Incertidumbre: cuál es su impacto en nuestra psiquis y cómo convertirla en estrés positivo
Vivimos esta emoción desde todos los puntos de vista: personales, económicos, sociales y hasta existenciales. Sin embargo, a pesar del malestar y temor que provoca, puede brindar beneficios. Cómo manejarla y hacerla jugar a favor nuestro, según los expertos
Por ejemplo, para el doctor Claudio Zin, médico y periodista, “la mayoría de los síntomas y signos que presentan los argentinos son debidos a que estamos en una situación de disconfort con el modo de vida que tenemos, debido a la incertidumbre, el desasosiego y la ansiedad”.
Por su parte, el doctor Sergio Grosman, médico psiquiatra, presidente del capítulo de psicoterapias de APSA (Asociación de Psiquiatras de la Argentina), señaló: “Los problemas económicos, la pobreza, la inseguridad es lo que afecta. Todo esto produce un malestar extra, que es vivir en la incertidumbre de hasta cuándo vamos a sostener las necesidades básicas en el futuro próximo”.
Lorena Germany, psicóloga clínica egresada de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, perteneciente al Instituto Neurometabólico de Perú, precisó: “La pandemia y la inestabilidad económica y política por la que pasamos, en donde existen brechas de oportunidades, generan mucha angustia e incertidumbre”.
Así, existen incertidumbres personales, desde económicas y sociales hasta existenciales. También por temas globales como el cambio climático y la situación económica en el mundo y son la clave de la falta de bienestar psicológico.
Cómo nos afecta la incertidumbre
Para Jorge E. Catelli, psicoanalista (MN 19868), miembro titular en Función Didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina, profesor e investigador de la Universidad de Buenos Aires, “La incertidumbre marca una de las caras más dificultosas y dañinas del estrés. El estrés tiene un aspecto que es altamente saludable, en la medida que permite al sujeto prepararse para una situación de exigencia psíquica. Eso se llama distrés, vale decir, es una preparación para algo de lo que uno no tiene una certeza, pero que le permite estar listo para encararla. La incertidumbre constante empieza a generar situaciones dañinas para el psiquismo porque mantiene en un estado constante cierta alerta que empieza a hipertrofiarse, es decir, se exagera su grado de presencia y esto afecta incluso a nivel orgánico subiendo los niveles de adrenalina”.
Por su parte, la doctora Graciela Moreschi, médica, psiquiatra y escritora, explicó que a la mente no le gusta nada la incertidumbre: “lo que quiere es justamente lo contrario: seguridades y certezas. La incertidumbre le genera muchísima ansiedad pero ¡la vida es incierta! Nosotros hacemos un mapa o un panorama donde las cosas son estables, pero es sólo la representación mental que nosotros nos hacemos, porque la vida es un desafío”.
La psicóloga peruana Lorena Germany coincide en que la incertidumbre es angustiante y estresante. “A veces toca quedarnos con esa sensación de no saber, solemos desesperarnos, pero también hay que animarse a sentir esa incomodidad porque no hay nada que podamos hacer para controlar lo externo y lo que no está en nuestras manos”.
Finalmente, en esta descripción de todas las aristas que ofrece la incertidumbre, el doctor Fernando Orduz, psicoanalista, docente de la Universidad Javeriana, Colombia, expresidente de la Sociedad Colombiana De Psicoanálisis y de la Federación Psicoanalítica de América Latina dio una bella y poética definición de la incertidumbre:
“Yo creo que los hombres inventaron a los dioses o la idea de Dios para poder asegurarse una especie de mañana o de futuro. Esos dioses, en la evolución de la humanidad, fueron sustituidos por una razón que daba certidumbre, un poco lo que nos llevó al pensamiento cartesiano, al método científico y dijimos: ‘listo, si derrumbamos a los dioses tenemos las razones científicas que nos van a dar certezas y seguridades’, pero esa racionalidad o esa fe en la razón que sustituyó la fe en Dios me parece que se nos ha derrumbado a muchas personas en la humanidad, ya no le creemos a esos dioses y cuando hablo de ellos no me refiero al dios católico, musulmán o a los dioses griegos, hablo de esas ideas que construyeron ideales que aseguraban un futuro, porque garantizaban sobre todo una vida después de la muerte”.
Y agregó: “Y cómo impacta la incertidumbre en nuestra psique? Eso depende de la psique de cada persona, porque cada una es muy diferente. Hay gente que ha categorizado los psiquismos en gente obsesiva, ansiosa, melancólica. Dentro de esas categorías si una persona tiene una tendencia a la ansiedad, obviamente la incertidumbre se hará mucho más fuerte; a una persona melancólica la deprimirá un poco más; a una obsesiva le hará estallar sus obsesiones y a una persona paranoica la volverá más paranoica”, explicó Orduz.
En definitiva, y cada uno con sus matices, la incertidumbre hace sentir mal y vulnerables a todos. Sin embargo, hay quienes dicen que a pesar de hacernos sentir incómodos, puede brindar algún beneficio.
