Sí, jugar mal fue parte de la estrategia

River volvió a ganar de visitante en la cancha de Boca y cerró así el año contra su clásico rival con dos victorias, y el arco de Armani invicto.

Festejo de River en el Superclásico

Un Superclásico es un partido autónomo, tiene una valía per sé, un status de mini estrella, de mini torneo. Se recuerda siempre en el año futbolístico si se le ganó a Boca, si se le ganó a River. Hay contextos, claro, pero el partido en sí tiene un valor propio, innegociable. Por eso, cada clásico es un mundo aparte, no un partido aparte. Porque ganar o perder modifica y condiciona. No, no hay clásicos devaluados. Todos valen y mucho. Y si no, que lo diga Almirón, que tuvo que poner titulares de apuro en el entretiempo y un par más rápido, quedándose sin cambios con mucho tiempo por jugar.

Hablando de Almirón, como dice Esequiel Barco, habla mucho. Dice muchas cosas que, creo, ni siquiera son bien recibidas por el hincha de Boca. Se abraza a fantasmas y declara de manera muy desacertada. Pero bueno, tema del técnico de Boca. Lo que tiene que quedar claro es que se puede argumentar hacia el afuera un tipo de discurso que trate de soslayar una nueva derrota contra River pero, como decía Angelito Labruna, en el verde césped se ve la verdad

Para River, esta victoria tiene que ser el impulso que faltaba para dejar atrás la eliminación de la Libertadores y reencontrarse con la motivación. Más que nunca, tiene que ganar esta Copa de la Liga y cerrar el año como el mejor equipo argentino, más que nunca tiene que hacerlo además con solvencia y brillo, con juego y victorias por demolición. Fundamentalmente porque tiene con qué, porque, además, tiene que forjar la confiabilidad necesaria para construir ese equipo que tiene que ir a buscar la Libertadores en 2024. Este triunfo, además, tiene que servir para despejar los conflictos del frente interno. Lo hecho, hecho está. Lo que queda, siendo que esto es River, es ir por más. Siempre por más. 

Párrafo final para el técnico de River. No habló Martín Demichelis al final del partido. Creo que no lo hizo porque estaba golpeado por la agresión a la salida de la cancha, yendo al túnel, cuando les voló de todo a los jugadores de River, igual que en el festejo del gol de Enzo Díaz. Mejor que no habló, de hecho, toda la semana no se habló del DT, quien, preso de cierta verborragia, estuvo en el centro de la escena con ruidosas declaraciones hasta el domingo pasado. Este silencio fue beneficioso, es beneficioso. Y, buscado o no, desde acá instamos a que siga con esta práctica: lo justo y necesario en la palabra y que el equipo hable fuerte en la cancha. Porque en la cancha Micho tiene cosas más interesantes para decir como, por ejemplo, enfrentar dos veces al clásico rival y ganarle los dos partidos del año sin recibir un gol. Sigamos así.


Entradas populares