“Todo al revés”: qué dijo Jorge Almirón sobre la derrota de Boca ante River y sus duras críticas al árbitro Andrés Merlos
El entrenador habló de las jugadas polémicas que, a su entender, pudieron cambiar el rumbo del partido
Tras el 0-0 del jueves pasado en la ida ante los brasileños, enfrentar a River tenía, probablemente, la motivación más significante en la búsqueda de ir groso de ánimo hacia San Pablo para la gran revancha. Su equipo alternativo no le respondió. Los ingresos (titulares) reaccionaron mínimamente, sin alcanzar. Predominó el desconcierto, la desesperación, el destiempo.
Boca se fue derrotado por 0-2: de cara a la semifinal, se imponen la preocupación por el golpe y la situación límite de la estadía del DT. Ya se lo nota tan perdido y desbordado (como la actuación de su equipo), equivocando el foco de análisis: tras el “robo” que dijo el jueves sentir en la derrota sobre la hora en Núñez (0-1), en mayo pasado, ahora retrucó contra Andrés Merlos y un supuesto cariño por River.
Almirón puso el foco en dos jugadas. La primera fue previa al gol de Salomón Rondón, pidiendo un golpe con el codo de Paulo Díaz sobre Marcelo Weigandt al momento de saltar a disputar un balón aéreo a la altura de la mitad de la cancha. La siguiente fue el offside, bien cobrado por el juez de línea y revisado correctamente a instancias del VAR, en el empate que marcaba en el complemento Edinson Cavani, el hombre con el hombro en posición de fuera de juego. Con su poca inteligencia para declarar puso sobre la mesa lo debilitado que, evidentemente, se siente a esta hora, las piedras que este domingo se le agregaron a la mochila y la presión que siente en función de lo que suceda en el Allianz Parque.
Lo mejor del partido
“Sabíamos del antecedente del partido pasado en su cancha. Y ahora también lo del árbitro: salió en todos lados que es hincha de River. No puede pasar eso, porque se presta a las confusiones y a las dudas. La falta fue clara, al lado del banco donde estábamos. La jugada sigue y termina en el gol. Y el gol a favor también es milimétrico. Está claro. Termina el partido y queda la duda en jugadas clave, no le favorece”, comenzó el hombre, de 52 años. Aunque siguió ahondando: “Uno se queda con cierta duda por el entorno, por cómo se da, por el árbitro, por cómo fue llevando el partido: nos fue empujando de a poco. Los que estamos en la cancha nos damos cuenta de esas cosas. Para él, imagino, habrá sido muy difícil también. Que salga en todos lados que es hincha de River, antes de un superclásico, debe ser difícil cobrar así”.
Sin embargo, insólitamente, luego cambió la dirección: “Pero bueno, eso se pone como excusa, pero yo me hago cargo del resultado. No me queda otra, soy el entrenador. Es una semana trascendental”, terminó exactamente la misma respuesta. Totalmente tenso, una declaración así no hace bien dentro del vestuario ni en la previa de un encuentro tan importante como el que se avecina para el futuro de la institución en las aspiraciones continentales.
Incluso, uno de los periodistas, en consecuencia de sus dichos tan fuertes, decidió consultarle qué lo dejaba más enojado: el arbitraje o el poco funcionamiento del equipo. Antes de empezar a responder sin confrontar, la introducción fue entender “la malicia de la pregunta”. Más errado todavía.
“No fue un buen partido, nos salió todo al revés. Si vemos el resultado, podemos pensar que ellos tuvieron un buen funcionamiento, pero no vi que haya pasado eso. En la mitad de la cancha nos ganaban ciertos duelos, pero no pateaban al arco. El nuestro era un equipo nuevo. Podría haber puesto el equipo del jueves, pero podían lastimarse o cansarse. No es fácil después de tanto tiempo sin que jueguen, más en el ritmo de un clásico”. Como dijo él, terminó con más excusas. Y él sólo se puso contra las cuerdas.