La
anfitriona de la Eurocopa cierra el parón con la segunda derrota de dos
ante Austria. Sané fue expulsado tras agredir a Mwene.
As
A falta de algo más de medio año para la Eurocopa en su territorio, la Mannschaft es un auténtico funeral.
No hay otra descripción para un combinado que lleva años acumulando
sensaciones muy amargas e, independientemente del seleccionador que tome
las riendas del anterior, no es capaz de levantar cabeza. Este parón volvió a hundir a la tetracampeona del mundo un poco más en su miseria:
después de caer derrotado por 2-3 frente a Turquía en Berlín, Alemania
sucumbió por 2-0 ante Austria en el que fue el cuarto partido con
Nagelsmann al timón. Un triunfo, un empate y dos derrotas. Es un drama.
El técnico bávaro volvió a salir con Havertz en el lateral izquierdo y la apuesta, tal y como ocurrió ante los turcos, le volvió a salir mal.
Los de Rangnick optaron por una presión alta que evidenció las
carencias de un apartado defensivo alemán que seguirá dándole muchísimos
quebraderos de cabeza al míster. No fueron capaces los alemanes de liberarse del asedio de unos austríacos
que buscaron la gloria a base de balones largos tras robo y terminaron
encontrándola pasada la media hora de partido. Baumgartner proyectó a
Sabitzer en el carril zurdo y el jugador del Dortmund, tras bailar a
Tah, batió a Trapp con la diestra. Estalló el Prater.
El madridista Alaba vivió una noche plácida en el centro de la zaga austríaca, sobre todo cuando Sané fue expulsado en el 49 de partido tras una agresión sobre Mwene
que podría traer cola para el extremo del Bayern. A partir de ahí, el
combinado local supo gestionar la superioridad numérica y, muy a pesar
del último empujón alemán como consecuencia de la entrada al terreno de
juego de Kimmich y Wirtz, también supo sentenciar el amistoso por medio
de una muy sutil vaselina de Baumgartner. Fue el segundo jugador de la
Bundesliga que perforaba la red de Alemania en otra noche oscura para la
Mannschaft. Más castigo, imposible.