China, el mayor emisor del mundo de gases de efecto invernadero, no tiene objetivos ambiciosos de reducción

Su estrategia climática es una de las más importantes del mundo para combatir la crisis, pero el régimen frena las iniciativas contra las energías fósiles

En 2021, China emitió 14.300 millones de toneladas de CO2 equivalente, una medida de la huella de carbono que tiene en cuenta todos los gases de efecto invernadero, según Climate Watch, que cita los datos del Instituto de Investigación de Impacto Climático de Postdam.

Esta cifra convierte a China en el primer emisor mundial. Teniendo en cuenta las emisiones acumuladas históricamente por cada país, el gigante asiático es segundo por detrás de Estados Unidos.

No hay un “escenario posible” para lograr contener el calentamiento global a 1,5 ºC respecto a la era preindustrial sin la implicación de China, afirma la Agencia Internacional de la Energía (AIE).

¿De dónde vienen las emisiones chinas?

El carbón genera la mitad de emisiones de CO2 de la China, que genera a partir de este combustible fósil un 60% de su electricidad, según la AIE.

La industria es responsable del 36% de las emisiones de CO2, mientras que los transportes contribuyen en un 8% y la construcción en un 5%.

Vapor en una planta de carbón de "bajas emisiones" en Sanhe, provincia de Hebei (Reuters)
Vapor en una planta de carbón de "bajas emisiones" en Sanhe, provincia de Hebei (Reuters)

China aumenta su capacidad instalada de energías renovables a un ritmo récord, especialmente solar, pero hasta ahora solo han compensado la demanda creciente de electricidad, sin llegar a reemplazar a las energías fósiles.

¿Cuáles son los objetivos de reducción?

En 2020, el presidente Xi Jinping prometió que China intentaría alcanzar su pico de emisiones de carbono antes de 2030 y lograr antes de 2060 la “neutralidad de carbono”, el equilibrio entre las emisiones y la absorción de carbono en la atmósfera.

Un año después se comprometió a poner fin a la financiación y la construcción de nuevas centrales de carbón en el extranjero y anunció un plan quinquenal con nuevos objetivos.

China también se fijó reducir las emisiones respecto a su PIB en un 65% respecto a 2005 y a alcanzar más de 1.200 gigavatios de capacidad instalada de energía solar y eólica antes de 2030.

En 2021 ya alcanzó 1.056 gigavatios, según la AIE, muy por delante de Estados Unidos que se sitúa en segundo lugar mundial con 345 gigavatios.

Este noviembre, Pekín desveló un plan para controlar sus emisiones de metano, pero no fijó objetivos concretos de reducción.

¿Va por buen camino?

En general, los expertos auguran que China alcanzará sus objetivos climáticos, pero en parte porque estos no son demasiado ambiciosos.

Un 70% de los 89 expertos interrogados por el grupo de reflexión Centro de Investigación de la Energía y el Aire Limpios piensan que China alcanzará su pico de emisiones antes de 2030.

El Programa de la ONU para el Medio Ambiente indicó en noviembre que China “probablemente” alcanzará sus objetivos y destacó que más de la mitad de la capacidad de producción de electricidad instalada procede ahora de fuentes no fósiles, un objetivo que se había fijado para 2025.

Pero la demanda de energía debe aumentar y la incertidumbre vinculada al suministro de energía han provocado un aumento de las capacidades de producción vinculadas al carbón, apunta la misma fuente, lo que amenaza el progreso en política climática del país.

A pesar de las promeses del presidente chino sobre el carbón, Pekín es reticente a cualquier fórmula que evoque una salida o una reducción de las energías fósiles, una cuestión espinosa en cada ronda de negociaciones sobre el clima.


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