ATLÉTICO 3 - CÁDIZ 2 / Correa renace, el Atleti también

El argentino, titular, marcó un doblete para la remontada rojiblanca ante un Cádiz que se puso 0-2. Marcó también Nahuel. Azpilicueta se fue tocado.

Patricia Cazón
As
Grizi salió con prisa. El francés saludó al partido con un nuevo tinte en el pelo, verdoso, y las botas con hambre. El duelo acababa de comenzar y el campo se inclinaba ya hacia la portería del Cádiz como un tobogán en su jardín. Había salido el Cholo con rotaciones entre malabarismos por sus siete bajas. Azpilicueta, Riquelme y Correa, titulares para dar refresco. El último jugó con dolor por esa entrada de hace siete días de Bellingham que le dejó un esguince de rodilla, pero forzó dejando atrás el dolor para acompañar a un Griezmann sino solo. Primero renació él. Después lo haría el Atleti.

Era el minuto tres y una dejada de tacón suya habilitaba al francés para que descerrajara la pierna. Boom. La pelota se estrelló en la madera. Enseguida regresaría Grizi ante Ledesma, pero el propio Correa estorbaría para estropear esta segunda ocasión. El Atleti había salido como si el derbi del domingo anterior no se hubiera acabado. Tocando rápido en campo contrario para el show que de inicio parecía de Grizi pero que, en realidad, pertenecería a Correa.

Enfrente, Sergio, observaba como El pensador de Rodin: mano bajo la barbilla y sin perder compostura. Si uno de sus planes de inicio no funcionaba (que Javi Hernández fuese un central más cuando atacara el Atleti), el otro, doblar el lateral en la banda de Javi Hernández y Pires, le haría sonreír pronto. No sin polémica: la jugada comenzó con una falta de Zaldua sobre Riquelme que no se pitó. La jugada siguió con una apertura para un incombustible Chris Ramos y su centro raso lo empaló Pires a la red para cortarle la voz a 53.000 personas a la vez. Gol. El Atleti tardaría en volver a ser el del principio. El tobogán se volteó hacia el área contraria con su final convertido en una mira telescópica sobre Oblak.

Si Fali casi le sorprende primero con un disparo desde el centro del campo, Roger le hizo el segundo en uno de esos goles de toda la vida: sacó Ledesma y peinó (horrible) Azpilicueta para habilitar al futbolista del Cádiz. 0-2. El Atleti, desnortado como Riquelme, por mucho que lo intente, que lo hace, en ese carril izquierdo que ya fue tumba de Saúl, se había convertido en una chirigota a manos de los hombres de Sergio. Cinco minutos después, sin embargo, corría Correa dejando atrás el dolor para amarrar a su equipo por la pechera e iniciar la resurrección.

Lo que primero hizo fue reabrir los caminos a Ledesma. Lo segundo, disparar a matar. Ese primer disparo lo detendría el portero pero los suyos ya estaban ahí. La pelota también. Azpilicueta centró al segundo palo y el argentino cabeceó. 1-2. Nadie representa como él lo que es el Atleti. Sufrir, sufrir, creer y levantarse infinito. Una vez y otra. El Metropol recuperó la voz mientras Fali caía con la tele sobre tres bultos como bolas de golf en su cuádriceps, recuerdo de lesiones anteriores. El partido se marchó al descanso.

El golpe de Nahuel nada más regresar el partido

Fue Correa también el futbolista que inició esa jugada nada más regresar el juego. Ese Correa como bañado en aceite, imparable, volviendo a poner a Ledesma al final del tobogán. De tacón, sirvió a Llorente, pero su disparo se estrelló en Ledesma. Nahuel pateó el rechace duro y seco a la red. Si eso era en el primer minuto de la segunda parte, en el sexto, Griezmann se sacaba de la bota una parábola desde la frontal buscando la escuadra que Ledesma sacó con la punta de los guantes. Y volando, literal. El Cádiz acusaría el golpe, aunque poco necesitara para agujerear a esa línea de tres centrales (Witsel, Azpi y Hermoso) que suma 96 años. Pero ahora sacaba Oblak la manopla para repeler un tiro de Chris Ramos justo antes de un triple cambio del Cholo. Regresaba De Paul para dar equilibrio. Entraba Lino para los chispazos. Enseguida se notaron en el juego y el marcador. El tercero fue un golpe coral. Azpilicueta lanzó en largo, Grizi peinó, Nahuel cambió el juego, Lino corrió, Saúl asistió y Correa marcó. Una transición ofensiva perfecta.

El Cádiz murió a un gol de distancia, tras haber logrado apolillar el empuje inicial rojiblanco. Pero el pundonor de Chris Ramos se fue de vacío mientras Simeone hacía un último movimiento de pizarra (Lino detrás de Galán) que adormeció mientras se solidificaban atrás. No habría más agujeros. Todos los taparía ese Correa capaz de lo imposible una vez más. Le pese a quien le pese.


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