SEVILLA 1 - REAL MADRID 1 / Ramos es infinito
Con 37 años, en su morboso reencuentro con el Real Madrid estuvo en su salsa. Sacó un gol, casi marca otro y se las tuvo tiesas con Rüdiger...
“Si marcó lo celebraré”, avisó durante la semana Ramos y no era una bravata. Tenía en la cabeza, nunca mejor dicho, conseguir un gol. Porque no sabe no competir y porque, como hacía en el Pizjuán cuando lo visitaba con el Madrid la mejor manera de honrar a sus exequipos es siendo el mejor rival posible. Lo tuvo en el minuto 79, pero Kepa voló para sacar un cabezazo del camero que iba teledirigido a la escuadra.
Ramos, que durante la pandemia se hizo viral mostrando sus habilidades al piano, da casi siempre con la tecla en los partidos de alto voltaje. Rara es la acción relevante en la que no sale, de una manera u otra, en la foto. Desvió a gol la pelota que supuso el tanto anulado a Valverde en el minuto 4 y, justo treinta minutos después, esta vez salvó a su equipo metiendo la pierna en un remate de Alaba que se colaba. Lo celebró, aunque no fuera gol y aunque De Burgos Bengoetxea tampoco se enterase de su proeza, porque decretó saque de puerta...
Pero un Ramos que no haga de las suyas en ataque, con esa de Kepa, o en los momentos de tensión, no es un Ramos completo. Su sangre caliente le impide ver las tánganas desde la platea. Por ahí le buscó las cosquillas a Rüdiger. En primer córner saltaron chispas y en otro casi arde el estadio. Tángana y una de las imágenes del partido: el central andaluz agarrando por los mofletes al tanque alemán, que entre enfadado e incrédulo se contuvo para no ganarse una amarilla que le hubiera apartado del Clásico...
En todos lados
No sólo apareció en las instantáneas para el recuerdo, su producción fue cuantificable. Quiso la pelota. Fue el que más intervenciones en el juego hizo en el Sevilla (78), igualado con Rakitic, la manija hispalense. También fue intensito, en el mejor sentido del término. Ramos fue el segundo que más balones recuperó de ambos equipos, sólo superado por Ocampos (ocho). En definitiva, Ramos en estado puro. Pasan los años y parece que se cierra el círculo de su carrera en Nervión, pero el camero no cambia. Auténtico, le pese a quien le pese, hasta el final.