REAL MADRID-OSASUNA / Bellingham reina en la Liga

El inglés vuelve a hacer un doblete para confirmar el liderato del Madrid. Suma ya diez tantos en el curso. Vinicius, de nuevo fantástico, y Joselu completan la goleada blanca.

Luis Nieto
As
Acostúmbrense a ver a Bellingham abierto de brazos, en gloriosa crucifixión imaginaria, a punto de levitar. Es tal su producción goleadora, totalmente inesperada, que oculta todas sus demás virtudes, de las que podría vivir con su sueldo actual sin mandar una pelota a la red: la enorme superficie que cubre; su elegancia en la conducción; el rápido entendimiento con cualquiera, de Vinicius a Valverde o Carvajal, futbolistas de distinta especie; su despliegue físico sin escaqueos para defender y recuperar. De él ha vivido este Madrid líder hasta el regreso de Vinicius, otro que ya está aquí. Dos goles para el inglés, otro más asistencia del brasileño y un último de Joselu, que con este acompañamiento se va a hartar de marcar (el Bernabéu coreó su nombre), mandaron a la lona a un Osasuna blando y fallón.

Jugó Modric, ante el peligro de incendio, y tardó nueve minutos en preparar un gol. En el Madrid se quedó porque le prometieron partidos y no partidos homenaje y ante Osasuna confirmó que aún no está en retirada camino de países balneario (Arabia, Estados Unidos y emiratos varios...), que su juego sigue vigente aunque, a sus 38 años, se sirva en plato de postre. El Bernabéu le obligó a desmonterarse cuando le sustituyeron.

El de siempre

Su titularidad no fue la única actualización en el once blanco. Tchouameni se comió el marrón de jugar de central y volvió al once Joselu, que quintuplica, atendiendo a los datos, la eficacia de Rodrygo. En Osasuna empezó en el banquillo Chimy Ávila, líder del grupo de animación rojillo. Y metió dos laterales derechos Jagoba Arrasate, uno a pie cambiado (Rubén Peña), para asegurarse de que los flancos quedaban bajo custodia. Había avisado en la víspera que cuanto más corra el Madrid menos defendible resulta, de ahí lo de doblar la escolta, especialmente en el lado de Vinicius, el pulmón por el que respira este Madrid. Así amaneció un partido de sobremesa en el Bernabéu. También con el gol de Bellingham, enorme benefactor del equipo.

Así abrió Bellingham el marcador.
Ampliar
Así abrió Bellingham el marcador.Rodrigo JiménezEFE

Fue una jugada de alto diseño, en el que la clave estuvo en el dominio del espacio/tiempo de Modric. Controló la pelota y esperó a que Carvajal se hiciese un sitio en el área. El lateral tocó de primeras atrás, para ganar tiempo, hacia Bellingham y allí apareció el inglés, con aire majestuoso, para contener el instinto de tirar sobre la marcha, amagar hasta que se abriera hueco y rematar a una zona indefendible con la izquierda. La polisemia del inglés era difícil de adivinar incluso desde la perspectiva de su precio.

Hasta entonces el Madrid había dominado teatralmente, en un partido que se presumía de cocción lenta. Luego, hasta que empezó a aburrirle el duelo, fue otra cosa: un juego al primer toque, hábito siempre saludable en el fútbol, espabiladísimo en los detalles, rápido en la circulación, con una buena mezcla de física (Camavinga) y química (Modric), profundo por las bandas (cosa de Carvajal y Vinicius). La cosa no iba a más porque a Joselu le falta un punto de finura en el control y porque Vinicius aún tiene traumas del pasado al pisar el área. Osasuna ni pasaba de dique ni evaluaba si Tchouameni tiene un pase como central o no. Solo lo probó Rubén García antes del descanso y el francés no se merendó su regate. Ni un solo síntoma de ese equipo del norte al que le gusta ser del norte.

PUBLICIDAD
Suma y sigue, es que está imparable. Ahora fue Valverde el que dio un toque sutil al balón para dejar a Jude Bellingham ante Sergio Herrera, al que logra batir por segunda vez, firmando así su doblete.
Ampliar
Bellingham hace así el 2-0.JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

Pasada la media hora, dejó de hibernar brevemente Osasuna. No fue una amenaza notable, pero equilibró el partido. Pudo llegar lejos en un disparo largo de Moncayola no muy limpio aunque con cierta guasa y en una oportunidad clamorosa de Budimir, que disparó rematadamente mal en el punto de penalti sin que nadie le incomodase. El Madrid, mecido en su enorme superioridad anterior, fue olvidándose del área navarra con la excepción de Vinicius, que no se baja del mambo, acierte o se equivoque.

Vinicius toma el relevo

La charla de vestuario acabó con esa inercia tan peligrosa para el Madrid. El equipo regresó más afilado, creó un par de ocasiones y esperó a que Bellingham completara el trabajo con el mismo aplomo que en el primer gol. Trazó una pared con Valverde, que le dejó ante Sergio Herrera, y metió el balón entre las piernas del meta como si hubiera repetido esa maniobra cien veces. La gracia está en que ni es un ariete ni ha cumplido los veintiún años.

PUBLICIDAD
Vinicius sienta a Sergio Herrera para marcar el 3-0.
Ampliar
Vinicius sienta a Sergio Herrera para marcar el 3-0.Rodrigo JimenezEFE

Aquel golpe evaporó del partido a Osasuna, en una versión blandengue que no se le recordaba desde su última vuelta a Primera. Quedó totalmente a merced de un Madrid con ganas de fiesta. Y ahí Vinicius es pez en el agua. En cinco minutos abrió la brecha desde distintos registros. Valverde le mandó un balón largo, salió disparado, tumbó a Sergio Herrera con un quiebro e hizo el tercer gol blanco. El cuarto lo fabricó aguantando al borde del área hasta que llegó Joselu con el fusil. Ese presunto nueve B opta a plaza fija en este equipo, al menos mientras el gol le siga haciendo la cobra a Rodrygo. También le dejaron el penalti que pudo suponer el 5-0, pero lo paró Herrera, que tiene un largo historial de hazañas similares ante el equipo blanco. Lo celebró exageradamente y luego pidió perdón. La limpieza del partido merecía la rectificación.

Entradas populares