Ajax, en problemas: el club cuyo equipo revolucionó el fútbol en los años 70 hoy vive la peor crisis de su existencia
El barrio ocupa el espacio en el que una vez estuvieron las tribunas y el césped de De Meer, el viejo estadio del Ajax de Ámsterdam. Los turistas futboleros suelen deambular por el lugar tratando de descubrir los fantasmas de Cruyff, Johnny Rep o Johan Neeskens tirando paredes entre los juegos infantiles. Por lo general los acompañan solo los vecinos, pero en estos días sus pasos se cruzan con silenciosos hinchas que caminan mirando el suelo, como quien busca la esencia o la identidad perdidas. Su Ajax, el equipo más poderoso, admirado y ganador de Países Bajos, vive la peor crisis de su existencia y nadie se explica cómo fue posible semejante desmoronamiento en el corto lapso de veinte meses.
Los números y los datos son concluyentes. Disputadas nueve fechas de la liga local, el conjunto rojiblanco marcha anteúltimo, lleva ocho partidos sin ganar (cinco por el torneo más tres de Europa League), y si bien tiene dos encuentros pendientes en su campeonato que podrían sacarlo de su actual situación, la sensación de crisis profunda es innegable. Tanto como el temor de sufrir el que sería primer descenso de su historia. El último indicio de que la brújula gira descontrolada tuvo lugar el lunes, cuando la directiva decidió destituir a Maurice Steijn, contratado en junio. Fue el cuarto entrenador que se sentó en el banco en este catastrófico año y medio.
En muchas de estas situaciones resulta difícil encontrar la punta del ovillo para explicar la hecatombe. No es el caso del Ajax. El punto de partida es aún más humillante que la actual situación en la tabla. Marc Overmars, aquel puntero izquierdo veloz y habilidoso que brillaba en el último conjunto del club que levantó una Copa de Europa (fue la cuarta, en 1995) era, en palabras de Leen Meijaard, presidente del consejo de supervisión de la entidad hasta noviembre pasado, “el mejor director de fútbol que pasó por la institución”. Pero en febrero de 2022, varias trabajadoras del club denunciaron a Overmars por el envío de fotos y mensajes “inapropiados”. Las evidencias eran inapelables y no le quedó otra vía que la renuncia.
En ese momento, el Ajax lideraba su liga y había ganado los seis partidos de la fase de grupos de la Champions. La vida sonreía y nadie podía presagiar que más allá del horizonte se preparaba un tifón. La salida de Overmars, responsable del reclutamiento de las nuevas promesas que cada año deben sustituir a los consagrados que inevitablemente son transferidos a los clubes más poderosos del continente, desestabilizó todo el andamiaje deportivo de la institución. Para colmo, dos meses más tarde Erik Ten Hag, técnico del equipo, comunicó su marcha rumbo al Manchester United.
La dirigencia, con Edwin Van der Sar, ex arquero compañero de Overmars y por entonces CEO de la institución a la cabeza, no estaba preparada para que los principales jefes de la estructura futbolística se cayera de golpe y no supo encontrar sustitutos válidos antes del comienzo de la temporada 22-23. El experimentado Alfred Schreuder, que ya conocía el Ajax como ayudante de Ten Hag, fue designado nuevo entrenador. Al otro lado del mostrador, en cambio, se optó por dos aprendices: Klaus-Jan Huntelaar y Gerry Hamstra se hicieron cargo de las adquisiciones. El experimento resultó desastroso.
A Schreuder le advirtieron que se iban a ir cuatro jugadores del plantel, pero al final se fueron seis, incluidos Nicolás Tagliafico, Lisandro Martínez y el brasileño Antony. Para sustituirlos, el club pagó un precio récord de 31,25 millones de euros por repatriar a Steven Bergwijn, y otros 23 millones por Calvin Bassey, defensor central del Glasgow Rangers. Ni ellos ni el delantero Brian Bobbey, fichado del RB Leipzig alemán, lograron enderezar el barco. En enero, una vez consumada la eliminación en la fase de grupos de la Champions, tras seis empates consecutivos en la liga y enfrentado con los líderes del vestuario, Schreuder fue destituido.
Mientras Johnny Heitinga, otro ex rojiblanco, se hacía cargo del plantel, el siguiente paso de la directiva fue incluso peor que el anterior. El alemán Sven Mislintat acumulaba un currículum respetable como director deportivo cuando fue incorporado en marzo de este año. Tal es así que su apodo es Ojo de Diamante. Fue él quien contrató en edad juvenil a Robert Lewandowski, Ousmane Dembélé, Marc Hummels y Jador Sancho durante su etapa en el Borussia Dortmund, y aunque no le fue tan bien en el Arsenal inglés (donde fue acusado de llevar “demasiados” jugadores de su exclub), había recuperado prestigio ayudando al Stuttgart a recuperar la máxima categoría de la Bundesliga en 2020. Tampoco duraría demasiado, otra vez por motivos alejados de lo que sucedía dentro del campo.
Mientras el equipo sufría las consecuencias de las ventas del ghanés Mohammed Kudus y el mexicano Edson Álvarez, gastaba más de 100 millones de euros en 12 incorporaciones, la gran mayoría de ellas, futbolistas muy jóvenes y poco conocidos. Una de las excepciones, el internacional croata Borna Sosa (25 años), fue el origen de la precipitada salida de Mislintat del club: los dueños de la agencia que representa al rubio lateral izquierdo poseen acciones de una compañía propiedad del ya exdirector deportivo ajiaced. Los reglamentos internos del club castigan la sospecha de un conflicto de intereses y obligó al despido prematuro.
En la actualidad cuenta con dos futbolistas argentinos: el arquero Gerónimo Rulli, que se recupera de una lesión en el hombro y no jugará hasta el año próximo, y el defensor central Gastón Ávila, de pasado en Boca y Rosario Central.
Pocos días después, la reacción de los hinchas ante un contundente 3 a 0 en contra al final del primer tiempo en el clásico ante el Feyenoord obligó a suspender el partido en el Johan Cruyff Arena y sumó un escándalo más (tras la reanudación a puertas cerradas el final fue 4 a 0).
Sin Van der Sar, que dimitió como CEO, sin director deportivo y con el agua al cuello, la figura de Louis Van Gaal, un prócer de la entidad, asomó en el horizonte como última tabla de salvación hace apenas un par de semanas.
En pleno tratamiento por un cáncer de próstata, el técnico de aquel equipo campeón de 1995 declinó hacerse cargo de la tarea de entrenador, pero aceptó ser asesor externo. Por ahora, su llegada no frenó la caída libre. El domingo, el Ajax perdió 4-3 sobre la hora frente al modesto Utrecht y quedó penúltimo; el lunes, Maurice Steijn, el técnico contratado en junio, debió dejar su puesto. Por las calles donde en tiempos de gloria se levantó el viejo De Meer siguen viéndose hinchas que caminan en busca de la esencia y la identidad perdidas.