GRUPO C | NÁPOLES 2 - REAL MADRID 3 / Un misil premia a Bellingham

Un trallazo atómico de Valverde culmina otra obra maestra del inglés, que le regaló un gol a Vinicius y marcó otro de museo. Modric salió en la segunda parte y mejoró al Madrid.

Luis Nieto
As
Fue un partido sensacional, de los que van y vienen, jugado en un volcán, con dos equipos que fueron al grano, quizá porque la fase de grupos a estas alturas siempre brinda una redención, y que acabó ganando el Madrid gracias a la bota explosiva de Valverde. Su derechazo imparable determinó la suerte del partido. Un desastre natural para el Nápoles que premió dos genialidades de Bellingham, al que le van las llegadas en alto y no deja pasar ni las bonificaciones. Robó, asistió y marcó, para resumir que es futbolista para todo el campo y para todas las competiciones.

La plantilla del Madrid presenta una deformidad evidente: demasiados centrocampistas excelentes, varios defensas bajo sospecha y ningún goleador de cuna. En ese desequilibrio asumido cae como un guante Camavinga, porque resuelve dos problemas: le da a Ancelotti un lateral mejor que los que figuran en nómina y le ahorra un descarte en el centro del campo. El problema que no resuelve Camavinga es el de Modric. Casi todos los finales de las grandes figuras, y estamos ante una del tamaño del Bernabéu, envoltura de plata incluida, son producto de un desajuste horario: el entrenador cree que le ha llegado la hora, o al menos le ronda, y el aludido está convencido de que aún le sobra tiempo. Pero ese tiempo se lo ha recortado Bellingham, caído del cielo. El caso es que el croata enlazó en Nápoles su tercer partido consecutivo en el banquillo con el agravante de una sustitución en el descanso de un derbi perdido, pero cuando entró, sacó al Madrid del apuro. No esperen bandera blanca de un jugador así.

1-1. Vinicius, tras la asistencia de Jude Bellingham, cruza raso al palo largo largo de Alex Meret para anotar el primer gol.
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Con este remate de Vinicius empató a uno el Madrid.JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

En realidad, Modric parece no encajarle a Ancelotti en ese rediseño inaugurado en Girona, con Bellingham en el papel de agente triple: cuarto centrocampista (vencido a la izquierda) para defender lo que nunca defenderá Vinicius, falso nueve para atacar, equipo de operaciones especiales siempre. Así repitió en Nápoles ante un adversario menos caliente que el público. El Maradona, San Paolo en el viejo testamento, no es una pieza separada de la ciudad: Nápoles y el Nápoles exageran las emociones del mismo modo. El equipo es otra cosa. Defiende en bloque bajo y tiene más propensión a correr que a mandar.

El error de Kepa

También le asustó la estupenda salida del Madrid, superior por abajo y por arriba. Rodrygo, al que Ancelotti mandó al rincón de pensar, pero no al de penar, salió disparado en una contra y remató a las manos de Meret. Sigue sembrando mucho para no recoger casi nada. La portería le confunde y le deprime. A esa primera acometida siguieron una volea de Bellingham bien dirigida pero desviada por Olivera y un cabezazo alto de Tchouameni, que empieza a despertar.

Todo caminaba en la dirección correcta hasta que Kepa quedó muy desairado en su primera intervención de riesgo. Kvaratskhelia, una ardilla que deja atrás a cualquiera antes de pronunciar la mitad de su apellido, sacó un córner con cierto efecto, el meta le dio un bofetón al aire, Natan cabeceó a su espalda al larguero y el rechace lo mandó a la red el otro central, Ostigard, también de cabeza. Quedaban confirmados los peores pronósticos sobre el manejo del juego aéreo de Kepa.

1-2. Asistencia de Eduardo Camavinga para Jude Bellingham, avanza superando a jugadores del Nápoles, se mete en el área y pone el balón al segundo palo de Alex Meret.
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Este remate de Bellingham acabó en el 1-2.JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

El Maradona entró en erupción, también el equipo de Rudi García, que mandó otros cuantos balones por arriba esperando acobardar a Kepa. Y con el Madrid a punto de cocerse en la caldera levantó la mano Bellingham, esa aparición celestial. Di Lorenzo pretendió sacar un balón hacia el centro del campo, lo adivinó el inglés, disfrazado de mediocentro de quite y con la zaga italiana ya en paños menores, le sirvió el gol a Vinicius que, quién lo diría, estuvo mejor en la definición de lo que estaba siendo en el juego. El inglés repitió siete minutos después, esta vez sin precisar de nadie. Zigzagueó en tres cuartos de campo buscándose un túnel hacia el área, le tiró medio caño a Ostigard y marcó con el oficio de un nueve. Un gol producto de una superioridad insultante sobre el que se ponga por delante. El octavo del año y de muchos. Antes del descanso Kepa pidió perdón sacando un cabezazo de Osimhen bajo los palos, el terreno que mejor domina.

Un remate nuclear

El partido volvió a girar con un penalti de VAR por mano de Nacho tras un rebote en el pie cuando interceptaba un centro. Hace diez años hubiera estado muy dentro de la ley. Ahora, según los días. En esto, el fútbol camina hacia el absurdo. Zielinski transformó la pena. De pronto, la mano buena la tenía el Nápoles. Kvaratskhelia estrelló un disparo en el lateral de la red, Zielinski otro en los guantes de Kepa.

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Valverde prepara su disparo que, tras tocar en el larguero y la cabeza de Meret, decidiría el partido. CESARE ABBATEEFE

El Madrid se vio aculado en su área en uno de esos momentos de angustia que a menudo trae la Champions. Luego entró Modric y el Nápoles ya no pareció tan feroz, aunque Osimhen siguió partiéndose la cara con Rüdiger, torres gemelas. Pasado el trago, el Madrid fue dando pasitos (a Bellingham se le marchó un gol, hecho insólito) hasta que Valverde soltó la bomba: un misil desde más de veinte metros a la velocidad de la luz que golpeó el larguero y se fue la red tras pegar caprichosamente en el cogote suicida de Meret. Esa energía atómica con el que el Madrid deshace muchos nudos le pone en la pista buena de la primera plaza, que siempre conviene en este mar de tiburones.


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