GRUPO E | CELTIC 2 - ATLÉTICO 2 / Celtic Park da un toque al Atleti
Los rojiblancos empataron ante el Celtic con una primera parte mala y una segunda con personalidad y balón. Falló el Cholo con la titularidad de Galán. Se adelantó el Celtic dos veces, con goles de Furuhashi y Palma, empató el Atleti otras dos, con Griezmann y Morata. De Paul, expulsado.
A pesar de las portadas del día anterior, no hay pitos cuando el Atleti asoma de rojo, como aquel miércoles de 1974. En su once, un titular inédito: Javi Galán. Titular en el campo en el que se fajaron Ayala, Adelardo, Cacho y demás. Puerta grande o enfermería. O ladrillazo. El partido caído sobre su cabeza nada más comenzar. A los tres minutos, ya estaba sobrepasado, tocado y hundido. Los equipos asentándose aún. El Atleti con tiento y balones largos para saltarse esa primera línea de presión de un Celtic que solo necesitó una pared rápida entre O’Riley y Furuhashi: a la espalda de Galán encontraron el hueco. El japonés definió soberbio. Rodgers había encontrado la llave para asaltar el partido. Esa espalda en la que se concentraban todas las costuras.
El primer palo era para el Atleti y estaba en el marcador. Para Rodgers fue el segundo, en forma de lesión. Hatate se iba en el 6′ mientras Hermoso le pedía ‘cabeza fría’ a un Galán que nunca regresó y Nahuel se duplicaba en las coberturas para ser cerrojo. El Celtic corría gritando que tenía más fútbol que puntos en Champions. Combinativo y veloz. Mucho más. El Atleti decidió dejarse de balones en largo para bajar la pelota al verde. El partido tomó ritmo, entró en el intercambio de golpes. El pam-pam-pam llenaba ahora todo el césped. De Paul ponía orden con y sin balón. Grizi descargaba. El Atleti daba pasos hacia Hart.
Fue De Paul el que filtró esa pelota en el área para Nahuel en el 23′. Fue Taylor quien golpeó en el talón del argentino. Fue el silbato del árbitro el que se oyó, su dedo señalando penalti. Griezmann lo pidió, Griezmann lo lanzó a su nuevo lugar de seguridad. Por bajo y pegado al palo. Hart adivinó, pero el francés aprovechó el rechace para mandarlo a la red y darle otro mordisco a la tabla de goleadores históricos (a siete de Luis) además del empate al Cholo. Celebraría poco Simeone sin embargo.
Otra vez el japonés Maeda solo tuvo que hurgar a la espalda de Galán para centrar una pelota que Luis Palma empalaba a la red duro y seco. Golazo. Con qué poco hería el Celtic. Con solo llegar al área. Así de fácil. El golpe dejó a los rojiblancos tendidos en el verde, a merced escocesa, mientras Carters-Vickers se vestía de 1974 en una entrada sobre Morata y Witsel marcaba en fuera de juego para pesar aún más el marcador y el partido en unos rojiblancos que se fueron al descanso aturdidos y de hombros bajos.
Del vestuario ya no regresaron ni Saúl ni Javi Galán, en un empeño del Cholo de coser ese agujero que siempre encontraban los hombres de Rodgers. En el lugar del segundo, Riquelme para ocupar con su velocidad el carril izquierdo. Por el primero, Llorente para dar empaque y cuerpo. El Atleti recuperó color y ganas de jugar balón, presionando la salida del Celtic. Era un partido nuevo y el Atleti enseguida lo subía al marcador a lomos de los dos hombres que se hicieron eternos aquella noche de Champions en la que escucharon el You’ll never walk alone de Anfield. Llorente y Morata. El primero corrió y centró, el segundo se lanzó de cabeza en plancha sobre esa pelota como si fuera la última en la tierra. Y que era el palo sobre el Celtic en la batalla del siglo XXI. Los escoceses ya no robaban balones tan fácil. Rodgers componía una línea de tres atrás para liberar a Taylor y Johnston en los costados. Pero le faltaba intensidad y precisión en la salida de balón, como si las hubiera gastado todas en cuarenta y cinco minutos de tromba. El único color del partido siguió siendo el rojo rojiblanco.
El Atleti sentía, como aquel miércoles, que debía ganar el partido. Para el golpe en la Champions. Para enterrar el año pasado y las dudas. La entrada de Correa llenó de chispa los metros finales pero antes de que encontrara el tino, el ladrillo le caería al Cholo en la cabeza, cuando daba las últimas órdenes a Barrios en el banquillo para que entrara por De Paul. En un balón dividido, el argentino se tiraba al suelo para rebañar la pelota ante tobillo rival con amarilla ya (por protestar en la primera parte) y el árbitro lo que alzaría sería la segunda como un semáforo. Enseguida se pondría en rojo. 1974 presente cuando ya parecía olvidado. Lo de las portadas del día anterior y el Pathetico Madrid. En 2023 un argentino expulsado como lo habían sido entonces Panadero y Ayala. El Atleti se quedaba con uno menos. Resistiría como entonces. Todo acabaría en empate, como entonces. Y el siguiente partido en Madrid. Solo faltaría la Policía en el aeropuerto.