 78% de las muestras. En la vagina, esas bacterias hacen lo mismo que en el yogur.
Utilizan el glucógeno, un tipo de azúcar que también se encuentra en la pared de la vagina y del útero, como nutriente y lo convierten en ácido láctico. Por lo tanto, gracias a los lactobacilos, la vagina sana tiene una acidez baja. Esa situación es extremadamente importante en la lucha contra las bacterias patógenas o contra los virus.
Los cuatro tipos más comunes de lactobacilos que se encontraron en el proyecto Isala son: Lactobacillus crispatus, Lactobacillus jensenii, Lactobacillus gasseri y Lactobacillus iners. También pueden estar en la piel o en la zona de la ingle.
No hay una sola vagina que contenga un solo tipo de bacteria. Siempre es una combinación de diferentes tipos lo que determina el microbioma vaginal único de cada persona, según la investigación.
Algunos lactobacilos pueden, por ejemplo, producir riboflavina o vitamina B2. También hay cepas que producen pequeñas proteínas especiales que detienen el crecimiento de las bacterias malas, o que pueden armar la vagina contra las infecciones de hongos.
“Todos estos descubrimientos son investigaciones importantes y verdaderamente pioneras. No sólo nos hacen comprender mejor la composición del microbioma vaginal, sino que también sientan las bases de posibles nuevas terapias. Realmente esperamos que algún día, basándonos en Isala, nuevas terapias vivas puedan ayudar a las mujeres a tener y mantener sanas a sus vaginas”, expresó el grupo de investigadores.
Corroboraron también que el microbioma vaginal puede cambiar, y una de las principales razones es que los niveles hormonales cambian a lo largo de la vida de cada mujer. Los cambios más drásticos se producen durante la pubertad y la menopausia. Observaron que el microbioma vaginal de las mujeres durante la menopausia era a menudo más diverso y estaba más dominado por las bacterias Prevotella y Anaerococcus y menos por lactobacilos.
Una sorpresa mayor fue que tener o no tener hijos resultó ser el segundo factor más importante que explica el cambio del microbioma. Las mujeres con hijos -incluso después de una pérdida precoz del embarazo, aborto o muerte fetal- tienen con más frecuencia las bacterias Bifidobacterium y Streptococcus en la vagina. En cambio, Lactobacillus crispatus se encuentra con más frecuencia en las mujeres sin hijos. El por qué de esa diferencia todavía se tiene que investigar más.
El estudio reveló que después de usar toallitas o compresas sanitarias el microbioma es más diverso, con más Bifidobacterium, Lactobacillus gasseri, Streptococcus y Anaerococcus. Por el contrario, después de usar una copa menstrual, encontraron más Lactobacillus crispatus y Limosilactobacillus. Los datos podrían servir para el desarrollo de nuevos productos de higiene.
La actividad sexual también influye en el microbioma vaginal. En las participantes que habían mantenido relaciones sexuales en las 24 horas anteriores a la toma de la muestra, encontraron bacterias más diversas con mayor frecuencia. Identificaron estreptococos con mayor frecuencia.
A partir de la experiencia en Bélgica, se pusieron en marcha iniciativas similares en Perú y Suiza. En el país sudamericano, lleva el nombre de Laura Rodríguez Dulanto, quien vivió entre 1872 y 1919. Fue la primera médica peruana.
“En el estudio Laura, 114 mujeres entusiastas donaron muestras. Las que nos dieron sus datos de contacto recibieron sus resultados de su perfil de microbioma este año. Actualmente, Laura se encuentra en la fase de análisis de datos y esperamos publicar los resultados en una revista de referato el próximo año”, contó a Infobae la doctora Sandra Condori, quien nació en Perú y trabaja en la Universidad de Amberes.
Investigadores del Laboratorio de Infectología Pediátrica de la Universidad Peruana Cayetano Heredia en Lima, y de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana – UNAP (Iquitos) colaboran con el estudio Laura.
¿Podrían ser diferentes los resultados de las muestras de mujeres de Europa con los de América Latina?, preguntó Infobae. “La pregunta es difícil de responder hoy porque no tenemos suficiente evidencia para concluir si existen diferencias o un microbioma específico en mujeres latinoamericanas y europeas. Sin embargo, la investigación continúa y es posible que tengamos una respuesta en los próximos años”, respondió Condori.
“En el nuevo estudio se identificó que, además de lactobacilos, la vagina de una mujer sana puede estar habitada por múltiples microorganismos, incluyendo especies de bacterias presentes en la disbiosis más frecuente que es la vaginosis bacteriana. Además se observaron variaciones étnicas en su composición”, destacó Miguel Tilli, médico especialista en ginecología y obstetricia, ex jefe de consultorios externos de ginecología del Hospital Eva Perón de San Martín y miembro de comisión directiva de la Sociedad Argentina de Patología de tracto inferior y Colposcopía.
“Lo novedoso del trabajo con respecto a otro que se hizo en 2011 es que las muestras para los estudios microbiológicos (realizados por biología molecular) fueron recolectadas por las mismas pacientes. También se basaron también en una exhaustiva encuesta con datos sobre estilo de vida, hábitos alimentarios, orientación sexual, métodos anticonceptivos e índice de masa corporal. Los resultados aportan más datos a un tema tan apasionante y permitirán entender mejor el origen de las enfermedades y cómo prevenirlas”, sostuvo el doctor Tilli en diálogo con Infobae.
“Desde hace varias décadas se tienen en cuenta diferentes situaciones que pueden afectar la fertilidad -comentó a Infobae Ester Polak de Fried, directora del Instituto Médico CER, que está asociado a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
“Un factor es la predominancia de ciertos elementos en las secreciones vaginales que dificultan la fertilidad. Recientemente con las nuevas tecnologías genómicas se puede estudiar con mayor precisión. Los resultados publicados en la revista Nature Microbiology confirman que cuanto mayor es el porcentaje de Lactobacilos en la microbiota vaginal y endometrial, mayor es el beneficio para facilitar el embarazo”.
Hoy existen test diagnósticos específicos para estudiar la microbiota -resaltó- y puede ser tratada con probióticos vaginales en diferentes momentos del ciclo dada su correlación con la presencia o no de estrógenos. “Obviamente es un elemento más que se suma al enfoque actual del tratamiento de la infertilidad”, aclaró.