Boca vs. Fluminense: los medios brasileños repudian el ataque de la barra de Flu y la represión de la policía contra los hinchas argentinos
La violencia contra los hinchas de Boca en la playa de Copacabana ejercida por una facción de la barra brava de Fluminense y la policía fue repudiada hoy en el principal canal de noticias de Brasil, SportTV, de la cadena mediática Globo. ”Fue un acto de cobardía contra los hinchas de Boca Juniors”, dijo el conductor Carlos Eduardo Mansur, uno de los principales comentaristas de fútbol de Brasil, durante el programa “Troca de Passes”, al comentar la violencia ejercida contra los hinchas de Boca en la playa de Copacabana, en la vigilia hacia la final de la Copa Libertadores el sábado en el estadio Maracaná.
.Ayer, una facción de la hinchada organizada Young Flu invadió la arena de Copacabana sin resistencia policial para robar y agredir a hinchas de Boca que estaban sentados tomando sol y cantando cerca de la FanZone instalada por la Conmebol. ”Lo que se vivió en Rio es muy triste, fue una cobardía, violencia contra familias, Río pierde una oportunidad de mostrar al mundo todo lo hermoso que es para recibir turistas”, dijo Mansur, que aclaró que los autores de la agresión “no fueron todos los hinchas de Fluminense sino un grupo”.
Para hoy, los hinchas de Boca convocaron a un banderazo en Copacabana, en medio de una fuerte tensión generada por la represión ejercida anoche por la policía militarizada, que despejó la playa lanzando gases lacrimógenos y corriendo a los hinchas argentinos que allí estaban, incluso haciendo un asado sobre la arena.
El accionar de la policía recibió críticas por lo bajo y por lo alto desde diferentes sectores. “Toda la gente que no es de Fluminense acá, por lo menos es carioca. La policía es parcial, es brasileña, y la tercera parte es de Fluminense, además”, dijo Ana Sarrabayrouse, cónsul argentina en Río, en Radio La Red. Y agregó: “Es imposible pretender que tengan la misma empatía con un hincha de Boca que con uno de Fluminense. Tenemos que manejarnos con ese contexto: es otro país, las reglas son distintas, la policía es más dura y no va a tener empatía con Boca”. Un hincha xeneize, que pidió no ser identificado, fue más vehemente: “A los policías no les importa nada. Y eso que nosotros los tratamos de maravillas [a los simpatizantes extranjeros] cuando van a Buenos Aires a jugar un partido”.
Cómo fue el ataque
Los incidentes en Copacabana pusieron en estado de alerta y movilización a los organizadores de la final de este sábado por la Copa Libertadores y a los responsables de seguridad de esta ciudad. Algo parecido sucede con las decenas de miles de hinchas de Boca que ya llegaron y que amenizan lo previo con cantos en la playa, en las calles, en los shoppings. Rebosan de alegría por un partido de fútbol que puede darles “la séptima”. El contraste es evidente: conviven la preocupación y el jolgorio; la fiesta y las balas de goma. Ocurrieron por la tarde del jueves y se repitieron por la noche. Siempre en la playa.
Tanto en el consulado argentino como en las oficinas de la Policía Militar de Río de Janeiro, responsable de todo el operativo de seguridad de la final, están inquietos por la posibilidad de que haya más hechos como éstos. Mientras el flujo de argentinos que llenan aviones, colman ómnibus y colapsan pasos fronterizos es incesante, los hinchas más enfervorizados de Fluminense no parecen dispuestos a que les enseñen a festejar. En su cara, en su propia casa. Eso motivó los disturbios de Copacabana, que se iniciaron cuando un nutrido grupo de simpatizantes de Flu tomó desprevenidos tanto a la policía como a los xeneizes que bebían algo en la playa y cantaban por su equipo. Estaban en paz.
En las redes sociales los parciales de Flu hablaron de “Operación Limpieza de la Playa” para designar al “operativo” montado en Copacabana para echar de esa zona a los argentinos. Más tarde, muchos tricolores se convocaron en ese lugar para cantar contra los xeneizes: “¡Boca vai morrer!” (“¡Boca va a morir!”), cantaron, mientras lanzaban petardos y fuegos artificiales. La policía, esta vez, sólo miraba.
Mientras tanto, siguen llegando hinchas xeneizes a esta ciudad, donde a todos aquéllos que no tengan entradas para el partido los espera el Sambódromo municipal, capaz de albergar a 72.500 personas. En Río de Janeiro ya se habla de la movilización más importante de la historia de un club de fútbol para jugar aquí. “Imaginá que Vasco, uno de los clubes de Río, no llena el Maracaná, donde caben 80.000 personas, cuando juega como local. Y Boca traerá esa gente y más para la final. ¡Desde Buenos Aires!”, dijo un taxista carioca.
Tanto, que dejará en el recuerdo a la “invasión corinthiana” de 1976. Ese año, el paulista Corinthians viajó a esta ciudad para jugar contra Flu una semifinal del Brasileirão. O Timão no ganaba nada desde 1954 y cada vez que se acercaba a un trofeo sus hinchas se volvían locos. Hubo más de 70.000 en el Maracaná y parecía que el partido se jugaba en San Pablo. Los hinchas colmaban calles y playas, igual que los de Boca. ¿El resultado? Ganó Corinthians por penales. Es probable que Sergio “Chiquito” Romero sepa la historia. Y quiera repetirla, para alegría de la “marea xeneize” que inunda la Cidade Maravilhosa desde el lunes.