Sergio Romero: “Que hayan dudado de mí fue echarle nafta al fuego”
Qué les reclama el arquero de Boca a sus compañeros en los penales, por qué Zlatan Ibrahimovic lo trataba diferente y cuál fue el mérito de la anterior generación para conquistar Qatar
Se apasiona el arquero. Abre grandes los ojos, un gesto que aparece cada vez que quiere acentuar lo que dice. “Yo tuve la posibilidad de conocer las dos caras de Van Gaal, porque no es sólo un entrenador. Tuve la suerte de conocer al hombre, y es una gran persona. En el AZ Alkmaar nos proponía hacer un montón de cosas que ni aparecían en los planes de un futbolista, como ir a compartir el día con chicos con capacidades diferentes… Él me ayudó mucho al llegar porque yo no hablaba inglés ni holandés, claro, entonces él hablaba con el plantel y después me separaba a mí y me decía lo mismo en español para que no me quedara afuera. Y si intercambiaba puntos de vistas con algún compañero, también se tomaba el tiempo de venir y explicarme que habían conversado. Tuvo sensibilidad y calidez para integrarme a mis 20 años. Y adentro del campo, para mí, fue un maestro desde el día 1, que me dio la mano y me dijo: “Para mí no sos más un arquero, sos mi jugador número 11″. Le tengo un gran aprecio, conmigo se portó excelente”. Van Gaal lo dirigió tres temporadas, dos en Países Bajos y otra en Manchester. Y lo sufrió en el Mundial 2014, la tarde que ‘Chiquito’ se convertiría en héroe.
Mourinho atrapa el relato. “Con José compartimos muchos momentos muy buenos en el United, como la Europa League 2017 que ganamos, y la Community Shield que también ganamos juntos un año antes… Actualmente tenemos mucho contacto. Como persona es un 10, es excelente. Llegó al United y enseguida me dijo qué pretendía de mí y me describió lo que él sabía que podía conseguir de mí. Hemos tenido grandes charlas post partidos, un tipo muy pensante. Quiere mucho, mucho, pero mucho a los sudamericanos. Pero sabía, también, la gran diferencia que hay entre argentinos y brasileños a la hora de compartir un grupo, sabía manejar al brasileño y al argentino, sabía que nosotros somos mucho más temperamentales, entonces aprovechaba eso”.
‘Chiquito’ Romero tuvo por compañeros a delanteros de la jerarquía de Zlatan Ibrahimovic, Wayne Rooney y Lukaku en Manchester United; Yannick Carrasco en Monaco y Samuel Eto’o en Sampdoria… ¿Te hicieron mejor arquero?, escucha. “Sí, sí, claro. De ellos y con ellos aprendí. Y aprendí mucho, y me hice amigos. Con Samuel [Eto´o] teníamos una relación muy linda, como persona el loco es un fenómeno. La última vez que lo vi personalmente fue en el casamiento de Leo [Messi], en Rosario; yo estaba con mi señora en la recepción y siento que de atrás uno me dice: “¿Y qué?, ¿no me vas a saludar papi?”. Cuando escuché el ‘papi’ ya sabía quién era... Me dio un abrazo como si hubiésemos compartido 15 años, y habíamos compartido un año en Sampdoria. Hay gente con la que te podés reencontrar después de mucho tiempo y es como si no hubiese pasado el tiempo. Sentís como si te hubieses conocido de toda la vida. Y con Samuel me pasa eso”.
-¿Cómo se gestionan vestuarios con tantos egos como celebridades?
-… No son vestuarios tan difíciles como se puede suponer. Obviamente los egos están y a veces chocan, sí, sucede. Yo llegué al United y lo vi a Rooney y dije “paaaa, éste es leyenda, éste ganó todo”, y el loco desde el día 1 me recibió y yo le aclaré: “Mirá que mi inglés es malísimo”. Y a él no le importó nada y siempre trató de ayudarme. Me preguntaba qué me hacía falta, se acercaba todos los días… Lo mismo Michael Carrick, gente de primera que dejaron una huella en la Premier. Gente a la que si hoy les mando un menaje, me contesta y se pone a disposición.
