CHAMPIONS (B) I SEVILLA 2 - PSV 3 / Hecatombe en Nervión

Tras la roja a Ocampos, el Sevilla se deja remontar un 2-0 y queda fuera de Champions. Necesita ganar al Lens en la última jornada para ser 3º e ir a Europa League.

José A. Espina
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El Sevilla se dejó remontar un 2-0 contra el PSV Eindhoven, queda matemáticamente fuera de la Champions y deberá ganar al Lens en la última jornada si quiere al menos ser tercero e ir a la Europa League, su competición fetiche. Algo que, visto el percal, no sería para nada un premio menor. Aunque quizá para ese duelo de dentro de dos semanas en Francia haya otro inquilino en el banquillo nervionense: tras esta hecatombe, el uruguayo Diego Alonso se ve al borde del despido, que si no llega antes acabará por producirse de no ganarle y/o hacer el ridículo ante el Villarreal el próximo domingo, también en el Ramón Sánchez-Pizjuán.

Habrá que ver cómo responde entonces Nervión, que ante el PSV acabó desesperado pero había comenzado totalmente desangelado, con una de las peores entradas de toda la campaña. El Sevilla se ha enrocado en su propia desgracia e incapacidad durante dos años para olvidar, repletos de noches de unas lágrimas que enjugó solamente el título europeo conseguido en Budapest hace cinco meses. Aquella proeza tampoco es moco de pavo, pero no hace olvidar los problemas estructurales que tienen al club metido abajo en LaLiga y cerca de quedarse fuera de Europa. Un dato: el PSV llevaba 15 años, desde 2008, sin ganar un partido en liguilla de Champions fuera de casa. Lo consiguieron en Sevilla, después de ir perdiendo 2-0 además.

Y eso que la noche pintaba perfecta cuando Sergio Ramos apareció por el segundo palo para rematar, menos imperial que otras veces, a la remanguillé, un gol que no solamente era el primero que anota en su regreso al Sevilla: también le convertía en el defensa más goleador de la Champions (16 tantos), junto a Roberto Carlos y Piqué, y significaba además el tanto 10.000 que se marca en la máxima competición continental. Un montón de honores comprimidos en ese segundo mágico que borró de un plumazo unos primeros minutos sin orden ni concierto, en la línea de lo que viene mostrando este Sevilla en los últimos encuentros, con Diego Alonso como entrenador.

El gol de Sergio Ramos dio paso a los mejores minutos de un Sevilla con filo, que mereció irse al descanso con más ventaja en el marcador. El VAR anuló por mano de Sow (en el inicio de la jugada) un gol del propio centrocampista suizo y En-Nesyri mandó un cabezazo a la cruceta mientras el PSV amagaba casi sin dar, apenas un chut peligroso de Hirving Lozano que detuvo Dmitrovic y que precedió a la lesión del extremo mexicano, poco antes de que muriese la primera mitad.

Nada más volver del vestuario el Sánchez-Pizjuán volvía a sonreír, parecía que aliviado, por primera vez en mucho tiempo cuando En-Nesyri aprovechaba un magnífico centro largo de Acuña para poner el 2-0 (47′). Nada hacía presagiar entonces, ni en los minutos inmediatos, que una jugada tonta, o dos, se llevarían por delante al Sevilla en el partido. Una protesta y una entrada a destiempo significaron una tan merecida como tonta roja para Ocampos. Segundos después, Saibari ponía de remate acrobático el 2-1 (65′), preludio del desastre en Nervión. Con uno menos, el equipo de Diego Alonso deambuló como pollo sin cabeza, resignado a su desgracia. Entre Vertessen y Gudelj hicieron el empate cuando quedaban 10 minutos para el final y, ya en el descuento, en otra jugada repleta de despropósitos (¿por qué Nianzou no derribó a Vertessen?), Pepi puso de cabeza el definitivo 2-3. El Sevilla se desangra y su gente casi de manera unánime lo constató: ‘Directiva, dimisión’.


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