ATLÉTICO 2 - ALAVÉS 1 / Roro y Morata atan el pleno al quince

Los dos con la zurda. El canterano con la puntera, para abrir el marcador. El delantero, a la escuadra para su 12+1 en la temporada. Maquilló Guevara. Para alcanzar ese número de victorias seguidas en casa por primera vez: 14 en Liga y una en Champions ya. El Barça, por detrás en la tabla.

Patricia Cazón
As
Brotó el Atleti del túnel con el boli para ponerle un ‘1′ fijo enseguida al partido y atar esa victoria que le brindaba al Metropolitano lo que el Atleti como local nunca antes en la historia había vivido: un pleno al 15 de victorias en casa. Quince por primera vez (14 en Liga, una en Champions). Un récord que empujaba las botas en un partido que comenzó con lluvia en el cielo y truenos sobre la hierba. El plan de Simeone pronto fueron cartas arriba en la mesa. Puñales por las bandas.

El único cambio del Cholo con respecto a Glasgow estaba en su carril izquierdo. Riquelme por Galán. Roro, el chico crecido en el Cerro. Como Koke, Saúl y Morata, como Torres y Gabi. El canterano que no quería más cesiones y que a Simeone siempre llenó el ojo. “Se queda”, cerró la puerta ante él este verano, para evitar que saliera. Ya llegaría su momento. Paciencia, tiempo. “Los árboles que tardan en crecer llevan la mejor fruta”, que escribía Molière. No fue Mestalla, en esa posición que no es la suya, pero sobre la que ayer puso su nombre. Muy pronto, convertido en extremo en ataque, se dejó notar. Con personalidad y un descaro que terminaba siempre ante Sivera. Fue el primer rojiblanco en testar los guantes del portero del Alavés. Un Alavés que se presentó con Samu en punta, ese Coloso del barrio de La Macarena, que ya es de aquí aunque esté cedido allá, y que por segunda vez en dos meses pisaba como rival el Metropolitano. Con el Granada, marcó. Ayer, mientras la grada le miraba con los ojos del futuro, asomó los primeros minutos. Después fue arrasado por la lluvia del césped. Esa que cuando dejó de caer la del cielo comenzó a salir en avalancha de las botas rojiblancas.

El Atleti hace tiempo ya que juega a otra cosa. “Ten un plaaan”, brota el fútbol de la pizarra del Cholo como si lo empujara la voz de Rafa Val, cantante de Viva Suecia. “Luego haz caso a nadieee”. Porque hace ya tiempo que el Atleti defensivo se acabó, porque hace ya meses que ese traje a Simeone ya no le asienta, corto se le queda. Empeñado su equipo en sacar la pelota jugada desde atrás. En acumular hombres arriba. En fluidez. En atacar y atacar y volver a atacar. Gorosabel y Duarte pronto naufragaron en las bandas. Guridi se ahogaba entre Koke y ese Hermoso que, en ataque, se encastraba al medio. Al Atleti solo le faltaba tino. Morata cabeceaba mal, solo. Hermoso, fuera. Saúl, alto. El gol se mascaba, faltaba verlo en el marcador. Entonces apareció el chaval, apareció Roro para sentir todo el agua sobre su cabeza como en un bautismo. El rojiblanco. El definitivo.

Grizi condujo, Morata centró y Riquelme recibió en su pico del área para romper a Gorosabel, desbordar y definir con la puntera. Si el Alavés pareció recuperar tono antes del descanso, entre Koke y Morata se lo arrebataron: el primero con una pelota enviada al espacio con música, el segundo, con un desmarque y un zurdazo a la escuadra. Gol. Son ya 12+1, nueve con el Atleti, y ese “Ten un plaaan” que esta temporada ya es más que una canción.

Luis García cementó su equipo en la caseta con el regreso de Javi López y el Alavés volvió más intenso en los duelos individuales. El Atleti ya no le atravesaba con su fútbol, aunque siguiera atado a esa bota que vuela y habla francés, la de Griezmann, un dechado entre líneas. Marcaría pero el árbitro se lo usurpó en una de esas decisiones que solo entienden los árbitros. Porque corría Llorente con Duarte detrás, que le agarró, y Llorente daba un ligero manotazo, nada, y Muñiz Ruiz decía: “Sigan”, y todo terminaba en gol del francés, pero entonces el árbitro lo anulaba por el golpe de Llorente. Incomprensible. Otra. Pero esa es una bolsa que a los árbitros parece no pesarle demasiado. Aunque lo haga. Toneladas. Con todos sus errores.

El Atleti se enfadó y, peor, se desconectó. Luis García aprovechó para meter a Hagi en la ecuación. Samu ya no estaba. Y Hagi que pisaba a Witsel en naranja y tenía la primera gran ocasión, con un remate que se iba un palmo. Pero ni el gol de Guevara, al que asistió Hagi, que llenó el último minuto de nervios lograría arrebatarle la victoria al Atleti. El pleno al quince se quedaba en casa. Simeone suma y sigue. El Barça, ya por detrás.


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