-¿Y Zlatan Ibrahimovic? ¿Cómo se convive con él?
-Él, puertas adentro, era el mismo que veían afuera. Esas cosas que decía en la prensa, que era Dios en la Tierra y cosas así, era igual en el vestuario. Las 24 horas era así y en el grupo, todo el tiempo, te hacía ver que él estaba. Pero con nosotros, con los argentinos, con Marquitos [Rojo], tenía algo distinto. Zlatan sabía que los argentinos éramos de una manera y los brasileños de otra. Él sabía que si a nosotros nos mordía un poquito, nos levantaba y no nos caíamos. Si nos buscaba, encontraba ese lado competitivo nuestro. Si nos tocaba, nosotros íbamos a saltar como leche hervida y eso iba a potenciar a todos. Tocaba esa fibra y sabía que le íbamos a responder como él lo exigía. Más de una vez nos agradeció, a Marquitos y a mí, porque le daba gusto entrenar con nosotros, porque si nos tocaba la fibra nosotros trabajábamos más duro. Y eso contagiaba a los demás. Porque muchas veces sucedía que él decía algo y no le respondían, al contrario, muchos se pinchaban y el entrenamiento empezaba a caerse. Entonces lo buscaba a Marquitos, a mí, al serbio Nemanja Matić, gente de carácter, de personalidad, para que apareciéramos y el entrenamiento otra vez se iba para arriba.
-¿Y Riquelme quién es? Fueron compañeros y hoy, simbólicamente, es tu jefe.
-Fui compañero de Román desde los Juegos Olímpicos en 2008, si bien ya había compartido algún que otro entrenamiento siendo yo sparring, siendo parte del Sub 20, cuando nos preparábamos para el Mundial de Canadá 2007. En los Juegos nos tocó compartir un montón porque estuvimos 40 días encerrados. Un tipo muy sencillo, espectacular como persona; tuvimos feeling y una gran amistad desde que nos conocimos. Al poco tiempo que volvimos de los Juegos, el ‘Coco’ Basile me cita a la selección mayor, y si bien conocía a algunos chicos, como al Kun, a Leo, a Ángel, Román fue uno de los más grandes que me agarró enseguida y me dio esa mano para ingresar a un grupo donde había gente de mucha espalda, como el ‘Pupi’ Zanetti, la Bruja [Verón], Samuel, Heinze… Yo me sentaba en ese vestuario y me la pasaba mirando porque no podía creer donde estaba. Y que Román te llame y te invite a tomar mates fue algo espectacular. Y hoy, en la posición de vicepresidente, lo veo muy bien, muy centrado, muy ocupado de que esté todo de primer nivel en el predio y en la Bombonera, y ocupado también, a la hora del mercado, de que lleguen compañeros con las condiciones para ser parte de este club… Creo que Román está haciendo un gran trabajo, y nosotros desde la cancha estamos colaborando para que a la dirigencia le vaya bien. Entre todos estamos haciendo nuestra parte para que Boca siga siendo grande y para hacerlo crecer más todavía.
-¿Qué encontraste en Boca?
-Me encontré lo que esperaba, un club organizado, con unas instalaciones increíbles. Acá tenemos todo al alcance de la mano. Yo siempre les digo a los muchachos jóvenes que aprovechen lo que tienen, porque en todos los clubes del mundo no están todas las herramientas que te da Boca. El trato de la gente es muy cálido, desde la gente que limpia hasta la que nos cocina y la gente de seguridad que nos cuida. Pasando el portón de ingreso, uno accede a un lugar espectacular. En Boca encontré un club en el mismo nivel de los clubes con los que me venía manejando en Europa.
-¿Enseguida percibiste que en Boca la Libertadores es una obsesión?