Las ventajas de la incertidumbre
La crítica social y escritora estadounidense Maggie Jackson considera a la incertidumbre como “un regalo” para los seres humanos. “Tiene una mala reputación. Cuando algo sale mal, nos encontramos con algo nuevo o cuando hay un problema que no conocemos, la incertidumbre nos desafía, nos provoca a pensar en algo nuevo. Así que la incertidumbre es el trampolín hacia un pensamiento mayor”, comentó en una entrevista a BBC y añadió: “La incertidumbre es un tipo de pensamiento provocador. Algunas personas la comparan con una forma de buen estrés”.
En coincidencia, la doctora Moreschi explicó que si no hace sentir mal, como es el caso de los ansiosos, “surfear la incertidumbre tiene beneficio porque esto prepara para una vida donde todo es incierto. Nosotros quisiéramos que no lo fuera, pero a la vuelta de la esquina tenemos cualquier sorpresa de cualquier tipo. Esto es lo que tratamos de negar todo el tiempo. Creo que en un país como Argentina, donde tenemos tanta incertidumbre todo el tiempo estamos un poco vacunados para eso y los que no, entran en grandes estados de ansiedad”.
Según Catelli, “el único beneficio que genera el estar en incertidumbre es el entrenamiento para los momentos en que debemos tomar decisiones inesperadas, con este distress beneficioso que es el que permite estar preparados para las situaciones que implican tomar algún tipo de posición activa ante la vida cotidiana. Esta preparación es beneficiosa, pero cuando se hipertrofia empieza a ser nociva para la propia salud psíquica y física”.
Para Germany, la incertidumbre puede volvernos más creativos “porque buscamos soluciones y a veces surgen ideas que jamás las hubiéramos imaginado. Pero no hay que sobrepensar tanto tampoco, eso nos hace imaginarnos muchas veces en escenarios fatalistas y no podemos anticiparnos totalmente a ellos, eso es más angustiante y con esto no se avanza”, señaló.
Para Orduz hay una incertidumbre que es necesaria para el ser humano. “Cuando pensamos en el estrés, hay una respuesta ansiosa que es normal, que nos prepara frente a un peligro. Incertidumbre es no tener certezas, entonces el estrés o la ansiedad previa a algún elemento nos prepara para afrontarlo. Messi va a patear un penal y yo creo que no está tranquilo, un estrés le entra y gracias a él resuelve la situación difícil de buena manera, entonces algo de estrés funciona. El problema es cuando ese estrés o ese incertidumbre nos sobrepasa, pues seguramente genera una parálisis”.
Cómo manejar la incertidumbre
Según Orduz, “algunos recurrirán a los ángeles, otros, a las rutas de esencias florales, la meditación o los libros de superaciones personales…yo creo que la mejor manera de manejarla es hacer un un psicoanálisis para entender de manera particular cómo cada quien enfrenta las situaciones de incertidumbre”.
Para Moreschi, para lograr manejarla “es importantísimo no dejar que la mente vaya al futuro, estar en el presente, confiar en los recursos que uno tiene; saber que cuando uno está dividido y tiene la mente en las distintas posibilidades que podrían pasar, nuestros recursos disminuyen. Mindfulness puede ser un buen ejercicio para ubicarnos en el presente, y saber que el afuera es imposible de controlar, que lo único que podemos controlar, y con esfuerzo, es nuestra mente”.
Por su parte, Orduz afirmó: “Creo que una de las cosas más importantes es poder aceptar que la realidad es la incertidumbre y que las certidumbres son masturbaciones mentales. En torno a ellas se crean razones totalitarias, dioses, credos, ideologías, porque es que nos va a dar la seguridad; es lo que nos pasa a todos en los procesos electorales, que nos la jugamos por un candidato, el que es el de derecha, el de izquierda, el del centro, el de arriba, el de abajo… como creyendo que ahí hay una certeza, como con una fe totalitaria y después va a venir, obviamente, el resquebraje porque nuestras realidades son inmanejables, son ingobernables”.
Para Germany, nadie sabe a ciencia cierta lo que va a pasar el día de mañana, “por ello hay que aprender a ser conscientes de lo que nos corresponde hacer hoy por y hacia nosotros mismos. Está bien, por ejemplo, tener espacios donde podamos hablar, sintiéndonos escuchados y acompañados, actividades que nos generen tranquilidad y bienestar como el deporte, la música, el arte, rodearnos de amigos y gente que nos apoye y distraiga. Pero también hay que identificar lo que nos está afectando a nivel social y analizar qué cambios para mí puedo realizar desde donde estoy”.
Catelli dice: ”La incertidumbre no puede manejarse conscientemente más que bajando la necesidad de resolución y evitando pasar a la acción de forma inmediata. Como no hay una única manera, desde el punto de vista consciente y voluntario, para afrontar situaciones que no dependen íntegramente de uno, lo más adecuado es ampliar la capacidad de espera para permitir no pasar a la acción producto de la incertidumbre. El pasar a la acción y avanzar en los actos tiende a poner en riesgos mayores al sujeto”.
Finalmente, Orduz recomendó aceptar que “la incertidumbre hace parte de la vida, es parte de un proceso vital y de lo humano”.
Unas recomendaciones finales:
- Vivir el presente. Cada momento y cada día merece una atención plena.
- Preguntarse qué depende de nosotros. Invertir energía en ello y dejar las cosas sobre las que no se tiene control o influencia.
- Evitar la sobreinformación ya que aumenta la preocupación.
- Cambiar el foco. No pensar solo en las preocupaciones.