Luis Enrique empuja a Kylian Mbappé al Real Madrid
El
errático arranque de temporada del nuevo proyecto PSG, ya sin Neymar ni
Messi, pone de nuevo el foco en el futuro del astro francés.
Mario de la Riva
As
“Creo
que es el momento de tomar una mayor responsabilidad. Quizás en París
sea feliz, pero quizás en otro lugar también con un nuevo proyecto”.
Esas palabras las pronunció Mbappé en mayo de 2019. Recogía el
premio a mejor jugador de la Ligue 1 tras una temporada en la que el PSG
había hecho los deberes (conquistó su sexto título de Liga en siete
años), pero había caído estrepitosamente en octavos de la Champions con
el Manchester United. Saltaron todas las alarmas, pero acabó interpretándose como una reivindicación en clave interna para gozar de un estatus más relevante en el equipo. Eso lo ha conseguido definitivamente esta temporada. Con
la marcha de Messi (que no estaba en aquel momento) y Neymar es el
líder indiscutible del equipo. Pero el decorado sigue siendo el mismo… o
peor.
El comienzo de la era Luis Enrique en el Parque de los Príncipes está siendo errática.
El equipo no termina de encontrar el rumbo en la Ligue 1. Las tres
victorias, tres empates y una derrota cosechadas en las siete primeras
jornadas le sitúan quinto, fuera de los puestos de Champions. En Europa
el tono es igual de gris. Encuadrado en el grupo de la muerte, el PSG viene de encajar la segunda mayor goleada de su historia en Champions (4-1) ante el Newcastle.
Aderezada con el picante de ser un ‘derbi’ entre clubes-Estado. El
consolidado proyecto qatarí claudicó ante la emergente aventura saudí.
Donde
hay un nuevo proyecto y reina la felicidad es en el Bernabéu. Allí
brilla un nuevo Galáctico y el despecho por Kylian ha dado paso a la
indiferencia. Bellingham es ahora el nombre en boca de todos. El
culebrón Mbappé se reactivará en 2024, cuando acaba su multimillonario
contrato en París. Si la temporada sigue por los mismos derroteros para
los de Luis Enrique, incapaces de satisfacer las ambiciones deportivas de Kylian, volverán a sonar con fuerza los tambores de su llegada a Chamartín.
Pero si esta vez finalmente sí cuaja su fichaje, tendrá que luchar no
por conquistar sino por compartir el corazón del madridismo.