-La Copa para este club es algo único. Se sabe que es un deseo, es ese objetivo mayor en el año calendario. Todos tenemos la misma ilusión y las mismas ganas, trabajamos para eso. Logramos llevar a Boca hasta unas semifinales después de lo que fueron las últimas ediciones, aunque a mi entender también mereció avanzar contra Atlético Mineiro y contra Corinthians. Ahora nos quedan dos partidos, dos batallas muy difíciles, tendremos un gran rival enfrente como Palmeiras, pero quién nos quita la ilusión, ¿no? Tenemos que hacer nuestro trabajo, tenemos grandísimos jugadores en el plantel, tenemos un gran entrenador. Dos quiera que esos dos días, porque serán dos días, los planetas estén alineados y las cosas nos salgan muy bien en el campo de fútbol para llegar a la final.
-La mística de Boca en la Copa está emparentada con los penales. Una vía que fue clave en 2000 y 2001, y justo contra Palmeiras…
-Sí, los penales han sido grandiosos en la historia de Boca en la Copa Libertadores. Gracias a Dios en esta Copa también hemos tenido penales y los pudimos sortear para seguir adelante. Pero cómo no recordar las ediciones de 2000 y 2001 con Oscar [Córdoba] en el arco, tapando lo que tapó allá en Brasil y acá en Buenos Aires. Los penales son algo espectacular para el arquero porque nos pone en una situación distinta. Sabemos que podemos tener una equivocación en los 90 minutos, pero a la hora de los penales todo está volcado en nosotros. Pero tanto contra Nacional, como contra Racing, también las ejecuciones de mis compañeros han sido espectaculares, y esa es una gran parte del trabajo. Yo siempre les digo lo mismo cuando nos juntamos: “No erren a los tres palos, que la pelota vaya entre los tres palos, porque si la pelota va ahí, yo después les voy a dar una mano. Pero yo necesito que ustedes también me den esa mano a mí”. Y la verdad que ver que en las dos últimas tantas, el Changuito [Zeballos], que es uno de los más jóvenes, agarra la pelota con esa determinación para patear el primer penal, que siempre es el más difícil, es algo espectacular. Y eso nos da confianza a todos los demás, a mí para ir a atajar y a los demás para seguir pateando. Contar con alguien que agarre la pelota y diga “me hago responsable del primer penal” es espectacular. Gracias a Dios los muchachos están bien.
-Penales, tu especialidad. ¿Suerte, ensayo, intuición?
-Siempre hay un trabajo atrás. Y siempre los nombro porque sin ellos yo sería un arquero más: el trabajo de Gayoso, de Javi [García], de Lea Brey… entre los cuatro hacemos un gran grupo. Si el grupo está unido, nos podemos enfrentar contra cualquier cosa, esa es la realidad. Y por más que uno pueda tener intuición, o tirarse bien o mejor que otro arquero, la suerte siempre tiene que estar. Mirá la definición contra Almagro, por la Copa Argentina... yo la termino sacando con el pie izquierdo y soy derecho… Entonces la cuota de suerte siempre tiene que estar, y más en la posición del arquero. Por ahí metés esa mano increíble y pega en el palo y sale, por eso necesitás esa cuota de suerte. Los penales están ayudando y desde mi posición le estoy pudiendo dar ese respaldo al equipo.
-Hubo mucha desconfianza alrededor de tu llegaba a Boca. ¿Necesitabas demostrar que estabas vigente?
-No sé si decir que lo necesitaba, pero al llegar recibí muchos comentarios durísimos: “No puede jugar”, “la rodilla no le da más” y “está todo roto”. Pero lo bueno, sabés… es que eso fue querosene, que hayan dudado fue echarle nafta al fuego, me levantaron… ¡no sabés cómo me levantaron! Y también levantaron a la gente que estaba a mi alrededor. Porque los kinesiólogos no me dejaron caer, estuvieron conmigo cuando debían estar de vacaciones, y el doctor Jorge Batista, lo mismo. Él me dijo: “Ahora van a tener que tragarse las palabras, porque entre todos nosotros vamos a hacer que vos estés en una cancha de fútbol, y no por un partido, sino con continuidad”. Y lo logramos. Y soy un agradecido de todos ellos. Cuando llegué me faltaba ritmo, y no sólo eso, además me tuve que volver a operar. Pero ellos nunca dejaron de creer en mí. Ellos lo hicieron: en Boca me volví a sentir arquero.