River aguantó el triunfo ante Talleres y Demichelis reivindicó un estilo, con Boca finalista de la Copa Libertadores
Venció por 1-0 en el Monumental, con Armani de figura, y es puntero de la Zona de la Copa de la Liga
Con Boca en la final de la Copa Libertadores, Martín Demichelis tiró de orgullo por su doblete de triunfos ante Boca en el año: “No cambio por nada haber ganado los dos superclásicos, sobre todo por las formas, que identificaron a este club. Dimos una muestra de carácter”. Con el recuerdo fresco de cómo Boca, con un jugador menos, llegó a los penales ante Palmeiras, el entrenador de River se colgó otra medalla: “En la Bombonera no hicimos tiempo, ni simulamos lesiones. En un momento nos posicionamos un poco más atrás, pero sin resignar el ataque, como lo demostramos con el segundo gol”.
El Monumental continúa siendo su fortificación. Consiguió la 19ª victoria consecutiva y estira el récord, se nutre de un entorno que empuja y sostiene. Que lo acompañó en el sufrimiento cuando Talleres se le vino encima en el segundo tiempo. Un partido que empezó bajo la partitura de sus media-puntas y lo terminó encarrilando con las atajadas de Armani, clave en cuatro intervenciones. Y más acurrucado de lo que acostumbra, defendiendo la ventaja en un bloque bajo, ya con Funes Mori como tercer central, y apostando al contraataque con alguna corrida de Solari, acompañado por un Borja que iba a una velocidad inferior, a pesar de que estaba fresco porque había reemplazado un rato antes a Rondón.
A River le gusta bordar el juego, sus media-puntas están encantados de relacionarse a través del toque y en el primer tiempo dio casi 100 pases más que su rival (267 contra 168), pero encontró el gol por un rebote fortuito. Rondón fue con la fe del goleador, porque Herrera llegaba antes a la pelota, pero al arquero se le ablandaron las manos y el venezolano terminó marcando de espalda, a la altura de los glúteos.
Lo más destacado de River 1 - Talleres 0
Un gol que iba por la vía contraria al academicismo con la pelota que intentaba desplegar River. La paradoja quedaba para Rondón, ya que fue eficaz con la fortuna de aliada, pero en las dos ocasiones que debió definir por recursos técnicos en la primera etapa, un remate se le fue por encima del travesaño y en el otro le faltó velocidad para evitar el cierre de Catalán. No tuvo espesura de delantero contundente. Son esas acciones en las que aumenta la nostalgia por Lucas Beltrán.
Ganar en la Bombonera después de cinco años da derechos. Por eso Demichelis repitió la formación titular del 2-0 a Boca. River recibió a un Talleres que hace poco le causó un cimbronazo al eliminarlo de la Copa Argentina. Es cierto que el equipo cordobés está un poco mermado en la ofensiva por las transferencias de dos de sus mejores delanteros, Valoyes y Santos, pero conserva a Garro y el paraguayo Sosa, dos que saben con la pelota, no se los puede descuidar.
Aunque no se ajuste al 4-3-3 que prefiere Demichelis, River le dio continuidad y recorrido a la fórmula de los cinco volantes. Suficiente material para controlar el juego y llevar la iniciativa, al que también hay que exigirle una cuota de sacrificio y ordenamiento táctico para el retroceso. A los 37 años, Enzo Pérez cubre espacios con su experiencia e intuición para anticiparse a lo que hará el adversario, pero cuando sus energías empiezan a escasear se expone al error, como en el control largo que aprovechó Garro en un avance que tapó Armani. De la Cruz suele ser el centinela más colaborativo del capitán, pero por momentos hace falta que también se involucren Nacho Fernández, Lanzini –levantó el nivel respecto de partidos anteriores- y Barco.
El partido tuvo un tono ligero, con descuidos defensivos de ambos lados, si bien Herrera reforzó su aplicación a la marca, que suele ser una carencia. Proporcionalmente, River tenía un mayor dominio y llegaba más, mientras los postes repelían en partes iguales remates de Sosa y Nacho Fernández. “Hicimos un gran primer tiempo ante un rival difícil, que nos había ganado en los dos partidos anteriores”, valoró Demichelis.
A medida que no pudo afirmarse en el resultado, River pasó a sentirse inseguro en el juego. Talleres sumó pólvora ofensiva con la entrada de Bustos, de buen remate, que tiempo atrás supo lo que es marcar en el Monumental. Demichelis oxigenó la recuperación de la pelota con Enzo Díaz por Casco y Aliendro por Nacho Fernández. “Con el desgaste vinieron las imprecisiones.”, justificó el entrenador. Los recaudos locales se acentuaron con el ingreso de Funes Mori para volver a armar una línea de cinco, como en la Bombonera. “Nos acomodamos más atrás, pero sin dejar de pensar en el arco rival”, agregó Demichelis. Pero las mayores garantías estaban en las manos de Armani para desviar remates de Garro.
El final fue caliente, con una entrada dura de Aliendro sobre el habilidoso Garro y más de un tumulto, con empujones y gritos. Los tres puntos se habían puesto muy caros, Talleres volvía a ser una vara alta, exigente, a la que le está faltando gol (no convirtió en cuatro de los últimos seis cotejos). Se habían adicionado cinco minutos y River jugaba con un ojo en el reloj y otro en una pelota que pasaba más por los pies de Talleres que por los propios.
El final fue esperado con ansiedad por River, no le estaba sobrando nada. No había hecho un partido perfecto, el gol de Rondón resultó la mejor síntesis.