Inquietud por la campaña presidencial de Trump en el establishment de la política exterior estadounidense

El ex mandatario busca poner fin y detener definitivamente la nueva Guerra Fría con la Rusia de Vladimir Putin, para acabar con la guerra en Ucrania y reconsiderar la relación s con la Organización del Atlántico Norte

Sin embargo, de cara a las próximas elecciones del año que viene, la política exterior de Trump sigue manteniendo aquellos cuatro elementos básicos de los que el presidente siempre hablo. El primero resulta algo antipático para muchos y sigue la idea de construir un muro en la frontera sur de Estados Unidos con México, exigiendo que el gobierno mexicano pague la construcción. El segundo punto se ha profundizado de cara al 2024, su plataforma incluye enfrentarse a fondo comercialmente con China para equilibrar y cambiar la desigualdad que afecta al motor de la industria y la tecnología estadounidense. En tercer lugar, Trump considera fundamental para la paz y la estabilidad en Oriente Medio y el mundo, corregir el acuerdo de la administración Obama y las maniobras que llevó adelante la diplomacia de la actual administración Biden estos años con Irán. Al mismo tiempo, Trump pretende instrumentar una modalidad que incluya a Arabia Saudita e Israel del mismo lado y asociar a ambos en el mismo bloque de las negociaciones. Y lo mas importante, poner fin y detener definitivamente la nueva Guerra Fría con la Rusia de Vladimir Putin, para acabar con la guerra en Ucrania y reconsiderar la relación de Estados Unidos con la Organización del Atlántico Norte (NATO por sus siglas en ingles).

Este último aspecto de lo que pude ser la política exterior de Donald Trump no fue bien receptado y la genera algunos problemas con la comunidad de inteligencia y con el establishment de la política exterior estadounidense. Las conversaciones con Moscú nunca fueron bien receptadas por aquellos alineados contra Rusia y los nostálgicos de la vieja Guerra Fría, ellos ven a Vladimir Putin -con sus razones- como un dictador cuyo plan integral es la reconstrucción de la ex-Unión Soviética, y la invasión a Ucrania es su mayor fundamento, aunque a esa acción le suman la intimidación y la influencia por medio de métodos violentos hacia sus vecinos ex-integrantes del Pacto de Varsovia.

En esa dirección, las críticas a Trump de muchos de sus detractores políticos y militares estadounidenses ven su postura con Putin como impropia y de un dialogo estéril con alguien que pretende continuar con acciones propias de un ex-agente de la KGB, por lo que no consideran que dialogar con Putin constituya una maniobra coherente en política exterior, más bien lo ven como un elemento de debilidad hacia el líder ruso. El ex-presidente Trump niega esa objeción de sus rivales y denunció que allí es donde se gestó la conducta de Rusia que originó la invasión de Ucrania y que ese dialogo fue un aspecto que el abordó en su campaña anterior frente a la furiosa oposición de la candidata Hillary Clinton, a la que finalmente derrotó en su tiempo.

Esta idea actual de Trump, que pretende reflotar en su actual campaña como aspirante a la presidencia de Estados Unidos en 2024, sigue siendo rechazada por sus rivales demócratas cuyos especialistas se muestran indignados con ex-presidente. Para muchos demócratas es inaudito que un líder político racional pueda pensar que tenga sentido reflotar relaciones amistosas nada menos que con Putin, el rival nuclear más peligroso de la comunidad internacional y acusan a Trump de tener comprometido no solo su sentido común, algunos han ido mas lejos y se refirieron a cierta inestabilidad emocional del ex-presidente..

Lo que los hechos han mostrado es que no es nueva la posición del establishment de la política exterior estadounidense que no respetó los lineamientos de la política exterior pensada por Trump, ello fue así porque porque no lo consideran preparado y lo acusan de padecer un gran desconocimiento de la historia de la ex-URSS y de la geopolítica actual. Sus opositores también lo acusan de faltar respeto al ejército y las fuerzas armadas estadounidenses, especialmente a los generales ajenos a la burocracia y que se encuentran en la cúpula de la estructura de liderazgo del Pentágono siendo parte indispensable de la seguridad nacional.

También es cierto que muchos elementos de la comunidad de inteligencia odiaban a Trump y trataron de influenciar confrontando su mandato desde el comienzo de su presidencia. La razón de ello, según explicó el ex-presidente en su tiempo se debía a que los generales del Pentágono no se sentían apreciados por Trump en su trabajo por la seguridad nacional de los Estados Unidos; pero también porque Donald Trump pensaba mas como un empresario millonario que como un presidente estadounidense en materia de guerras externas, las que considerada un desperdicio innecesario de la sangre de jóvenes norteamericanos y un despilfarro absurdo de dinero.

En verdad, puede ser que Trump no conozca mucho sobre la historia de la era soviética, la geografía de Ucrania o los Países Bálticos. Sin embargo, lo que sí conoce son las preocupaciones reales del votante estadounidense promedio que se manifestaba muy incómodo con la guerra de Irak y hoy se encuentra igual de molesto con el enfoque y la financiación que lleva adelante la administración Biden con la guerra de Ucrania. Esos mismos ciudadanos que cuestionaban el globalismo y se preguntaban por qué Estados Unidos tiene que intervenir y rescatar a sus aliados que antes se negaron a pagar sus propios gastos, los que eran y son financiados por la generosidad del contribuyente estadounidense.

Donald Trump siempre pareció un aislacionista, lo cual resulto irritante al establishment de Washington. El ex-presidente hizo preguntas incomodas, por ejemplo: por que sus aliados de la NATO no pagaban su parte, una pregunta muy pertinente en virtud que la mayoría de sus miembros se negó a hacer en varios momentos. Y peor aun, cuando asesores de Trump comenzaron a investigar cuestiones sobre Ucrania preguntando por qué Hunter Biden, el hijo del presidente actual había ganado muchísimo dinero con una empresa energética ucraniana y por qué -su padre- Joe Biden, aparentemente había hecho tanto para ayudar a su hijo con su nuevo cliente, lo que le valió un pedido de juicio político en el Congreso.

Concretamente, gran parte del establishment político que se esforzó para que Trump no tuviera éxito durante su presidencia acabó como aliado de la administración Biden desde que el nuevo presidente asumió el poder.

Sin embargo, con la intención de Trump de presentarse nuevamente como candidato presidencial y su compromiso de poner fin a la guerra que Putin inició con la invasión de Ucrania -la misma guerra que Joe Biden no supo detener ni detendrá- Donald Trump esta generando que el establishment de la política exterior y la comunidad de inteligencia vuelvan a irritarse con el. No obstante, no está claro si la mayor parte de los votantes comparte esa postura y da la sensación que los estadounidenses quieren votar un gobierno que trabaje y gaste más en cuidar a los ciudadanos y dilapide menos el dinero de sus impuestos en cuidar a otros países o financiar organismos supranacionales y alianzas militares que consideran irrelevantes para la seguridad nacional de los Estados Unidos.


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