Cuando el terror de Hamas devolvió al mundo a los días del Holocausto
Nunca antes, desde Auschwitz y la barbarie nazi, habían sido asesinados en un solo día tantos judíos, mujeres y niños incluidos, todos civiles, por el sólo hecho de ser judíos
Hamas introdujo una novedad en su ya conocido y amplio despliegue de terror: la espectacularidad de la muerte. Los atacantes, que penetraron en territorio israelí a través de una frontera relativamente estable, por sorpresa y con un despliegue de fuerzas y recursos insospechados, aunque no imprevisibles, filmaron cada uno de sus pasos durante las horas que permanecieron en territorio israelí y, dueños de todo, en los kibutz Be’er y Kfar Aza. Filmaron cómo mataban ancianos, cómo masacraban bebés, cómo disparaban con terrible indiferencia a los baños químicos donde se habían refugiados decenas de chicos y muchachas que asistían a un festival de música por la paz; filmaron cómo disparaban contra vehículos en marcha, cómo entraban en las casas y masacraban a familias enteras, cómo secuestraban, golpeaban y se llevaban con destino desconocido a decenas de personas; dejaron así un estremecedor documento de terror que todavía no vinos por completo.
Ni los nazis se atrevieron a tanto. Los nazis intentaron incluso ocultar el horror desatado en el Este de Europa con los campos de la muerte, sobre todo cuando la guerra se dio vuelta y supieron que el Tercer Reich la perdería. Hasta intentaron, y lograron en algunos casos, destruir toda la documentación archivada en aquellos campos del horror, consiguieron hacerla humo como habían hecho con los cuerpos de seis millones de víctimas. El espanto de los campos, y Auschwitz fue una industria de la muerte, fue expuesto al mundo por los aliados, americanos y soviéticos. Fue el comandante supremo de los aliados, Dwight Eisenhower, quien ordenó a sus tropas filmar cada centímetro del campo de Dachau, liberado por los americanos, para dejar constancia de tanto horror: “Fílmenlo o todo –dijo- En el futuro, alguien va a intentar negar que esto pasó”. Hamas le ahorró el trabajo a un eventual Eisenhower. Dejó todo filmado y aprecia y agradece su exhibición.
En la saña, la crueldad y el regodeo con la muerte, tan afín en su momento al terrorismo del Estado Islámico, ISIS, no conlleva sólo la intención de sembrar el terror, el horror y el miedo en los israelíes. Es también una advertencia a Occidente, alejada de cualquier reclamo social, político o por territorio que pueda ser juzgado justo por parte de los palestinos.
El periodista y escritor estadounidense Thomas Friedman, columnista de The New York Times, cree que Hamas actuó como actuó, y cree también que Hamas no lo quiere admitir, porque vio cómo Israel es cada vez más aceptado por el mundo árabe, en especial por un posible acuerdo con Arabia Saudita, la cuna del Islam.
La respuesta israelí al brutal ataque de Hamas amenaza con transformar la región en una enorme catástrofe humanitaria de resultados impredecibles. Harari afirma de Israel que “El país más poderoso de Medio Oriente está furioso de dolor, miedo e ira”. También admite que nadie acierta con una propuesta de paz que evite la catástrofe.
Nadie busca ya que la sangre no llegue al río. Ni siquiera se trata ya de que la sangre no lo desborde.