TENIS | US OPEN / Alcaraz mantiene la guardia alta para pasar a octavos
El español sofoca la rebelión del británico Evans y alcanza por tercera vez la cuarta ronda del US Open. El italiano Matteo Arnaldi, su próximo rival el lunes.
El murciano de 20 años alcanza los octavos del US Open por tercera vez consecutiva. No ha faltado a la cita desde que debutó en el torneo en 2021 y fue cuartofinalista. El año pasado salió campeón y en esta edición intenta repetir éxito. “Miro el cuadro y veo los rivales que me pueden tocar, pero voy día a día. Aunque me gustaría formar parte de la historia del torneo con alguien como Roger y voy a por ello”, dijo. Para eso, mañana tendrá que ganar al sorprendente Matteo Arnaldi, tenista de 22 años y 61º del mundo, miembro de la prolífica cantera italiana, que pudo con el 16º favorito. El británico, en horas bajas, sucumbió en tres mangas (6-3, 6-4 y 6-3).
“Dan es un adversario enrevesado, con muy buen toque. El partido fue muy bueno, un show, con grandes tiros, grandes puntos y diferentes situaciones. Los dos sonreímos en la pista porque hacer feliz a la gente y entretenerla hace que esto sea divertido. Se siente la energía del público que disfruta”, dijo Alcaraz, en cuya actuación hubo sol y sombra, igual que en la pista central del Billie Jean King Tennis Center, llena para ver por primera vez este año en sesión diurna al titán de El Palmar, que podría estar un pelín resfriado. De hecho, en el segundo set, su equipo le hizo llegar unas pastillas.
Charly hizo algunos puntos de auténtica locura, se movió como una gacela por la pista y percutió sobre la bola con saña, pero en ocasiones cayó en la trampa del inteligente Evans, un jugador con recursos, que maneja bien el revés cortado y también es muy rápido. De hecho, en los intercambios con dejadas y globos, le jugó de tú a tú a Alcaraz y rivalizó con él en la espectacularidad de los tantos.
Sonrisas y reproches
En la tercera manga, Carlitos, que había perdido su saque en el inicio de la segunda antes de resolver la papeleta con dos quiebres, volvió a encajar un quiebre, aunque esta vez no pudo recuperar el sitio pese a que lo intentó con ahínco. “¡Qué haces! Dos derechas fáciles”, se reprochó a grito pelado. Encorajinado, finiquitó el compromiso con furia y haciendo un balance global, se diría que al final lo pasó bien. Ya es muy grande, pero aún está aprendiendo y le quedan muchas circunstancias por vivir.