“Chiquito” Romero, su increíble racha en los penales y el llamado de su mujer luego de la clasificación de Boca

El arquero vive un momento brillante en el arco de Boca

“Tenemos un gran grupo de trabajo. Eso es importante para que las cosas después salgan bien. Boca trata de hacer las cosas lo mejor posible. Creo que ayer fue un gran partido del grupo. Hicimos las cosas demasiado bien y nos trajimos el triunfo, que era lo importante”, dijo Romero al llegar. Y agregó: “Las expectativas están allá arriba. Creo que ayer se hizo un gran trabajo. Pudimos ver el día anterior el partido de Fluminense y esperemos prepararnos de la mejor manera para el 4 de noviembre. Y lo dije antes de que viajáramos: que hayamos ganado no cambia nada. No es lo mismo jugar en césped sintético que en césped natural. Era un partido difícil, una cancha difícil, muy rápida, muy mojada. Había llovido, pero por suerte pudimos hacer nuestro trabajo: hicimos un gol y en el segundo tiempo nos empataron con uno menos. Pero pudimos pasar en penales”, resaltó Romero.

Dos estadísticas ilustran la importancia del arquero nacido hace 36 años en Bernardo de Irigoyen (Misiones) y formado en Racing. Lleva ¡siete! penales atajados en la presente Copa Libertadores: uno en fase de grupos (al colombiano Juan Pablo Zuluaga, de Pereira), y seis en los mata-mata. Los primeros dos, en los octavos de final ante Nacional de Montevideo (al uruguayo Juan Ignacio Ramírez y al colombiano Daniel Bocanegra), otros dos ante Racing, en cuartos de final (a Gonzalo Piovi y Leonardo Sigali) y los últimos dos en semifinales, detenidos al brasileño Raphael Veiga (especialista como Romero, pero en patearlos) y al paraguayo Gustavo Gómez. En total, “Chiquito” Romero lleva contenidos 12 de los 23 penales que le patearon desde que llegó a Boca: a esos siete de la Libertadores se suman otros cinco en torneos locales. Una estadística superior al 50%. Toda una garantía de cara al partido que puede darle la séptima Copa Libertadores al club.

¿De dónde sale semejante talento para adivinar la dirección de los penales y evitar los goles que parecen seguros? El propio Romero lo explicó en una entrevista reciente con LA NACION, luego de la serie de cuartos de final que Boca le ganó a Racing. “Siempre hay un trabajo atrás. Y siempre los nombro porque sin ellos yo sería un arquero más: el trabajo de Gayoso, de Javi [García], de Lea Brey… entre los cuatro hacemos un gran grupo. Si el grupo está unido, nos podemos enfrentar contra cualquier cosa, esa es la realidad. Y por más que uno pueda tener intuición, o tirarse bien o mejor que otro arquero, la suerte siempre tiene que estar. Mirá la definición contra Almagro, por la Copa Argentina... yo la termino sacando con el pie izquierdo y soy derecho… Entonces la cuota de suerte siempre tiene que estar, y más en la posición del arquero. Por ahí metés esa mano increíble y pega en el palo y sale, por eso necesitás esa cuota de suerte. Los penales están ayudando y desde mi posición le estoy pudiendo dar ese respaldo al equipo”.

El arquero también destacó la precisión de sus compañeros para patear, fundamental a la hora de resolver los partidos desde los doce pasos. En este sentido, Boca comenzó mal, porque Weverton le atajó su disparo a Edinson Cavani. Pero el resto de los ejecutantes acertó: Bruno Valdez, Nicolás Valentini, Nicolás Figal y Guillermo “Pol” Fernández le dieron la clasificación al equipo xeneize. Romero destacó el acierto de sus compañeros durante toda la Copa. Incluso, en la historia reciente de Boca a nivel continental. “Sí, los penales han sido grandiosos en la historia de Boca en la Copa Libertadores. Gracias a Dios en esta Copa también hemos tenido penales y los pudimos sortear para seguir adelante. Pero cómo no recordar las ediciones de 2000 y 2001 con Oscar [Córdoba] en el arco, tapando lo que tapó allá en Brasil y acá en Buenos Aires”, evocó el arquero en la nota con LA NACION.

Y agregó. “Los penales son algo espectacular para el arquero porque nos pone en una situación distinta. Sabemos que podemos tener una equivocación en los 90 minutos, pero a la hora de los penales todo está volcado en nosotros. Pero tanto contra Nacional, como contra Racing, también las ejecuciones de mis compañeros han sido espectaculares, y esa es una gran parte del trabajo. Yo siempre les digo lo mismo cuando nos juntamos: ‘No erren a los tres palos, que la pelota vaya entre los tres palos, porque si la pelota va ahí, yo después les voy a dar una mano. Pero yo necesito que ustedes también me den esa mano a mí'. Y la verdad que ver que en las dos últimas tantas, el Changuito [Zeballos], que es uno de los más jóvenes, agarra la pelota con esa determinación para patear el primer penal, que siempre es el más difícil, es algo espectacular. Y eso nos da confianza a todos los demás, a mí para ir a atajar y a los demás para seguir pateando. Contar con alguien que agarre la pelota y diga ‘me hago responsable del primer penal’ es espectacular. Gracias a Dios los muchachos están bien”.

Esa buena energía que emanó el plantel xeneize en Sao Paulo continuó durante el arribo al aeropuerto de Ezeiza. Uno de los más contentos en la llegada a la estación aérea fue Edinson Cavani, quien en Sao Paulo dejó atrás su sequía goleadora para convertir un tanto con peso propio: el que le dio la ventaja a Boca. “Lo que vivimos fue divino y estamos muy contentos. Este es un gran grupo”, dijo el uruguayo. Y agregó, ante la consulta sobre si sacarse la chivita de su rostro le trajo suerte: “Hay gente que cree en eso, vamos a ver”, respondió entre risas. “Esperemos que el hincha esté feliz. Estamos en una final”, dijo por su parte otro uruguayo, Marcelo Saracchi. “Estamos preparados para un gran final y esperamos darle una alegría al hincha de Boca. Estamos muy felices y esperemos recibir la bendición de Dios para lograrlo, valoró el colombiano Frank Fabra. “Cavani apareció cuando tenía que aparecer y a Chiquito le agradecemos de por vida”, dijo Darío Benedetto, uno de los referentes del plantel. Boca está feliz y ya piensa en la final del 4 de noviembre ante Fluminense. Está a 90 minutos de la séptima Libertadores de su historia.

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