Boca: el plan de Jorge Almirón de cara a la final de la Copa Libertadores con Fluminense en el Maracaná
“Antes hay mucho por jugar y competir”, advirtió el entrenador porque no quiere que ningún jugador se relaje
La ansiedad es lógica. El calendario se revisará cada día, a toda hora. Sin embargo, Jorge Almirón les exige a esas cabezas ilusionadas que vuelvan de sobrevolar Río de Janeiro. No por un rato, sino hasta aquellos primeros días de noviembre. Evitar incómodos momentos, como los que protagonizó previo a la semifinal y en el medio de la disputa con Palmeiras, será el segundo objetivo de su libreta. “Antes hay mucho por jugar y competir”, advirtió.
La primera meta que se trazó al asumir en la dirección técnica, en abril, reveló este jueves que fue la conseguida en San Pablo: depositar al equipo xeneize en la final continental tras cinco años. En otro marco, probablemente, el ítem contiguo sería levantar el trofeo, pero el entrenador sabe y entiende que, esta vez, la energía tiene que ser enteramente positiva para que el Mundo Boca vuelva a Brasil, pero con toda la tropa alineada. Entre los hombres que dirige, los que lo observan desde el palco a él y su equipo con caras largas y los que apoyan (y murmuran) desde las tribunas.
Hasta el 4 de noviembre tendrá a su merced, prácticamente, el mismo tiempo de espera y preparación que aquel que dispuso desde que eliminó a Racing en Avellaneda, por los cuartos de final, hasta el día de la primera semifinal contra el conjunto paulista. En ese período fueron 28 días (sin contar el día libre posterior que el DT les regaló) y ahora serán 29, también con una jornada de descanso de premio que les cedió este viernes.
Asimismo, se le presentarán la misma cantidad de rivales y repartidos de igual manera por las dos competencias domésticas que aún juega: cinco adversarios lo pondrán a prueba, cuatro de ellos (Belgrano, Unión, Racing y Estudiantes) por la Copa de la Liga y uno, Talleres, por la Copa Argentina, a jugarse el siguiente fin de semana.
Almirón, lógicamente, tiene como prioridad absoluta alzar la Copa Libertadores en el Maracaná. No obstante, no es casualidad que haga énfasis también en exponer una versión local que genere un ánimo bien arriba en todo el club previo a ese compromiso. La realidad es que en San Pablo había olor fuerte a que se jugaba su cargo debido a los constantes traspiés, especialmente de ese último mes.
Había caído con Tigre y Defensa y Justicia (0-1 ambos) por el campeonato, por el que también igualó con Lanús (1-1); Almagro, equipo del ascenso, le igualó 2-2 y lo llevó a la definición por penales para recién avanzar de esa forma en la competencia federal. No ganó como local, otro motivo de crítica. ¿Lo único rescatable? Apenas goleó a Central Córdoba (3-0) por el Torneo, pero con los suplentes. Eso sí: muchos de los que después, entre los cruces coperos, no estuvieron a la altura del superclásico con River (0-2) en la Bombonera.
“A mi manera de ver, hoy (por el jueves) se inicia un nuevo ciclo. Tengo que pensar en el próximo martes, que es el partido con Belgrano. Nos tenemos que recuperar en el Torneo. Era muy difícil enfocarse ahí, los jugadores estaban pensando en el partido con Palmeiras. Pero es importante para empujar a que estemos todos enfocados en lo que sigue”, hizo mella Almirón. No sólo es ganar por los tres puntos: es tomar la senda del triunfo para llegar a la final de una manera diferente con respecto a cómo llegó a la instancia que acaba de pasar. Quiere otro aire general y personal.
El DT tiene una gran seguridad en lo que respecta a lo internacional. Cuando su equipo afrontó los cruces eliminatorios fue otro. Demostró que puede serlo y no vivir rodeado de dudas. Sí, evidentemente sabe identificar y potenciarse a partir del tamaño del certamen. Pone en la mesa de apuestas todas sus seguridades, convicciones y, cuando parece ante un contexto complejo, ni se inmuta. Ese parece ser el motor puertas adentro. “Almirón nos da mucha tranquilidad”, confió Miguel Merentiel este viernes, ya en suelo argentino.
El técnico parece haber encontrado el mejor once tanto en el juego de ida como en el Allianz Parque. Porque repitió formaciones y dejó buenas sensaciones. Entonces, la misión pasará por asentarlo. Almirón ya puso la condición: le urge que la concentración no viaje anticipadamente a la ciudad que lo espera con los brazos abiertos del Cristo Redentor.
Ya tiene la mala, por supuesto. Marcos Rojo fue un “irresponsable”, como él mismo se catalogó, y por la expulsión se perderá la definición. Debe encontrar la mejor forma de suplirlo, aunque su peso parece no igualarlo ninguno. Nicolás Valentini está muy seguro y se va ganando la vacante sin jugar, pero debe seguir rindiendo en este período que pasa rápido y los fallos quedan latentes.
Ahora bien, también puede tener una muy buena. A Luca Langoni algunos no lo tienen en cuenta por la emoción, pero si no sufre otro imponderable -se viene desgarrando desde abril (Almirón no pudo disfrutarlo)-, debería llegar en óptimas condiciones. Una historia cruel, pero que puede terminar de la mejor manera. Ahí estará otro de los enfoques del técnico: sumar a la delegación final a un chico que, con condiciones de sobra para ponerse la camiseta de Boca, supo ser el pilar de la consagración en la Liga Profesional 2022.
Para Jorge Almirón, por ahora, Boca no es el 4 de noviembre. “Esta camiseta y este escudo demanda estar firme para lo que sigue”, declaró. Y lo que se aproxima es la necesidad de tomar impulso local para llegar a Río, esta vez, con la autoestima por el techo.