ATLÉTICO 2 - REAL SOCIEDAD 1 / Griezmann rescata entre el cansancio y la polémica
El francés marca de penalti el 2-1 que supone la victoria 14º del Atleti en casa. Lino adelantó, empató Oyazarbal. Munuera Montero, en el foco por no pitar una mano de Morata, a pesar de la llamada de VAR, y sí una de Carlos Fernández.
Una Real que había salido en tromba en esta tarde de agosto en octubre, con 30º de calor y un sol vertical que se filtraba por la cúpula. Su saque de centro terminó en gol en propia puerta de Hermoso, segundo 17. Invalidó el línea, sin embargo, por fuera de juego de Oyarzabal. Imanol repetía el once de Salzburgo con la intención de seguir el baile y Oyarzabal como falso 9. El Atleti comparecía con lo puesto, como en todos los últimos partidos. Simeone con la aguja y el hilo para ir remendando en sus once cada costurón que produce el jugar siempre con siete bajas. Partido a partido.
Ante la Real volvía Savic (banquillo), Llorente sentaba a Saúl y faltaba Correa (esa entrada de Bellingham...). El banquillo a su espalda le señalaba a Imanol el punto débil del Cholo como una flecha neón: tenía menos jugadores del primer equipo allí (cinco) que en la enfermería (los siete). Plantearse jugar a un ritmo muy alto era ciencia ficción. La Real amarró el balón y lo tocaba como diciendo: “Ven, ven”, y así abrir espacios. Pero los rojiblancos solo esperaban en su campo. Correr pa’na es tontería y, en el séptimo partido en 21 días con los mismos, las botas pesan como la cabeza un domingo de resaca. Si la posesión txuri-urdin era estéril, la espera rojiblanca pronto tendría su premio. La primera vez que cruzó la línea del centro, la jugada terminó en un remate de rebote de De Paul que se embolsó Remiro. La segunda vez, Koke le envió a Lino un balón medido por alto como quien lanza un beso y Lino, que ya desangraba a Imanol con sus pies como aperos nuevos haciendo surco en la derecha, ante un Traoré de cartón-piedra, devoró por la espalda al defensa para enviar el balón a la red. A Remiro solo le faltó apartarse de lo fácil que lo puso también, con su palo como puerta abierta.
Dos veces pudo el Atleti ampliar la ventaja antes del descanso. Pero, en una, Griezmann envió al lateral de la red un gran pase de De Paul y, en la otra, sería el propio De Paul quien estamparía la pelota en la cruceta tras una jugada de estrategia perfectamente ejecutada: saque de Grizi, Koke que deja de pasar entre las piernas y rosca del argentino. La Real asomó por el área de Oblak justo antes del descanso, con un disparo de Oyarzabal que se fue alto tras un gran pase de un Kubo por lo demás como Llorente, intrascendente. El baile esperado, ni para comparsa.
Media hora llena de todo
Witsel estamparía otro balón en la madera antes de que los cambios de Imanol devolvieran pulso a la Real. El Atleti daba un paso atrás mientras Hermoso sacaba en largo por Oblak y Nahuel empezaba a pasarle más balones a los rivales que a los propios compañeros. Quedaba media hora para el final. Media hora que se hizo larguísima y que comenzó con el árbitro parando de repente el juego, sin que nadie supiera muy bien qué pasaba. Era el VAR que le avisaba de una mano de Morata en un cabezazo de Brais hacía dos jugadas. Una mano que era, pero no voluntaria y sin cambiar la trayectoria del balón. El árbitro no lo consideró penalti. El juego siguió.
Y Oyarzabal, que ya había estampado una pelota en la madera, un minuto después batía a Oblak en un mano a mano servido por Carlos Fernández, perfecto en la maniobra de pase y control. Los rojiblancos, extenuados, se resistieron. Una vez, Remiro sacó un disparo de Riquelme. Otra, Morata erraba a puerta vacía. Pero, entonces, de nuevo el árbitro: Carlos Fernández había tapado en el suelo un remate de Grizi con la mano que no tenía apoyada. Munuera ni fue a la pantalla a pesar de las protestas realistas con el pasado reciente fresco. Grizi marcó. Remiro fue al área de Oblak para nada. El partido acabó con la Real rodeando al árbitro y el Atleti celebrando a Grizi. Está a diez de Luis. Diez goles como los días ahora por delante para al fin, ya sí, poder descansar.